González refuerza a Victoria y prescinde de Manglano y Plañiol
La crucial cartera de Economía la ocupa Enrique Ossorio, un hombre de Beteta Además de Ossoriose incorporan Sarasola (Medio Ambiente) y Fermosel (Asuntos Sociales) González dibuja un Gobierno sin vicepresidencia
El nuevo presidente de la Comunidad de Madrid ya tiene gobierno a medida, un equipo en el que ha decidido prescindir precisamente del puesto que el propio Ignacio González ocupaba con Esperanza Aguirre: la vicepresidencia. El ex número dos no tendrá un número dos. De esta forma, el delfín de Aguirre se reserva grandes cotas de protagonismo.
Pero González sí ha perfilado a su hombre fuerte, uno consejero de su máxima confianza. Absoluta. Salvador Victoria da un salto meteórico desde la cartera de Asuntos Sociales a la de Justicia y Presidencia, una de las carteras con más peso en el Ejecutivo regional y en la que reemplaza a Regina Plañiol, además de ocupar la portavocía de Gobierno, es decir, será el hombre que dé cuenta todos los jueves de los acuerdos del Ejecutivo regional a los medios y a los ciudadanos. González lo venía haciendo desde 2003.
Por el camino queda una de las mujeres que gozaba de más prestigio en el viejo equipo, Plañiol. Durante la tarde ha sonado su nombre para ocupar un puesto comodín hasta nueva orden y, finalmente, ha acabado leyendo en Twitter que el jefe había prescindido de sus servicios. Para quien no ha debido de ser una sorpresa ha sido para el consejero saliente de Economía y Hacienda, Percival Manglano, que ha tenido un perfil muy bajo en su gestión y que desde hace meses no tenía el cariño de González.
El tercer hombre del Ejecutivo es un viejo conocido de la Consejería de Economía y Hacienda, Enrique Ossorio, que desembarca directamente desde un alto cargo del Ministerio de Economía y Hacienda a cuadrar las cuentas más difíciles de la Comunidad de Madrid. En el ministerio ha trabajado codo con codo con Antonio Beteta, actual secretario de Estado de Administraciones Públicas y exresponsable de la economía regional. Ossorio, cuyo fichaje representa un guiño al equipo de Montoro, ha sido una de las sorpresas de la velada de espera, después de que sonara —la cuenta del PP de Hortaleza llegó a publicar su nombre— otro veterano de la política madrileña: Fernando López-Amor.
Los otros dos nuevos consejeros son Borja Sarasola, que con 36 años y amplio bagaje en la sombra, se hará cargo de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio. Y Jesús Fermosel (64), al que le servirán su carrera sanitaria y su experiencia política para hacer frente al área de Asuntos Sociales.
También ganan enteros Ana Isabel Mariño y Pablo Cavero La primera ocupa una nueva Consejería que aúna Empleo, Turismo y Cultura, un área que parece diseñada a la medida de la negociación pendiente con Sheldon Adelson para la construcción de Eurovegas. Cavero, el banquero discreto que asumió Transportes e Infraestructuras hace apenas ocho meses, ve reforzado su perfil de político reciente con una nueva tarea: Vivienda.
Por su parte, la consejera Lucía Figar sigue —tiene muy buenos vínculos con Génova, a la que González no quería contrariar— pero pierde parte del protagonismo que le había dado su mentora Aguirre. Se queda con Educación, el área que le ha dado más dolores de cabeza en el último año con la ola de protestas docentes de la marea verde, y pierde Empleo. Sus nuevas responsabilidades son Juventud y Deportes.
El consejero de Sanidad, Javier Fernández Lasquetty, hombre de FAES, es el único que se queda como estaba. Se mantiene en Sanidad, lo que perfila un Gobierno regional con el mismo número de carteras (ocho) que dejó Esperanza Aguirre. Lo que González ha cambiado, además de dos consejeros, es la distribución de las competencias en las distintas carteras.
Ha sido el colofón a una jornada que arrancó pasadas las once y media de la mañana, con la toma de posesión de Ignacio González como cuarto presidente de Madrid. El juramento se hizo con media hora de retraso, para que llegara la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, con las bendiciones de Génova. González agradeció en sus palabras “sobre todo” al presidente Mariano Rajoy.
El retraso de la mañana se ha convetido en una espera de vértigo por la tarde. Los nuevos fichajes y los despedidos comenzaron el vis a vis con González a las cinco de la tarde. Se esperaban noticias ya desde las siete. Pero los primeros nombramientos —que el equipo de González comunicó, una vez más, a través de Twitter— han llegado pasadas las nueve y media de la noche.
La certeza de Manglano y la derrota de Plañiol
El futuro de Percival Manglano estaba cantado. La caída de Regina Plañiol fue inesperada. Como era de prever, el Gobierno regional se quedó sin su batería más lenguaraz. No podía ser de otra forma. Su continuidad habría sido una de las grandes novedades del nuevo Ejecutivo. De hecho, el exconsejero de Economía y Hacienda tenía los días contados desde antes de la dimisión de Esperanza Aguirre al frente de la Comunidad.
El nuevo presidente regional, Ignacio González, le tenía en la mirilla desde el pasado mayo, cuando el Ejecutivo tuvo que formular, en apenas un mes, un tijeretazo de 1.045 millones de euros (sobre 17.048) a mitad de ejercicio para cumplir con el déficit del 1,5%. Los retrasos continuos en la presentación de la versión 2.0 del presupuesto durante cuatro Consejos de Gobierno consecutivos terminaron enemistando a Manglano con varios de los pesos pesados del Consejo de Gobierno. “A su antecesor, Antonio Beteta [actual secretario de Estado de Administraciones Públicas] no le habría pasado lo mismo”, opinan en la Puerta del Sol. “Quizás su problema fue que no tenía un discurso propio y por eso se convirtió en el portaestandarte de Aguirre. Ha sido muy doctrinario”, definen su etapa en el PP de Madrid. Para ejemplo, sus menciones a Corea del Norte cuando se dirigía a la bancada de izquierdas de la Asamblea de Madrid.
A Manglano tampoco le ayudó que se expusiera al libre albedrío en las redes sociales. Pese a que le habían aconsejado en reiteradas ocasiones que relajara su presencia en Twitter, o que le diese un contenido estrictamente institucional, Manglano hizo caso omiso y dejó toda una batería de tuits para las generaciones futuras. Un motivo más que le costó el puesto. Su deambular solitario por los pasillos de la Asamblea estos días, con la mirada perdida, presagiaba que su futuro ya estaba escrito.
Si la caída de Manglano se daba por segura en todas las quinielas, la de Plañiol no figuraba. La exconsejera de Presidencia y Justicia llegó a sonar como vicepresidenta, y por tanto número dos del Ejecutivo… Y se quedó en el camino. Respetada por su gestión y búsqueda de consensos —Madrid fue la única región que tuvo servicios mínimos en la huelga general del pasado marzo, tras acordarlo con los sindicatos—, parecía de la confianza de Ignacio González. Parecía.
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