El autor confeso del robo del 'Códice' seguirá en prisión hasta el juicio
Los investigadores sospechan que existe más dinero oculto pero creen imposible localizarlo
Manuel Fernández Castiñeiras es una tumba. Según los investigadores, “sigue sin querer colaborar”, y o bien cuenta “versiones contradictorias” o bien responde “yo no sé nada” y baja la cabeza. La policía y el juez Vázquez Taín sospechan que existe más dinero en poder del exelectricista de la Catedral de Santiago, presuntamente también en manos de personas de su entorno, pero llevan mucho tiempo buscándolo y consideran misión casi imposible su localización. El dinero que supuestamente Castiñeiras fue sustrayendo, durante 11 años, a golpe de fajo, de la caja fuerte que está anclada en el despacho del administrador del cabildo sigue en parte desaparecido.
En los primeros días tras la detención del electricista, su mujer y su hijo, en diversos domicilios se llegaron a hallar 1,7 millones de euros, pero los instructores creen que en realidad la cantidad atesorada superaba de largo los dos millones. Esto, descontando ya las sumas invertidas en ladrillo, como su segunda y su tercera residencia, y el piso del hijo, todo ello pagado a tocateja. Según fuentes de la investigación, hay una persona allegada al autor confeso del robo del Códice Calixtino que “se ha jactado en las redes sociales” del patrimonio del que sigue disfrutando la familia tras las incautaciones.
Según las mismas fuentes, Manuel Fernández Castiñeiras, encarcelado desde primeros de julio, seguirá en prisión hasta el momento del juicio “casi con total probabilidad”. “Lo más posible es que no salga” en libertad condicional porque existen indicios suficientes para sospechar que, una vez fuera, “pondría en peligro las diligencias” y contribuiría a la falsificación de documentos para dilatar los plazos hasta sentarse en el banquillo. Algunas fuentes añaden que la Iglesia teme “un ataque” por parte de la actual defensa del imputado, aunque otras, en el polo opuesto, afirman que el que correría “peligro” sería el propio electricista si vuelve a la calle.
Castiñeiras pudo llegar a salir de prisión en septiembre, después de solicitarlo con insistencia la anterior abogada, Alicia Mansilla, que se hizo con el caso en el turno de oficio. La letrada buscaba por aquellas fechas un acuerdo con el fin de lograr la menor pena posible para su cliente, que debía dar por perdidos los 1.700.000 euros. Pero entonces, al menos un par de abogados cortejaban al ladrón del Códice. Varias personas relacionadas con el caso citan, como uno de los pretendientes, al abogado madrileño y exfiscal de la Audiencia Nacional Ignacio Peláez, que actuó como defensa en el caso Gürtel, se querelló contra Garzón y representa al empresario Jorge Dorribo en la Operación Campeón de Lugo.
Sin embargo, al final, a Mansilla le arrebató el codiciado caso la abogada de Vilagarcía Carmen Ventoso, bregada en la defensa de acusados por narcotráfico y lavado de dinero negro. “Desde que Ventoso tomó las riendas, el caso está estancado”, aseguran personas próximas a la instrucción. “De los dos tomos que había, hemos pasado a ocho: los últimos cuatro se componen, sobre todo, de facturas que la abogada presenta constantemente” en su intento de “justificar todo el dinero que Manuel tenía en su casa”. Esa es la nueva estrategia, y la esperanza que alberga actualmente la familia.
Ventoso intenta recuperar las cantidades de euros, dólares y libras esterlinas que el electricista retiró durante años de la catedral con impunidad y limpieza, gracias a la llave de la caja que, presuntamente, consiguió en tiempos de un administrador anterior. El hombre estaba casi ciego, Castiñeiras se ganó su confianza y le servía “de lazarillo por el templo”, cuentan las mismas fuentes.
"Los fajos eran tan gordos que no lograba doblarlos para meterlos en el bolsillo"
Hacía varias décadas que en la Catedral pensaban que de la caja fuerte siempre había habido una única llave que iba pasando de administrador a administrador cuando se producía el relevo. Ahora se cree que originalmente existían dos (de tipo tubular, muy difíciles de replicar), y que la pareja se la apropió el supuesto ladrón, que además no tenía solo una, sino tres copias de esa otra llave que abría la cámara que custodiaba el Codex.
Frente a los documentos que remite infatigablemente Ventoso, muchos de ellos a través del fax del juzgado de Instrucción número 2 de Santiago, que dirige José Antonio Vázquez Taín, los investigadores contraponen las grabaciones que durante los dos últimos años, cuando Castiñeiras ya estaba despedido de la Catedral, captaron al electricista entrando con tiento en el despacho del administrador, tomándose muchos minutos para comprobar que el robo era seguro, abriendo la caja con su llave y guardándose en el bolsillo “fajos tan gordos que intentaba doblar y no podía”. Además, todo eso quedaba luego reflejado de su puño y letra en las libretas donde lo apuntaba todo desde los años 60. Solía empezar las anotaciones con un “hoy cogí”.
Facturas puestas en duda
Durante el registro de su domicilio, a Manuel Fernández Castiñeiras le encontraron un sello de la catedral. Ese mismo tampón aparece impreso una y otra vez en documentos que la defensa del exelectricista entregó en el juzgado para intentar probar que la fortuna amasada por el vecino de O Milladoiro se justificaba con el volumen de sus trabajos. En los últimos tomos de la instrucción se recogen abundantes facturas y hasta 150 contratos con la Iglesia compostelana. La investigación pone en duda la validez de esos papeles en los que además del sello aparece nítida la firma de Castiñeiras. En ellos, supuestamente, han sido añadidos párrafos que modifican las condiciones del contrato “aprovechando los blancos de los originales”. Todos estos documentos forman ya parte de la instrucción, pero tendrá que ser un perito el que determine si son realmente falsos.
En un año de pesquisas, tras el secuestro del manuscrito medieval, se descubrió que en la catedral había “bastantes más personas” que robaban, pero eran objetos diversos, o dinero recogido en los cepillos que volaba en el momento en que llegaba a la sacristía, antes de poder ser contabilizado. La policía investigó a varios personajes habituales (e imprescindibles) de la basílica, se abrió una causa diferente con ellos, algunos fueron imputados pero finalmente la investigación fue sobreseída por falta de pruebas.
Se constató que un viejo trabajador de la casa se había hecho con un insospechado patrimonio, pero este se defendió presentando facturas, y a los instructores no les quedó más remedio que darlas por buenas y archivar el caso. Fernández Castiñeiras parece que no va a tener la misma suerte. Los investigadores aseguran que “solo él” fue grabado una y otra vez, hasta 60 entre 2010 y 2012, robando de la caja fuerte.
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