La apuesta perfecta

A veces, el único reclamo que tienen los carteles de una corrida son los nombres de los toreros. Sin embargo, es mejor mirar la combinación entre matadores y animales. Por eso la de hoy supone una apuesta con pocas posibilidades de fallo; así que si quiere quedar bien con un allegado no dude en invitarle a la corrida de esta tarde en Vista Alegre. Las probabilidades de vivir un buen festejo son elevadas.

La razón fundamental la ofrece la ganadería anunciada, la de Alcurrucén, triunfadora de la pasada Aste Nagusia y que generalmente siempre ofrece algún ejemplar con posibilidades de éxito. Los astados de la familia Lozano no son los animales descastados que buscan las figuras, a los que se les pueden encadenar decenas de muletazos de cualquier manera. Por contra, suelen ser exigentes con los toreros, que si son capaces de aguantar e imponerse pueden cuajar una gran faena.

Con todo, los toros de este hierro que se lidiaron en Illunbe hace diez días no dieron el juego que de ellos se esperaba.

La terna de actuantes también invita al optimismo. La abre Enrique Ponce, que ayer hizo su primer paseíllo en estas Corridas Generales y que se ha apuntado a una ganadería de las dulces y a la de esta tarde, más alejada de las pretensiones de las figuritas actuales. El valenciano abrió la puerta grande de Bilbao el pasado junio; lo hizo de forma benévola y más inmerso en la emotividad del cincuentenario de la plaza que empujado por una actuación maciza como las de sus primeras tardes de triunfo en Vista Alegre.

Ponce ha estado casi un mes parado por una lesión muscular producida en la Feria de Julio de Valencia y llega a Bilbao tras triunfar en Almería el jueves.

La ambición de Miguel Ángel Perera, el segundo espada, debe ser suficiente para buscar un triunfo. El extremeño no vive su mejor temporada y necesita un triunfo en una plaza importante para sacar la cabeza. Bilbao debe ser ese lugar y él lo sabe.

Cierra el cartel Iván Fandiño, quien cortó dos orejas el miércoles en una soberbia actuación. El vizcaíno no puede pasar la oportunidad de convertirse en el triunfador del ciclo y a buen seguro pondrá toda la carne en el asador.

Por todo ello, se prevé una mejor respuesta de público que en los segundos sábados de años anteriores, día en el que tradicionalmente bajaba el número de espectadores ya metidos en la recta final de la Aste Nagusia. El tirón de Ponce y Fandiño es previsible que se haga notar en una jornada elegida por diferentes agrupaciones de aficionados para desplazarse a Bilbao. Están previstos algunos autocares desde Francia y un buen número de particulares que han programado su visita a Vista Alegre para los tres últimos días del ciclo.

Todo inspira a tarde para recordar. Alejados de la mediocridad que abunda en el orbe taurino, aquella vulgaridad interesada que no se cansó de denunciar el maestro Joaquín Vidal desde estas páginas, antes de firmar el mejor manifiesto taurino existente en su libro El toreo es grandeza. Pero ya se sabe que la amplia cultura taurina deja como advertencia el refrán “Tarde de expectación, tarde de decepción”. Que hoy no se cumpla el dicho.