Sánchez Piñol apuesta por la ‘rauxa’ para novelar el 1714
‘Victus’, escrita en castellano, se editará en otoño y ensalza a Villarroel y al pueblo llano durante el sitio de Barcelona
Barcelona combatió el asedio borbónico en 1714 algo más de un año, cuando los expertos militares de la época en técnicas de la fortificación y expugnación, como el francés marqués de Vauban, preveían para casos así una resistencia de un mes. “Hubo un punto de rauxa, de irracionalidad, en la defensa que hizo el pueblo llano, que fue el que aguantó ese asedio”, argumenta Albert Sánchez Piñol, que cree que un episodio como el del 11 de septiembre de 1714 “solo puede explicarse desde la rauxa y no desde el seny”. Y a fe que el autor del best-seller La pell freda se ha aplicado el dictum: 600 páginas, escritas directamente en castellano, con un Villarroel exborbónico y de habla castellana mucho más heroico que un acomodaticio Casanova y con las clases populares forzando a los políticos a no rendirse. El iconoclasta resultado es Victus, reto novelístico que La Campana lanzará en otoño (25.000 ejemplares).
“Llevo toda la vida con este tema; la historia ya te ofrece los elementos dramáticos depurados: una resistencia heroica de una ciudad asediada que lucha contra dos imperios; un comandante en jefe de la ciudad exborbónico; una parte de la nobleza catalana, como Antoni Berenguer y su mano izquierda, Rafael Nebot, fustigando desde dentro y rozando la traición… ¿Cómo renunciar a una historia así?”.
La estratagema literaria de Sánchez Piñol, que ya mostró en su novela Pandora al Congo, hace siete años, una apabullante capacidad fabuladora, al estilo de los grandes autores del XIX, pasa ahora por Martí Zuviri, catalán que dicta sus memorias. Sin desperdicio: aprendiz aventajado en Francia de las técnicas de Vauban, Zuviri estará con las tropas sitiadoras y al final optará por los resistentes, que le acabarán descubriendo aquello que no le consagró en Francia: que la defensa perfecta no está en la técnica, sino en los que se entregan en cuerpo y alma al amparo de la libertad y de sus creencias.
"Cierto catalanismo conservador ha difuminado algunos episodios"
El libro responde al espíritu independiente del antropólogo escritor, por su fondo y por su forma. Así, contesta a las tesis revisionistas que llegan a sostener que los catalanes lucharon por un rey que quería gobernar en toda España. “Eso era una excusa que los legitimaba. ¿Cómo iba una ciudad entera a dejarse machacar por un rey que estaba en Viena? Luchaban por sus libertades, por mantener unas leyes que no comportasen ser llevados a Madrid a juicio o tener que ser enviado a América o pagar unos impuestos determinados”.
Tampoco quedarán contentos algunos lectores catalanes. “Cierto catalanismo conservador ha difuminado episodios claves de este suceso, como el papel huidizo de las clases dirigentes o la identidad de Villarroel en favor de Casanova. Este era un político, no quería que la ciudad resistiera; curiosamente, nunca sufrió represalias; él tiene estatuas en la ciudad, y Villarroel, no. Sí, le reivindico”.
El otro tema espinoso es la elección de la lengua, el salto de Sánchez Piñol, estandarte de la literatura catalana de hoy bien hecha y, además, exportable y rentable, al castellano. “El primer estupefacto soy yo mismo. Empecé la novela hace unos 10 años en catalán, claro, pero a las 100 páginas vi que no tiraba y la aparqué; hasta que un día traduje la primera página al castellano y fluyó”. Es consciente de que se puede hacer de ello “una lectura de deserción moral”, que él ataja: “No gano nada con el cambio de lengua: ni me he presentado a un premio galáctico ni he saltado de editorial”.
"Se hará una lectura de deserción moral, pero no gano al cambiar de lengua"
Como en toda buena obra, de Victus pueden hacerse transposiciones a la actualidad. “Quien estaba en armas contra los Borbones era el pueblo; su papel fue capital y se ha obviado; fueron ellos los que forzaron a las clases dominantes a resistir. Solo hay que mirar hoy el 51% en favor del independentismo que dan las encuestas y dónde están los políticos… Sí, hay cierto hilo de plata conductor: 1714 fue un capital simbólico por el simple hecho de que no se rindieron; fue una derrota, pero ganaron el futuro”, sentencia. Y compara la situación con lo que ocurrió en Valencia sólo siete años antes: “Se rindieron y mira dónde está ahora el catalanismo político ahí".
Sobre los fastos de los 300 años de la caída de Barcelona que tendrán lugar en 2014 y que en Cataluña y Barcelona dirigirán Miquel Calzada, Mikimoto, y Toni Soler, admite el escritor que lo vive “con cierto escepticismo y ya, al margen de quién, por el qué se hará y con qué presupuesto. ¿Paseítos por el Born? En esta novela me sobraban héroes porque estaban en la vida real, ¿cómo no crear un imaginario con ellos? Dudo que se tenga el gran presupuesto para ello, pero los grandes imaginarios colectivos se hacen hoy desde el ámbito audiovisual y el episodio de 1714 tiene todos los ingredientes para una superproducción”. Hasta la rauxa.
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