Mas y ERC sellan un pacto inestable
El acuerdo entre CiU y Esquerra nace con reticencias internas y sin el apoyo de los Empresarios Junqueras controlará el Ejecutivo desde nueve comisiones externas
Si una característica dejó grabada en la retina de los catalanes el Gobierno tripartito que capitaneó la Generalitat hasta 2010 fue su constante precariedad. Tanto, que uno de sus consejeros llegó a calificarlo públicamente de “artefacto inestable”. Artur Mas y Oriol Junqueras se emplazaron este miércoles a que el Gobierno resultante del acuerdo entre Convergència, Unió y Esquerra Republicana no corra la misma suerte, pese a los múltiples factores que lo amenazan. El líder de CiU y el de Esquerra Republicana rubricaron el pacto en un acto tan formal como austero y se conjuraron para dar estabilidad al Gobierno, todo en nombre de la consulta de autodeterminación que aspiran a convocar en 2014. “Llegó el momento”, dijo Mas, sin ocultar que tiene todos los elementos en contra. “Tendremos muchos adversarios. Muchos de ellos son muy poderosos y actúan con pocos escrúpulos”.
Son numerosos los factores de potencial inestabilidad que amenazan al Gobierno de Mas desde el primer día. El primero es la hostilidad que ya ha encontrado en el Ejecutivo central, que hará cuanto esté a su alcance para impedir la consulta de autodeterminación. Pero los problemas internos tampoco son menores. De entrada, porque ERC, sin estar dentro del Gobierno, ha impuesto buena parte de su programa a CiU. El acuerdo nace con la absoluta desconfianza de Unió Democràtica, el socio minoritario de la federación nacionalista, contrario a las subidas de impuestos que propugnan los republicanos. Tampoco habrá ninguna complicidad por parte de las patronales catalanas, que ya han advertido de la desaceleración económica que pueden suponer la inestabilidad política y el intervencionismo económico. Y, por si fuera poco, habrá que combatir la tradicional tendencia cainita de Esquerra Republicana, un partido que, además de no formar parte del Gobierno, estará sometido a fuertes presiones por la izquierda si acaba avalando los nuevos recortes.
No es extraño, pues, que Mas reclamara públicamente a Esquerra que el acuerdo firmado este miércoles permita “una legislatura de cuatro años”. Son muchos los dirigentes de CiU que ya dan por hecho que si la consulta no puede celebrarse en 2014 solo quedará el recurso de otras elecciones anticipadas.
Para coser el acuerdo, CiU y ERC han creado hasta nueve comisiones de seguimiento, que amenazan con convertirse en un auténtico Gobierno en la sombra. Desde fuera del Ejecutivo, los republicanos moverán los hilos a través de estas comisiones. Habrá un Comité Permanente de Estabilidad, formado por Junqueras y el presidente parlamentario de CiU, Oriol Pujol, que regulará el acuerdo; otro de Coordinación Parlamentaria que evaluará la gestión del Gobierno desde el Parlamento autónomo; otras dos comisiones relativas a la consulta y a los presupuestos; y cinco grupos de trabajo sectoriales (educación, salud, medios de comunicación, función pública y universidad), a los que se pueden añadir más si así lo consideran oportuno las dos formaciones.
CiU y ERC son conscientes de que la gestión del día a día de la legislatura será muy compleja, y más teniendo en cuenta el reto que se han fijado: tenerlo todo a punto para poder celebrar la consulta en 2014. Ello obliga a un intenso trabajo en 2013. Aparte de lo más urgente, cerrar los Presupuestos, el Gobierno iniciará el proceso de la consulta con una declaración de soberanía, la tramitación de la ley de consultas y la petición de permiso al Gobierno central para convocar un referéndum.
En paralelo, CiU y ERC se comprometen en su pacto a impulsar sesenta medidas durante la legislatura. Las más destacadas guardan relación con las llamadas estructuras de Estado, las instituciones que ambos partidos tienen que tener creadas o diseñadas antes de la consulta para “garantizar la transición nacional”. CiU y ERC acuerdan desplegar la Administración Tributaria Catalana; convertir el instituto de crédito catalán en el banco público de Cataluña; diseñar la Tesorería de la Seguridad Social catalana; preparar la Administración de Justicia y la policía para que asuman todas las competencias; diseñar un plan para gestionar todas las infraestructuras del Estado en Cataluña; y tener preparada la Administración electoral para encarar la consulta.
Antes de todo esto, la labor de Artur Mas es superar el debate de investidura que comienza esta tarde en el Parlamento catalán. El lunes tomará posesión del cargo y después nombrará a los consejeros. CiU augura un Gobierno muy político, con suficiente cintura para negociar permanentemente con ERC. Si hay independientes, estos serán consensuados con los republicanos. El partido de Junqueras ya ha enviado mensajes a Mas para la configuración del Ejecutivo. Por ejemplo, ha dejado claro que acepta, e incluso desea, que Andreu Mas-Colell siga al frente del departamento de Economía.
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