Yo de usted
"Somos una comunidad autónoma intervenida por un estado al que, a su vez, van a rescatar, así que prácticamente está atado de pies y manos"
Ahora que retomamos la actividad —y los sobresaltos— ordinarios, yo de usted, me lo pensaría. Ya comprendo que lo tiene difícil. Somos una comunidad autónoma intervenida por un estado al que, a su vez, van a rescatar, así que prácticamente está atado de pies y manos. No les falta razón a quienes le reclaman que dimita y deje paso a otros. Pero también entiendo su postura: usted no es responsable directo del desaguisado, fueron otros (sobre todo de su partido) los que nos llevaron al desastre. Doblemente encadenados como estamos, parece que solo le queda aguantar el chaparrón. Ahora bien: aunque poco, algo se puede hacer.
Aclaremos que no partimos de los mismos supuestos: a usted no parece molestarle el capitalismo salvaje en el que vivimos, a mí me gustaría embridarlo severamente. No obstante, salvada esta diferencia fundamental, entiendo que también coincidimos en algunas cosas. Por ejemplo, en el diagnóstico: hemos estado dilapidando los fondos públicos de manera disparatada y ahora no tenemos ni para pagar a las farmacias.
Ya sé que usted no se puede permitir reconocer estas verdades, pues los que acapararon prebendas y comisiones se le echarían encima. Sin embargo, las piensa, ¡cómo no va a pensarlas! De acuerdo: pasemos un tupido velo, no quiero pedirle imposibles. Pero sí que coincidirá conmigo en que la Comunidad Valenciana se ha convertido en el hazmerreír del mundo, aparece en la prensa internacional como paradigma de los males de España, lo peor de lo peor, y mientras esta percepción no se modifique, no podremos salir del agujero. ¿Quién se atrevería a abrir un salón de baile en Afganistán? Pues tampoco hay inversores que osen poner a trabajar su capital en la Comunidad Valenciana. Ya se vio lo que pasaba con nuestros bonos.
Nos consideran gente corrupta, dilapidadora, informal, unos vagos que quisieron hacerse ricos a base de pelotazos mientras sus dirigentes tomaban el dinero y salían corriendo. Por eso, yo de usted dedicaría lo que queda de legislatura a promocionar a otra clase de personas para que, cuando cambie la coyuntura, estemos en la línea de salida. No se trata de lanzar campañas de imagen. Se trata de prescindir de cientos, tal vez miles, de parásitos y de dejarse aconsejar por los mejores, aunque no sean de su partido, aunque sean colectivos tradicionalmente críticos con la Generalitat. Si hubieran obrado así, no asistiríamos hoy al increíble descrédito de la clase política valenciana, una casta egoísta a la que, no le quepa duda, acabarán llevándose por delante movidas como la del 25-S y otras que vendrán.
Es urgente recuperar aquella cultura del esfuerzo y de la innovación que siempre caracterizó a los valencianos y que sus compañeros han arruinado. Son tiempos muy duros y necesitamos un modelo diferente que nos permita tener esperanza en el futuro: usted mismo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.