Varapalo a la acusación contra Morín al retractarse las dos testigos protegidos
Dos extrabajadoras dicen no recordar o saber lo que ocurría en la clínica abortista El giro en el caso quita a la Fiscalía una de sus principales bazas
El juicio contra el doctor Carlos Morín por los abortos ilegales ha tomado un rumbo inesperado. Uno de los pilares de la acusación, la declaración de dos testigos protegidos que aportaron pruebas incriminatorias contra las clínicas de Morín, se ha derrumbado como un castillo de naipes. La primera testigo ha sido incapaz de ratificar las acusaciones porque no recuerda "nada" y ha avalado, de hecho, la legalidad de los abortos. La segunda ha admitido que dejó de trabajar en la clínica Ginemedex en 1989, por lo que nada ha podido aportar sobre los historiales clínicos de los últimos años.
"Si lo dije, así es. Pero no recuerdo nada". Esa ha sido la frase más repetida por la primera testigo, que se encargaba de asuntos administrativos en Ginemedex. Cuando estalló el escándalo, en 2007, acudió a comisaría para entregar historiales clínicos y denunciar irregularidades. Pero hoy, en el juicio que se celebra en la Audiencia de Barcelona, ha sido incapaz de ratificar sus acusaciones para desesperación de la fiscal, que le ha llegado a preguntar si ha sufrido presiones antes del juicio. La mujer lo ha negado.
La declaración de esta testigo ha sido un aval para las defensas de Morín (que afronta una petición de más de 300 años de cárcel) y de los otros 11 acusados. Según la testigo, el doctor peruano no practicaba los abortos y la clínica disponía de dos psiquiatras. La testigo ha negado que desaparecieran historias clínicas ("si lo dije, fue porque me lo habían dicho") y no ha podido recordar si se modificaban las ecografías, como había declarado a la policía. La mujer ha admitido que cuando denunció los hechos estaba sumida en una profunda depresión y que había "mucha presión" a raíz del reportaje con cámara oculta de la televisión pública danesa, que destapó el caso.
La segunda testigo protegido tampoco ha sido provechosa para la Fiscalía ni para el resto de acusaciones (E Cristans, Alternativa Española y la Fundación Tomás Moro). "Allí los abortos los hacía Morín, su mujer y unos médicos holandeses. Las historias clínicas no se hacían y no había control de los psiquiatras", ha explicado la mujer por videoconferencia. Su testimonio ha quedado invalidado cuando, a renglón seguido, ha admitido que no trabaja ni sabe lo que ocurre allí desde hace 23 años. La Fiscalía ha preferido no hacer más preguntas y el abogado de Morín, Miguel Capuz, le ha preguntado si declaró en el proceso de divorcio de Morín. "No lo recuerdo", ha dicho.
Otras dos exempleadas tambien han declarado en el juicio, pero no han pasado de meras acusaciones genéricas. "Me parecía todo sospechoso. El ambiente me hizo pensar que aquello no estaba bien, no se...", ha explicado una exenfermera. Otra antigua empleada ha añadido que se hacían cosas "a escondidas", pero ha admitido que ignora cuáles. Esta testigo, además, ha avalado la tesis de Morín sobre la trituradora que la Guardia Civil se llevó de una de las clínicas: que servía para deshacerse de restos de pollos en virtud de unas prácticas universitarias.
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