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LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Comer de mercados

Hay una cultura de restauración basada en la confianza que genera la calidad del producto fresco, que comienza a ser un fenómeno internacional

El Pinocho, en la Boqueria de Barcelona, conocido universalmente por sus tapas, es un histórico de la restauración en los mercados.
El Pinocho, en la Boqueria de Barcelona, conocido universalmente por sus tapas, es un histórico de la restauración en los mercados.JOAN SÀNCHEZ

Uno de los placeres gastronómicos que deparan las ciudades son los mercados, no sólo por la obvia adquisición de alimentos, sino también por la posibilidad de probar in situla cocina que se sirve en alguno de sus establecimientos. Más allá del bar dedicado a desayunos y cafés con leche, en los últimos años ha surgido toda una cultura de restauración basada en la confianza que genera la calidad del producto en fresco, que comienza a ser un fenómeno de alcance internacional.

 Desde el fabuloso y clásico mercado de Coyoacan en México DF (donde en vez de verduras y carnes vamos a encontrar ollas de caldo y taquerías), hasta las ostras y las mariscadas a pie de acera que ofrece el mercado da Pedra de Vigo, las superficies dedicadas a la alimentación conocen un cambio de rumbo, que afecta por igual a lugares tradicionales como El Mercao del mercado del Ensanche de Pamplona, hasta los recientemente remodelados mercados de San Miguel y de San Antón en Madrid, a los que acude cada semana una clientela fija en busca de la tapa rápida y el sabor original.

Sin tanta tradición ni casticismo, hay grandes superficies donde también es posible comprar el producto en fresco o probarlo ya cocinado, como en el Eataly original del barrio turinés de Lingotto, que ya tiene franquicias en toda Italia, en Tokio, Chicago y Nueva York. La misma filosofía que encontramos en la planta gourmet de las galerías Lafayette de París, en los Food Hall de los supermercados Harrod’s de Londres, o en los famosos almacenes KaDeWe de la Bittenbergplatz berlinesa.

Barcelona no es ajena a esta tendencia global. Sus máximos exponentes pueden encontrarse en el mercado de la Boquería, siempre abarrotado de turistas que vienen a fotografiarse, y a quienes se ofrece la posibilidad de consumir algo más que un zumo o un cucurucho de fruta pelada. Actualmente cada vez hay más paradas dedicadas a la cocina, desde pequeñas tiendecitas de platos coreanos o pizzas, pasando por aparadores dedicados al pescado rebozado o a las empanadas.

En un nivel superior, encontramos las tapas universalmente conocidas del bar Pinotxo, que ya hace algunas décadas puso de moda Manolo Vázquez Montalbán. Las navajas a la plancha o los calamares cocinados a la vista del cliente del Kiosko Universal. O los chipirones salteados con puerros del Quim de la Boquería, verdadera delicia a pie de barra.

Esta nueva oferta para comer no es exclusiva de la Boquería. En el cercano mercado de Santa Caterina se encuentran las diferentes barras del Cuines Santa Caterina, que ofrece excelentes ensaladas elaboradas al momento, cocina mediterránea y asiática, donde podemos encontrar desde arroces levantinos al carbón hasta empanadillas japonesas. Un espacio que contrasta con el bar Joan, donde pueden saborearse tapas tradicionales y cocina de mercado. O con el Alastruey, una casa de comidas de las de toda la vida, pura esencia autóctona, donde sirven una de las mejores ensaladillas rusas de la ciudad.

Otro lugar a descubrir es la pescadería John Boy del mercado de la Llibertat de Gracia, junto a la plaza Gala Placidia, uno de los únicos puestos de mercado donde es posible comprar pescado fresco y comerlo a la plancha o al vapor allí mismo. En el mercado de la Abacería Central, junto a la Travessera de Gracia, se ubica la tienda Midori especializada en comida preparada japonesa, con el sushi como producto insignia. Otra historia es el mercado de la Concepció, junto al que hay uno de los mejores restaurantes de Barcelona: Casa Amalia, un comedor pequeño e íntimo que cuenta con una carta de absoluta confianza. Al lado de la mantequería Ravell, donde se pueden adquirir productos de charcutería o de gourmet, y degustar al mismo tiempo una amplia selección de platos. Podemos terminar en el mercado de Sarriá y su Bar del Mercat, en cuya barra es posible tomar el aperitivo o comer un digno menú, con un servicio eficaz y rápido. Todo un universo de posibilidades gastronómicas, para todos los gustos y bolsillos, que se han instalado en los mercados municipales para hacernos la boca agua.

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