Riesgo moral
"Cuando Barroso dice que los países “tienden a nacionalizar los éxitos y europeizar las pérdidas”, se está refiriendo exactamente a esto"
En Economía, se considera que existe riesgo moral cuando una persona, empresa o país, asume un riesgo muy elevado porque sabe que son otros los que correrán, en todo o en parte, con las pérdidas que pudieran producirse como consecuencia de su irresponsable comportamiento. Para más inri, incurrir en riesgo moral genera un efecto demostración indeseable sobre terceros agentes que pueden ahora sentir la tentación de hacer lo mismo, ante previsible la ausencia de costes o sanciones relevantes.
En cierto modo, la justificación que encuentran Alemania, Holanda y Finlandia, ante la crisis de la deuda en Europa, tiene su fundamento en el riesgo moral en el que presuntamente han incurrido algunos países de la Unión (entre ellos, el nuestro) al actuar de manera irresponsable pensando que, puesto que pertenecían al área Euro, sus socios harían todo lo posible, llegado el caso, para enjugar los costes de aquél; por ejemplo, mediante rescates financieros. Cuando Barroso dice que los países “tienden a nacionalizar los éxitos y europeizar las pérdidas”, se está refiriendo exactamente a esto.
Ahora bien, como muy bien expresó el economista belga, Paul De Grauwe, en su discurso de aceptación del doctorado honoris causa concedido por la Universitat de València, “si bien es cierto que los agentes privados del sur asumieron demasiados riesgos elevados antes de la crisis, también lo es que los acreedores del norte fueron igualmente imprudentes al dar tanto crédito a los prestatarios, por lo que deberían haber esperado que éstos tuviesen dificultades de pago. Se necesitan dos para bailar un tango. Por cada deudor irresponsable hay un acreedor imprudente”. Así que, en opinión de De Grauwe, “tenemos que dejar de jugar un juego de moralidad en la zona euro. Las responsabilidades del desastre son compartidas por el norte y el sur”. Muy poco tendríamos que añadir ante palabras tan sabías, de no ser porque los acreedores del norte tienen de europeos lo que yo de director de orquesta (malgrè moi).
Dicho lo cual, obligado es aceptar que vivimos, aquí en España, en un estado de riesgo moral permanente y de extensión prácticamente inabarcable. Desde el evasor de capitales, hasta el defraudador fiscal, pasando por el político que miente, el manipulador de la televisión pública, el juez prevaricador, el ministro incompetente, el financiero sinvergüenza, el concejal de urbanismo “permisivo”, la empresa que contamina, o los partidos que se financian ilegalmente, todos los españoles estamos siendo víctimas, de uno u otro modo, del riesgo moral en el que han incurrido los más listos de la clase, a nuestra costa. Al fin y al cabo, en el fondo de su corazón (si es que lo tienen) piensan que sus mentiras, y sus alegrías con el dinero público, se las vamos a acabar pagando todos nosotros; y que a la cárcel, lo que se dice a la cárcel, aquí no va a ir nadie.
O sea, que en este país, moral, no nos queda mucha, pero riesgo moral tenemos para aburrir a un continente entero. Así estamos.
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