Sonny Rollins: “Clinton sabía más de jazz que Obama”
El saxofonista neoyorquino, leyenda viva del género, actúa esta noche en el Palau de la Música
Si la palabra leyenda puede todavía aplicarse a un músico vivo y en activo, ese es Sonny Rollins. Con andar renqueante (la artrosis no perdona ni siquiera a las leyendas), cabello encrespado, cubierto ayer con un gorro de lana rojo, espesa barba blanca y eternas gafas de sol ocultando una mirada de hombre sabio, el saxofonista pasea sus 82 años con aplomo y un ánimo casi juvenil. Rollins regresa esta noche al Palau de la Música Catalana dentro del Festival de Jazz barcelonés, certamen que ya contó con su presencia en su primera edición en 1966. En aquel momento, compartía liderazgo con el batería Max Roach; esta vez se presentó al frente de su propio grupo, donde figuran dos de sus más fieles acólitos: su sobrino el trombonista Clifton Anderson, en la banda desde 1983, y el bajista Bob Cranshaw, con el que comenzó a tocar en 1959.
Se le nota cansado pero una vez que comienza a hablar de música su semblante cambia de forma casi radical y su mirada se ilumina. "Actualmente es muy difícil tocar jazz porque hay muchos músicos que han alcanzado un nivel técnico extraordinario", comenta el saxofonista neoyorquino, que sonríe malicioso ante la insinuación de que hay un exceso de técnica en el jazz actual. "Quizás, pero no quería decirlo en ese sentido. Me refería a que el jazz está compitiendo cada vez más con determinados tipos de música como la world o el hip hop que no existían cuando yo comencé. El jazz vive un momento crítico pero creo que, en el fondo, el hip hop y todas esas cosas son parte del jazz, están bajo el mismo paraguas".
En el fondo, el hip hop y todas esas cosas son parte del jazz
El exceso de música en el ambiente provocado por las nuevas tecnologías no parece preocuparle. "Es inevitable, están ahí. Cada vez hay nuevas formas de hacer llegar la música al público y está bien. No soy una persona muy tecnológica, más bien soy un primitivo. Si la música tiene suficiente fuerza siempre sobrevivirá. El hip hop, por ejemplo, hay bueno y malo, como el jazz". La repetición del ejemplo provoca la pregunta: ¿Le gusta el hip hop? "Lo escucho y veo que es muy similar a todo lo que ido haciendo a lo largo de mi vida: gente más joven que expresa situaciones actuales. Siempre han existido artistas así, es un poco más de lo mismo. Nada nunca cambia, solo toma formas diferentes".
A sus 82 años, Sonny Rollins sigue en la carretera con una media de treinta conciertos anuales. "No me cansan los viajes, es mi vida: siempre viajando", El que sí ha ido cambiando, lógicamente, es el público. "A mis conciertos, sobre todo en Japón, acude mucha gente joven pero a los jóvenes no les gusta ir a los mismos lugares que sus padres y eso les corta. Sucede igual que cuando los blancos comenzaron a ir a los conciertos de jazz, entonces los negros dejaron de ir. Siempre es así, ¡hay tantas zonas malas en la naturaleza humana!".
Yo vivo cada día y la música es lo que hago para vivir
En la conversación aparece, lógicamente, el nombre de Barack Obama que hace poco le otorgó la Medalla Nacional de las Artes norteamericana. "Clinton sabía más de jazz porque tocaba un instrumento; Obama no toca ninguno pero escucha mucha música. Políticamente, para mí Obama no es perfecto pero... La política está tan degradada que intento no interesarme en ella, antes lo hacía pero ahora lo que más me interesa es el sentido de la vida, la política ha perdido importancia. Estamos aquí por un tiempo corto y es importante descubrir por qué, cual es la razón. Tengo claro que no estoy aquí para ir al cine o tomarme un helado, estoy comenzando a comprenderlo. La música forma parte de esta comprensión de la vida pero esa comprensión no forma parte de la música. Yo vivo cada día y la música es lo que hago para vivir. Con la música pretendo que el oyente se sienta mejor consigo mismo y con lo que le rodea, que comprenda que hay cosas mejores en el mundo que la política".
Sonny Rollins recuerda muchos nombres de compañeros que ya no están entre nosotros. "Charlie Parker o Clifford Brown eran muy jóvenes cuando murieron pero aportaron muchísimo al mundo del jazz. Yo tengo la suerte de seguir vivo y no me atrevería a decir en qué se equivocaron. La idea de vida no es vivir lo más posible sino contribuir lo más posible a la vida de los demás".
Disfruto mucho del directo, del deseo de hacerlo muy bien; en el fondo, se trata de eso
Sonny Rollins afirma no saber todavía lo que tocará esta noche. "Llevamos diez temas en el repertorio y justo antes de salir escojo lo que tocaremos y el orden. Cada concierto es diferente". Pero siempre suele concluir a los ritmos caribeños de Don't stop the Carnival. Sonríe. "Procuro evitar ese tema porque lo toco demasiado a menudo pero...".
En los últimos años prácticamente todos los premios importantes del mundo del jazz han recaído sobre su persona. "Cuando los recibo me siento muy humilde y un poco avergonzado. Coleman Hawkins, Lester Young, ...ninguno de los grandes, de los que yo he aprendido, recibieron ningún premio. Cuando los recojo me veo extraño y siempre que me dejan hablar digo que los acepto en nombre de los grandes músicos de jazz de los que aprendí".
Su mánager da por concluido el encuentro alegando el cansancio del saxofonista, pero da la impresión de que a Sonny Rollins no le cansa comunicarse con la palabra o con la música. "Sigo disfrutando al tocar música", añade antes de la despedida. "Si no diera conciertos estaría tocando en mi salón. Disfruto mucho del directo, de la interacción con el público, del deseo de hacerlo muy bien, en el fondo se trata de eso".
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