El Supremo protege el teatro Albéniz
Obliga a iniciar el expediente para declarar el edificio Bien de Interés Cultural tras años de litigios
El teatro Albéniz, de estilo neoclásico e inaugurado en 1945, está más cerca de estar protegido contra okupas y posibles cambios urbanísticos. El Tribunal Supremo ha obligado a la Comunidad de Madrid a que inicie el expediente para declararlo bien de interés cultural (BIC). Este hecho motivaría que no se pueda cambiar ni uso ni su fisonomía interior y exterior. El Alto Tribunal entiende que la historia del centro y su referente dentro de la cultura si merece una posible protección, dentro de la Ley de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid.
Situado en la calle de la Paz número 11, el Albéniz se encuentra en uno de los lugares más influyentes del centro de la capital, a unos 200 metros de la Puerta del Sol. Hoy en día luce las paredes tapiadas y un claro estado de abandono, pese a haber vivido momentos de gran gloria en las artes escénicas.
La sentencia de la Sala Tercera de lo Contencioso-administrativo del Tribunal Supremo, y de cuyo ponente ha sido el magistrado Enrique Lecumberri Martí, recoge las pretensiones de la Plataforma de Ayuda al Teatro Albéniz. Este colectivo presentó el 17 de mayo de 2007 un escrito en la Consejería de Cultura y Deporte de la Comunidad de Madrid en el que pedían que el teatro fuera protegido. El entonces consejero del ramo, Santiago Fisas, denegó tal opción. Se basó en dos informes. El del Jefe de Protección del Patrimonio Mueble e Inmueble recogía que el edificio no tenía valores arquitectónicos suficientes para protegerlo y obligar a mantener el uso de teatro.
El documento de la Jefa del Área de Inventarios y Documentación también mantiene que las perspectivas culturales y etnográficas el edificio no alcanza los valores de “singularidad y relevancia”. Eso sí, reconoce el interés que representa la actividad desarrollada desde su inauguración en 1945.
Los solicitantes recurrieron ante la administración y después ante los tribunales la decisión de Fisas. Alegaron que los informes técnicos son insuficientes y que, antes de decidir, deberían haber aportado otros de organismos especializados, independientes y ajenos a la Administración. También destacaron la larga trayectoria de programación del teatro, en especial desde que fue gestionado por la Comunidad de Madrid en los últimos 20 años.
El Tribunal Supremo entiende que la Ley de Patrimonio Histórico obliga a la Comunidad de Madrid a abrir el expediente para declararlo BIC, ya que se trata de una potestad reglada si se dan determinados indicios. Para ello se hace eco de todo el historial cultural aportado por los solicitantes. El teatro fue inaugurado en 1945. Desde entonces ha estado siempre a la vanguardia de la cultura madrileña. En sus primeros años, se representó la ópera Aída, por la compañía de la Ópera de Roma dirigida por Ataulfo Argenta. Entre 1948 y 1954 se introduce en la programación la zarzuela y la revista. De hecho, el Albéniz recoge el estreno de la última del maestro Guerrero. A partir de 1954 se introduce el cinematógrafo.
La Comunidad de Madrid lo alquila en 1984 como teatro propio y decide dedicarlo a las artes escénicas. Un año más tarde, la compañía de José Luis Gómez representa Bodas de sangre dentro del Festival de Otoño. A partir de ahí pasan por él los actores y compañías de mayor prestigio mundial y nacional. Así hasta que a finales de 2008 se representa la última función como teatro regional, cuando colgó el cartel de cerrado.
Los magistrados del Supremo critican el informe de la Jefa del Área de Inventarios y Documentación, que consta solo de folio y medio. Esta, tras reconocer la variedad, excelencia y demás valores artísticos de su programación, descarta cualquier valor singular suficiente para integrarlo dentro de la categoría de BIC. “En el citado informe no se ofrece ningún ejemplo de teatro de la Comunidad de Madrid con tal variedad de espectáculos, caracterizado por su excelencia y calidad artística, así como complejidad escénica, y con una versatilidad que cubre desde el teatro, la ópera, la zarzuela, la música y la danza, todo ello en sus más variadas y complejas manifestaciones, y en un edificio situado en el corazón mismo de la ciudad”, recoge el fallo del Tribunal Supremo.
“Reúne indicios sólidos bastantes de poder ser calificado como de una singularidad cultural y artística dentro de los teatros de la Comunidad de Madrid”, añade la sentencia, que recoge que tras la conclusión del expediente deberá comprobarse si se dan los requisitos para finalmente declararlo BIC.
La apertura del procedimiento administrativo supondrá que, hasta su conclusión, no se podrá utilizar el teatro para ningún otro fin que no sea el cultural. También se paralizarán de inmediato cualquier licencia urbanística. Se pretende de este modo preservar el inmueble. Este pertenece a la empresa Moro, SA, de la que es administradora la mercantil Monteverde Grupo Inmobiliario.
En junio de 2009 hubo un intento de retomar su actividad con la representación de Bollywoodland. Love never dies, pero al final no fraguó. Desde entonces ha permanecido cerrado, pese a la movilización de la Plataforma de Ayuda al Teatro Albéniz. Hubo un debate en la Asamblea de Madrid y este colectivo incluso presentó 5.000 firmas de apoyo, a los que se unieron programas de televisión y publicaciones en prensa que destacaron su valía. También hubo declaraciones de múltiples personalidades de la cultura en general, incluidos la presencia de varios premios Nobel.
Desde entonces, el Albéniz ha vivido una suerte desigual. Defendido por unos y atacado por otros. En octubre de 2011 fue okupado junto con el hotel Madrid, en la cercana calle de Carretas, ya que ambos inmuebles están unidos por un pasadizo interior. El 29 de noviembre de ese mismo año se registró un incendio en los sótanos del inmueble, lo que hizo saltar las alarmas ante el riesgo de que se perdiera el edificio. La intervención de los bomberos del Ayuntamiento de Madrid evitó la eventual catástrofe.
La policía ponía fin a la okupación a primera hora del 5 de diciembre de 2011, casi dos meses después. Los diez moradores del edificio fueron desalojados y conforme salían se clausuraron todas las entradas, en especial los sótanos, para impedir que fuera tomado de nuevo. Desde entonces, está vacío y a la espera de retomar sus momentos de estrenos y de gloria.
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