La elegancia espiritual de Helmut Federle, al descubierto en Valencia
Juan Manuel Bonet lleva a Valencia la segunda exposición de esta "figura esencial" del arte
Elegante, inquieto y un punto enigmático, Helmut Federle resulta de cerca tan atento y próximo como su obra, pero, al mismo tiempo, uno y otra parecen inaprensibles. Estamos ante "una de las figuras esenciales de la escena internacional", dijo este jueves Juan Manuel Bonet, comisario de la exposición que se acaba de inaugurar en la Fundación Bancaixa e introductor en España de este artista de origen suizo que ha viajado mucho y mantiene actualmente residencia en Viena. Aunque el exdirector del IVAM lo considera "un pintor muy pintor", este aspecto es "compatible con una curiosidad enorme por mil cosas, la filosofía, la poesía, la religión, la antroposofía, la música". Esta amplitud de intereses, que le ha llevado incluso a colaborar con grupos de jazz, hace más interesante al artista suizo y es el hilo conductor de la segunda exposición individual que Bonet trae a España del mismo, concebida como "un viaje espiritual", según el autor. La primera, fue en 1998 en el IVAM.
Considerado heredero de artistas como Mark Rothko, Barnet Newman o Agnes Martin,la muestra Helmut Federle esencial reúne 53 piezas que repasan desde sus comienzos en la década de los 50 hasta la actualidad. Sólo dos obras, ambas de gran formato, se repiten respecto a la primera exposición española. Se trata de Drei Formen, 1/4, 1/88, 1/16, propiedad de Bancaja, y Panthera nigra, propiedad del IVAM. De grandes dimensiones es también El Caso de Jeremiah (ocho), otro de sus cuadros más reconocidos.
En el recorrido expositivo penden huellas intelectuales, espirituales y materiales de los viajes e inquietudes de Federle, que ha tenido casa en Nuevo México y ha viajado por cuatro continentes. Por ejemplo, unos kimonos de 1940 procedentes de Okinawa que, comenta de pasada Bonet, "si te fijas bien, tienen semejanzas con su obra", o dos recipientes antroposóficos del siglo pasado. La antroposofía, que forma parte de las inquietudes espirituales del pintor suizo, es "un camino de conocimiento que quisiera conducir lo espiritual en el ser humano a lo espiritual en el universo", en palabras de Rudolf Steiner. A Federle le interesa la espiritualidad en tanto no se convierta en religión. Por eso entró en el mundo del arte, "porque era el mundo de la religión sin iglesia", según testimonio que recoge el diccionario elaborado por el comisario para la ocasión. En los años 70 realizaba obras más formales geométricamente, ha explicado el propio artista, que ha adjudicado una "calidad más metafísica" a sus obras de los últimos años.
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