Demagogias
"A los políticos de la democracia hay que exigirles transparencia, que expliquen su salario real, cuál es su sueldo base, cuáles sus complementos y el porqué de los mismos."
Condenado al ostracismo por su propio partido, Ángel Luna —tal vez el mejor parlamentario de las Cortes Valencianas— languidece en su sitial de la Mesa, del que baja en muy pocas ocasiones. Lo hizo el miércoles pasado para explicar las causas que están provocando la desafección social hacia los políticos. Fue la suya una intervención crítica con la propuesta del PP de suprimir seis comisiones parlamentarias con la excusa de la austeridad. Vino a decir que resulta demagógico decirles a los ciudadanos que las Cortes van a ahorrar 5.000 euros al mes si desaparecen estas comisiones, mientras calla que los compromisos pendientes de pago que tiene el Consell alcanzan los 50.000 millones. Ese discurso falaz, apuntó el diputado socialista, traslada un mensaje peligroso: “La culpa de lo que ocurre la tenemos nosotros, los políticos, que cobramos mucho y trabajamos poco”. Luna siguió: “Lo caro es lo inútil. Si las Cortes Valencianas hicieran su trabajo de mediación con la sociedad, no serían caras”. El exportavoz del Grupo Socialista con Jorge Alarte apuntaba directamente al PP, pero sus argumentos (“Ustedes están por la demagogia. Nosostros [los socialistas] acabaremos con la idea que traslada la señora De Cospedal de que la política cuesta dinero. Ese es el futuro que ustedes marcan, pero ese futuro ya se escribió hace más de 50 años en este país”) podrían haber servido perfectamente para sus compañeros de bancada.
Un día antes de que Luna pronunciara tan sensatas palabras en el hemiciclo del Palacio de Benicarló, su compañero de partido Antonio Torres había propuesto formalmente que ningún cargo público en la Comunidad Valenciana cobre más que el presidente de la Generalitat, que percibe algo más de 67.000 euros brutos al año por gestionar un presupuesto de 15.000 millones. ¿Imaginan a algún directivo medio de una empresa privada que se brindara a hacer un trabajo así por tan magro salario? Los políticos españoles, y los valencianos con ellos, están mal pagados. Esto es así lo diga Agamenón o su porquero. Afirmar lo contrario es propio de gente desinformada que, como Rajoy, algún día corre el riesgo de tropezar con la realidad y descubrir que no le gusta. La demagogia de algunos responsables políticos de los —todavía— grandes partidos que gustan de enarbolar banderas populistas solo conduce, como señaló Luna en su intervención, a la estigmatización de los cargos públicos. Y ese es un discurso muy peligroso. Sin políticos no hay democracia. Y sin políticos con sueldos decentes (desde luego superiores a los 67.000 euros que cobra Alberto Fabra) la tentación de procurarse estipendios por otras vías es muy fuerte. Como dejó escrito Vázquez Montalbán hace muchos años respecto de la mayoría de los políticos franquistas (esos que no cobraban, al menos nominalmente) “en España nunca hubo suficiente pan para tanto chorizo”.
A los políticos de la democracia hay que exigirles es transparencia, que expliquen su salario real, cuál es su sueldo base, cuáles sus complementos y el porqué de los mismos. Tener una casa en Valencia y cobrar por desplazarse desde Alicante, por ejemplo, es indecente. Sobra demagogia en todos los casos y falta transparencia en la mayoría. Por ejemplo, ¿es verdad que el viaje de un alto cargo del IVAM a Pekín costó 9.800 euros? ¿No es cierto que la inauguración de una exposición en la capital china acabó costando 26.300 euros al museo valenciano? PP y PSPV harían bien en dejarse de demagogias y ser más transparentes; lo otro (lo que hacen) solo es populismo que les desprestigia. Claro que ellos sabrán.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.