Las voces de aquellos niños
‘To Say Goodbye’ recupera el testimonio de algunos de los evacuados durante la Guerra Civil El filme de animación se ha gestado entre Inglaterra y Euskadi
“Esto no es ni Disney, ni Pixar”. El director Matt Richards resuelve tajante cualquier parecido que se pueda sacar entre su filme To Say Goodbye y otra producción de las dos grandes compañías. Efectivamente, la cinta del inglés, producida en Euskadi, nada tiene que ver ni con princesas, héroes o vaqueros, lo único en común, si acaso eso, es la animación. El resto, la misma distancia que media entre dos países situados en las antipodas el uno del otro. La cinta recoge el testimonio de varios niños de la guerra vascos, un puñado de voces de esas 4.000 que fueron evacuadas a Inglaterra según avanzaba la Guerra Civil.
To Say Goodbye se gestó entre Richards e Izaksun Arandia, guionista y productora de la cinta. Todo comenzó en 2008 cuando el director inglés alumbró The Brits who Fought for Spain, una cinta sobre los brigadistas ingleses e irlandeses que combatieron por la República. La producción animó entonces a Arandia a escribir un guión de ficción sobre un niño evacuado, pero al descubrir un estudio de la Universidad de Southampton sobre la historia de estos menores su proyecto cambió de forma radical.
“El centro había conseguido localizar a los supervivientes de los 250 niños que finalmente se quedaron en Inglaterra. Entrevistaron a todos y cuando oí esas voces me emocionaron tanto que supe que debía incluirlas en la película. Abandoné la ficción para hacer un documental”, relata Arandia, junto a Richards en una de las salas del Kursaal horas antes del primer pase de To Say Goodbye, dentro de la sección Zinemira del Festival Internacional de Cine de San Sebastián.
Esto no es ni Disney, ni Pixar”, asegura el director de la cinta
Arandia recurrió a Richards al no saber como encajar el testimonio real de estos niños en la cinta, no quería una reconstrucción, el material de archivo era escaso como para montar un largometraje, y entonces surgió la idea de la animación.
Así, en la cinta, de casi hora y media de duración, la voz de los supervivientes se superpone sobre fotografías, imágenes de vídeo de la época y la recreación mediante técnicas clásicas de animación de lo que esos niños relatan. De cómo era Bilbao, Bergara y Alsasua, por ejemplo, antes de la Guerra, del hambre que les obligó a comerse gatos, o de las atrocidades cometidas en la Guerra Civil, cuando uno de los niños recuerda como es asesinado uno de los pilotos de un bombardero alemán, que salta en paracaídas cuando su avión es derribado. Luego llega el momento de viajar hasta Inglaterra de alojarse primero
La película mezcla relatos con vídeos y fotografías de la época
“Primero leí estos testimonios y luego los escuché”, recuerda Richards, “es muy diferente y la percepción cambia, pero estoy seguro de que es una película que probablemente toque a todo el mundo, porque es una historia contada desde el corazón. Son las emociones de un niño de ocho o diez años, como tienen que decir adiós a sus padres en un principio para tres meses que se acaban convirtiendo en toda una vida”.
Los responsables de la cinta subrayan que el trabajo podrá servir a los niños de ahora a conocer y comprender lo que sus abuelos sufrieron y vivieron durante la Guerra Civil. “Son historias que en muchas ocasiones, por vergüenza o por querer olvidarlas, no se cuentan”, recuerda Arandia, de hecho, el haber elegido la animación también responde a una posible futura distribución en colegios y otros proyectos de colaboración.
“Es más que una película, el legado, el testimonio que van a dejar estos niños servirá en un futuro para no sólo mostrar lo que pasó en la Guerra Civil, servirá además para contextualizar cualquier situación de guerra, desplazados, evacuados”, subraya Arandia emocionada. La película se estrenó el viernes con la presencia de algunos de los niños que ponen voz a la película, en su versión original en inglés, ya mayores y que como han confesado a los realizadores probablemente será la última vez que vuelvan a casa.
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