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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Más pobres, tontos y calvos

Antes de que se me vaya (más) la olla, quiero dar mi más sincera, no cordial, enhorabuena al señor presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y a todos sus colegas que se citan con él en La Moncloa. No lo digo de broma, ni con ironía pedante, sino con todas las de la ley, de verdad, palabrita del niño Jesús. Enhorabuena por haber salido del armario y por haber dejado atrás aquella imagen impostada de presuntos liberales, tipos moderados (alguno, como el ministro de Justicia, Ruiz Gallardón, iba incluso de progresista en opinión de muchos incautos ciudadanos). La campaña electoral, hueca, sin más propuesta que la felicidad, así en abstracto, sin más debate que consigo mismo, sin más balance que el del adversario, les dejó como angelotes de Murillo, como buenos chicos con sanísimas intenciones, de esos que gustan a las suegras de antes que deseaban chicos planos para sus adorables hijitas.

Pues se acabó. La puerta del armario se ha desplomado de golpe y porrazo, y han surgido los chavalotes de la derecha pura y dura, la que siempre han llevado dentro, oculta en su traje de alpaca lavado para la ocasión. No, Gallardón no era el empollón aplicado de buen trato, moderado en las formas, algo repipi para mi gusto, sino el ambicioso candidato eterno a ministro que se ha destapado con las limitaciones a la ley del aborto y ahora se acerca más a Rouco Varela que a las mujeres, dueñas de su cuerpo y de sus actos. Lo de la ministra de Empleo es para nota. En un país con 5,5 millones de parados, me dirá qué pinta una ministra de Empleo. No me extraña que su departamento se dedique a filtrar EREs de los socialistas. En algo tienen que matar el tiempo esos muchachos.

Y que decir de Rajoy, el mudo que las mata callando y que con su política de recortes va a conseguir un récord difícil de mejorar. Ya sabíamos que éramos pobres, antes de que él llegara. Ahora ha conseguido que seamos más pobres y parece empeñado en que traspasemos hacia abajo el umbral de la pobreza. Pero además quiere una España más tonta, visto el rejonazo que le ha metido a la cultura y al material escolar. La cultura y la educación para los ricos (aunque no sepan qué hacer con ellas); los pobres a follar, como en el chiste. Pero no contento con ello, también quiere una España más fea. A la vista está con la manía que le ha cogido a las peluquerías al subirles el IVA al 21%. Me pregunto yo, en mi ingenuidad posvacacional, qué inquina le tiene Rajoy a los peluqueros y peluqueras. ¿También quiere que las peluquerías sean un asunto de ricos, de barbies de esas que abundan en su partido y que, por cierto, se copian los peinados como si de un uniforme de trabajo se tratara? Nos quiere pobres, tontos y calvos. En lo último yo ya me he adelantado. Si ya sabía yo hace tiempo que la cosa estaba muy malita...

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