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La lucha contra el fuego se viste “de saldos”

Brigadistas del servicio privatizado por la Xunta denuncian las condiciones laborales de su empresa

Incendio forestal en las inmediaciones del Cañón del Sil (Ourense), en 2010.
Incendio forestal en las inmediaciones del Cañón del Sil (Ourense), en 2010.NACHO GÓMEZ

Se quejan porque las isobaras los protegen más que la indumentaria. Trabajadores de Natutecnia, la firma que proveyó a la Xunta de brigadas helitransportadas a través de un contrato sin publicidad, aseguran que la empresa “se fue de saldos” cuando hubo que pertrecharlos con equipos adecuados y derechos laborales. Más encapotado que de costumbre, un cielo de estío inglés ha conseguido acallar las protestas de los brigadistas. Solamente el incendio de O Barco reveló errores de coordinación, pero la Xunta zanjó el asunto con un aplauso sin matices. Sin embargo, septiembre amenaza con animar los mercurios y las brigadas aéreas contienen la respiración. “No nos sentimos seguros”, afirman.

“Si en los primeros días de campaña llega a ocurrir un incendio, no habríamos sabido ni subir al helicóptero”. Lo dice un trabajador que, como otros 12 de los 13 peones de su brigada, nunca había pisado un helicóptero hasta que llegó a Natutecnia empujado por un secreto a voces. Un compañero en la base de la Xunta, “que sabía que le iban a dar el trabajo a la empresa” antes de que el contrato se hiciese público, lo animó a presentarse. Sin más información, y frustrado su intento de ocupar un puesto en la empresa pública Seaga, no halló otro remedio que encomendarse al “boca a boca”.

Una encuesta en la web de la empresa iniciaba la criba. Los solicitantes debían rellenarla con datos sobre experiencia y formación, pero nunca tuvieron que aportar documentación que los acreditase. Y a la luz de los resultados, queda por saber si llenar las casillas de méritos profesionales jugaba a favor o en contra. Pocos de los contratados han participado en más de tres campañas, y ni siquiera en brigadas de aire. De hecho, muchos se enfundaron el traje contraincendios por primera vez el 1 de julio. La central sindical CIG asegura tener constancia de “listas negras” emergidas de la Xunta para excluir del proceso a extrabajadores de Seaga. Natutecnia, sin embargo, mantiene que el proceso “fue transparente desde el primer momento” y añade que sus cuerpos están formados “íntegramente por una plantilla profesional altamente cualificada y capacitada”.

Reclaman equipos de protección en condiciones y un convenio laboral

Trabajan con miedo porque enfrentan las llamas con fundas que protegen “como un chándal”, y entrecomillan el gesto cuando las definen como “ignífugas”. A pesar de que la empresa asegura contar con “proveedores de equipos punteros a nivel nacional”, la descripción de los brigadistas insinúa que el EPI (Equipo de Protección Individual) es casi un oxímoron. Cuentan que les “arden los pies” cuando pisan suelo caliente porque utilizan “botas de desbroce” y que atraviesan el monte con guantes que sucumben a las espinas. Muchos optan por asumir la protección que no les garantiza la empresa. Buzos ignífugos, pantallas contra la radiación y gafas protectoras pesan en sus bolsillos “unos 100 euros”.

Las versiones tampoco se ponen de acuerdo en cuanto a los términos del contrato. Aunque Natutecnia sostiene que derechos y deberes “se le han explicado claramente a cada trabajador antes de ser contratado”, ellos aseguran desconocer el régimen interno de la empresa. “No hay convenio ni representante sindical”, apuntan. Y añaden que las reglas las forjaron los “escarmientos”. En la base de Ourense, hubo un sábado en el que varios brigadistas llegaron tarde al trabajo. A uno de ellos, que se retrasaba por tercera vez, le señalaron la puerta en un gesto aleccionador. Sin que mediasen más argumentos, lo despidieron a él y al compañero que objetó que la medida era “injusta”. “Un fondo de personal amplísimo” y el amparo de la reforma laboral posibilitan el procedimiento. A diferencia de Seaga y Tragsa, que por orden judicial ofrecen contratos temporales o fijos discontinuos, la modalidad de contrato en Natutecnia es por obra y les permitió aplicar dos meses “de prueba” a los tres que dura la campaña.

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Al final de cada mes, Natutecnia ingresa 1.108 euros en las cuentas de sus trabajadores sin aclarar si la cuantía lleva incluidos los complementos de peligrosidad que les corresponden. El sindicato nacionalista asegura que no se paga “el plus de 100 euros” que deben percibir las brigadas helitransportadas. Lo sospechan también los brigadistas, pero no pueden asegurarlo porque todavía no han recibido ni la nómina de julio. “Nos ingresan el salario, pero no conocemos el desglose”, denuncian.

Sin trabajos de precampaña y con escasa experiencia previa, se confiesan formados “sobre la marcha”. En un helicóptero modelo Puma de 1968, los brigadistas transforman las incidencias en material didáctico y desdeñan luchar por sus derechos porque “el trabajo hace falta”. La Xunta se desentiende porque no son sus trabajadores, aunque el dinero que los paga salga de sus arcas tras una adjudicación a dedo que les ha costado una denuncia de CIG por supuesta prevaricación. Por su parte, Natutecnia asegura ceñirse a “todos los detalles exigidos por Inaer”, una firma que suele proporcionar medios aéreos a la Xunta y que este año se encargó también de llenárselos de trabajadores. Y estos, sin alternativa, bromean sobre sus “cascos de obra tuneados” y se arman de valor porque en el conflicto abierto no encuentran a nadie dispuesto a defenderlos.

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