“Para que nunca vuelva a ocurrir”
Los mensajes, en el decimoquinto aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco, se dirigen a rehacer la convivencia en este nuevo tiempo sin ETA
“La unidad política y social de entonces es la que nos debe llevar a derrotar definitivamente las ideas totalitarias”. Mari Mar Blanco, la hermana de Miguel Ángel, el concejal del Partido Popular asesinado por ETA en 1997, invocaba así la unión con que la sociedad vasca se rebeló contra el secuestro que acabó con la muerte del edil popular hace quince años. Al cumplirse tres lustros del asesinato, los homenajes a la figura de Miguel Ángel Blanco han sido sencillos, y con un mensaje muy claro por parte de la mayoría de los políticos: El recuerdo de Blanco, y la unidad que su muerte suscitó, deben servir de referencia ahora que Euskadi emprende el camino de la convivencia sin violencia.
Desde 1997 se ha recordado en numerosas ocasiones el ‘espíritu de Ermua’, que para muchos marcó “un antes y un después” en la lucha contra ETA, como sostuvo ayer el consejero de Interior, Rodolfo Ares. “Aquello produjo una rebelión ciudadana”.
El principal acto de recuerdo a Blanco en Euskadi tuvo lugar en la propia Ermua, la localidad vizcaína en la que vivía y de cuyo Ayuntamiento era concejal por el PP. Carlos Totorika (PSE-EE), que era alcalde en 1997 y lo sigue siendo ahora, manifestó que, aunque entonces ETA consiguió “arrebatar” la vida de Miguel Ángel, no logró arrancar "la libertad”. Totorika declaró que “vencida ETA, queda vencer el totalitarismo”, y llamó a toda la sociedad a “seguir trabajando” para rematar la construcción de “una convivencia plural”.
Los concejales de Ermua por la coalición Bildu no asistieron al homenaje, que consistió en una sencilla ofrenda floral junto al busto que recuerda al edil asesinado en la casa consistorial del municipio. Sí acudieron miembros de todos los partidos con representación en el Parlamento vasco, así como el resto de la Corporación local. En este sentido, Ares reclamó, en clara referencia a la formación abertzale, que “quienes ahora quieren hacer política respetando las reglas del juego” reconozcan su “equivocación y el daño causado”, y se sumen a los actos de reconocimiento a las víctimas del terrorismo.
Los asistentes a los sencillos homenajes coinciden en que “no debe olvidarse”
En su intervención en el Ayuntamiento de Ermua, Mari Mar Blanco, que es parlamentaria vasca por el PP, también se refirió a la ausencia de Bildu y denunció que “los hechos hablan por sí solos”, en referencia a la actitud de “quienes han sido legalizados pero siguen sin ser demócratas”. Reconoció que en Euskadi se viven momentos de “esperanza e ilusión” pero advirtió de que "no se puede bajar la guardia” porque “queda mucho por hacer”.
El mismo mensaje de seguir restañando heridas y continuar restableciendo el entendimiento también se escuchó en el otro acto en memoria de Blanco que la Universidad Pública Vasca (UPV) celebró ayer en la facultad de Sarriko, en Bilbao, donde Miguel Ángel había estudiado. El rector de la UPV, Iñaki Goirizelaia, reivindicó los valores universitarios del “diálogo y la palabra” como medios para construir una sociedad pacífica en la que crímenes así “no vuelvan a ocurrir”.
El lehendakari, Patxi López, insistió en la misma idea al recordar a Blanco, al asegurar que lo que toca “en este nuevo tiempo de libertad”, es “construir la convivencia democrática”. López coincidió con el presidente de los populares vascos, Antonio Basagoiti, en el camino para alcanzar ese entendimiento entre diferentes. Ambos creen que antes hay que acabar con la “ideología totalitaria” que condujo a perpetrar asesinatos como el de Blanco. El líder del PNV, Iñigo Urkullu, también sostuvo en que fue “el fanatismo” lo que llevó a ETA a matar a Blanco y pidió a los ciudadanos que no olviden lo ocurrido, “para que nunca más se pueda repetir”.
Quince años después de que cientos de miles de vascos salieran a la calle para condenar el asesinato de un joven concejal, sacudidos por el ‘espíritu de Ermua’, los homenajes a su figura no han sido ni mucho menos multitudinarios. Pero quienes ayer evocaban su memoria coincidien en que aquella chispa, encendida por un crimen que marcó “un antes y un después”, no debe perderse en el olvido en la reconstrucción de la convivencia. Para que nunca más vuelva a ocurrir.
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