¿Sólo por las obras?
Marcelo Bielsa rompe guiones previsibles. Es consustancial a su forma de ser. Todavía las redes social palpitan la sucesión interminable de argumentos destilados por el entrenador argentino para expresar con su verbo más nervioso que nunca el enojo que le ha producido la incapacidad del Athletic para obligar a que una empresa sea capaz de cumplir con las reformas de Lezama que había pedido como catarsis psicológica para insuflar el ánimo de una plantilla acartonada tras la derrota en las finales de la Europa League y la Copa.
Según su particular carta técnica, Bielsa había identificado la motivación de su plantilla a partir de la mejora en las condiciones de trabajo en Lezama. Sabedor de la encorsetada capacidad del Athletic para reforzar el equipo, el entrenador ha buscado la progresión por medio de un entorno propio de los clubes de referencia internacional. A tal punto fio su apuesta que la imposibilidad de conseguirlo le ha hecho comportarse, según admitió, como un salvaje.
En esencia, Bielsa, en un ejercicio de confesionario abierto, vino a reconocerr que al sentirse indignado por el incumplimiento en las obras de mejora de Lezama que había exigido, y sorprendido por la inanición de la directiva ante tamaño retraso, no le ha quedado otro remedio que, mucho antes de saludar a sus jugadores o incluso interesarse por su estado físico, armarse de valor, agarrar por la solapa al encargado de los albañiles, recriminarle que no cumple con su obligación y, de paso, acusar a la empresa adjudicataria de estafa. Y para dejar el sello inconfudible de su personalidad, adjunta la copia en la que se denuncia por su comportamiento tan agresivo.
Nadie en el Athletic parecía darle tamaño dramatismo al desdén deportivo con el que Bielsa acometió el inicio de la pretemporada. Ni siquiera hubo quien reparó en la perplejidad de una plantilla, atónita por empezar a correr sin su entrenador, a quien, sin embargo, veían convertido en capataz de las obras. Pero ahí, en realidad, se estaba inoculando el feroz ataque dirigido por el técnico contra quienes no han cumplido con su palabra. No se salvó nadie.
¿Solo las obras son la causa de su expresivo enojo? ¿Hay un mar de fondo que emerge ahora? Bielsa, de hecho, volteó a la directiva. Les acusó de connivencia con la incapacidad, vaya de permitir que las cosas se hagan mal. ¿Es verdad? No solo vociferó en público a un aturdido José María Amorrortu en presencia de cámaras y periodistas, sino que señaló con el dedo al club. ¿Estafó la empresa encargada de las reformas?
Por si fuera poco, el entrenador no comparte los fichajes de Aduriz e Ismael López. ¿Por qué se hicieron entonces? Incluso, discrepa de que sigan en la plantilla los jugadores que no desea. Sin embargo, niega que vaya a marcharse. ¿Seguirá trabajando a gusto?
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