Militantes de una causa social
Stop Desahucios se reproduce a través de pequeños grupos para poder cubrir toda Euskadi
Sobre Marta Uriarte, portavoz de Stop Desahucios Bizkaia, comenzó a acechar hace más de dos años la sombra del desalojo. Con una hipoteca contraida con BBK y solo con su sueldo para mantener a su familia, decidió seguir el ejemplo de otros voluntarios, afectados y activistas de Madrid y Barcelona, y creó la rama vasca de la asociación. Al mismo tiempo, nacieron las plataformas de Gipuzkoa y Álava. Desde entonces, la colaboración ciudadana ha sido el principal sostén de la plataforma, recalca Uriarte, y ese su principal objetivo; seguir sumando fuerzas.
“Desde un principio, contamos con el apoyo de personas a título personal”, recuerda la portavoz, “si bien es cierto que ahora determinados partidos políticos están empezando a mostrar sensibilidad respecto a los desahucios y podemos tirar de ellos para hacer determinadas cosas”. Pero, insiste Uriarte, ese no es el corazón y el eje tractor de Stop Desahucios.
La casa de cultura del barrio getxotarra de Algorta acogió el viernes la última reunión del colectivo, la primera desde el suicidio en Barakaldo de la exconcejal socialista Amaya Egaña cuando iba a ser desahuciada. Entre los objetivos del día: la creación de grupos de apoyo, poner a ciudadanos de una misma localidad o comarca en contacto para ejercer como grupo de presión, de contacto, de información... todo al servicio de los vecinos afectados por las hipotecas abusivas.
“Lo más efectivo es organizar grupos próximos a la zona donde se vaya a producir un desalojo o donde puedan comenzar a detectarse casos. Durango es un ejemplo: un vecino afectado ha montado una plataforma. Así también se creó Stop Desahucios Ayala”, enumera Uriarte.
La clave para que un movimiento de estas características consiga formar parte del entramado social es que la ciudadanía empatice con él, defiende Rafael Ajangiz, profesor titular de Ciencia Política y de la Administración de la UPV y especialista en movimientos sociales y políticas públicas. “Todos podemos tener cerca a alguien sobre el que pese un desahucio”, incide.
A partir de la solidaridad se crean las redes de los movimientos tipo Stop Desahucios o el 15-M. El hecho de que los ciudadanos puedan ponerle rostros concretos a la crisis y la injusticia y el papel de los medios de comunicación van haciendo el juego y creando a su vez un efecto llamada que termina por sumar a estas plataformas a más voluntarios, ya sean afectados o no, porque, añade el profesor. “Ningún problema es ajeno. Algún día te puede pasar a ti. Habrá gente que piense qué pasa si pierdo mi trabajo y no puedo pagar la hipoteca”, remata.
La manifestación que recorrió las calles de Barakaldo apenas unas horas después de la muerte de Egaña fue una de las más multitudinarias que ha acogido el municipio en los últimos años. La indignación social corrió sus calles y las de otras muchas localidades vascas cuando a la mañana siguiente varios cajeros aparecieron con pintadas de “asesinos” en diversos puntos de Euskadi. También ayer el factor movilización surtió efecto.
Los nuevos movimientos suman Internet y la clásica movilización
Miles de personas participaron en la manifestación convocada en Bilbao en contra de los desalojos, cuyo final definitivo pidieron, y por el derecho a una vivienda digna. Ni desahucios, ni recortes sociales, fue el lema elegido por los impulsores y medio centenar de organizaciones sociales. La marcha permitió una imagen casi inédita: ver juntos tras la misma pancarta a ELA, LAB, CC OO y UGT.
“Los poderes públicos han beneficiado a quienes han hecho negocio con la vivienda, los constructores y la banca”, criticaron los convocantes en el comunicado que leyeron tras el final de la protesta. Los manifestantes criticaron a los bancos por sus cláusulas abusivas y a los políticos por no haber impulsado antes iniciativas sociales en materia de vivienda.
Desde la muerte de Amaya Egaña el respaldo a Stop Desahucios en Euskadi no sólo se ha multiplicado en las calles: también en su correo electrónico o en su cuenta en Facebook. Abogados, psicólogos, asistentes sociales y estudiantes engrosan los emails. “El caso de una familia entera cuyos miembros están dispuestos a colaborar de la manera que sea” es el último apoyo que ha recibido Uriarte.
“Internet es una fortaleza”, resume el profesor de la UPV, porque los nuevos movimientos sociales combinan la experiencia de sus integrantes con más años y su participación en otro tipo de movilizaciones y asambleas al uso, con la virtualidad y ventajas de organización y difusión de Internet.
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