El Parlament avala el referéndum
La Cámara catalana aprueba impulsar una consulta soberanista con el apoyo de CiU, ERC, ICV y SI El Partit dels Socialistes se abstiene para desmarcarse del PP
Artur Mas ya tiene vía libre para convertir las próximas elecciones catalanas del 25 de noviembre en un plebiscito sobre el derecho a la autodeterminación. El presidente de la Generalitat logró ayer un amplio apoyo del Parlament para su plan consistente en celebrar una consulta sobre la soberanía de Cataluña “preferentemente” la próxima legislatura. Convergència i Unió (CiU) recibió el respaldo de Iniciativa per Catalunya (ICV-EUiA), Esquerra Republicana (ERC), Solidaritat per Catalunya (SI), del diputado no adscrito Joan Laporta e incluso del diputado socialista díscolo Ernest Maragall para impulsar una consulta que promete abrir una brecha sin precedentes entre el Gobierno autónomo y la Administración central.
No es que el resultado de las elecciones del 25 de noviembre esté ya escrito, pero todos los partidos dan por hecha una reforzada mayoría soberanista en el próximo Parlament de Cataluña, algo que dará alas a la consulta. Además de los partidos nacionalistas, el Partit dels Socialistes (PSC) también ha virado la última semana en sus planteamientos para abrazar el “derecho a decidir” del pueblo catalán y defender una consulta o un referéndum, eso sí, “dentro de la legalidad”. Son tales las tensiones internas que sufre el PSC por la presión de su sector más catalanista, que ayer optó por abstenerse ante la propuesta de CiU y ni así pudo evitar que Maragall apoyara la resolución. Ello ha dado alas al Partido Popular (PP), que presume —además de Ciutadans (C's)— de ser la única formación que vela por la unidad de España.
La resolución, aprobada por 84 votos a favor, 26 abstenciones y 21 votos en contra (de un total de 131 diputados presentes), constata la necesidad de que “el pueblo de Cataluña decida su futuro a través de una consulta la próxima legislatura”. La esperanza de los partidos impulsores del texto es que si suman una amplia mayoría tras las elecciones se interprete como un “sí” de los catalanes a la celebración de un referéndum de autodeterminación. El Gobierno central lo rechaza de plano como lo dejó meridianamente claro la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría con su advertencia de acudir al Tribunal Constitucional.
Un Artur Mas visiblemente satisfecho abandonó la Cámara catalana entre aplausos y con medio millar de personas aclamándole en las puertas. Y exigiéndole firmeza.
No fue, sin embargo, una jornada redonda para el presidente de Cataluña. Mas recibió una sonora advertencia del empresariado catalán, informa Clara Blanchar. Salvador Alemany, presidente de Abertis y jefe de su comité asesor en economía, instó al diálogo y añadió que el conflicto no sale gratis: “A los empresarios se les presenta una situación compleja en este duelo entre Administraciones sobre qué pasará con su actividad”. Además, la pésima situación de las finanzas de la Generalitat hará que Cataluña sea la primera comunidad autónoma en recibir dinero del fondo de rescate, según anunció el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.
El último debate de la legislatura se centró en el referéndum y eclipsó las políticas de recortes de Mas. La oposición de izquierda no logró el consenso para impulsar resoluciones contra la austeridad. La sesión reflejó una vez más la fractura ya irreversible entre CiU y el PP, socios hasta hace dos meses.
Los populares acusaron a Mas de cometer una “grave irresponsabilidad” al forzar la ruptura con el resto de España. El PP impulsó una batería de propuestas en defensa del orden institucional —perdió todas— y, en pleno agravio, se alineó con Iniciativa per Catalunya reprobando la acción del Gobierno de Mas y su política sanitaria, aunque ellos mismos habían aprobado el euro por receta. Y entraron en un terreno casi tabú: apoyaron la denuncia de los ecosocialistas de los casos de corrupción que han salpicado a CiU como el caso Palau y el de las ITV. Alicia Sánchez-Camacho, la líder del PP, salió del Parlament en medio de los fuertes abucheos de unos 200 independentistas apostados ante el edificio.
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