“Las boticas recaudan para el Estado”
Sanidade aprecia “normalidad” en la implantación del sistema de copago y los farmacéuticos resaltan la desinformación y las protestas de los clientes
Muchas malas caras y algunas quejas. Es lo que se podía ver ayer en las farmacias gallegas y, en este caso, el motivo no era la enfermedad. En el primer día laboral tras su entrada en vigor, el copago sanitario fue aceptado con resignación por unos clientes poco informados y por los organismos farmacéuticos, que lo perciben como un mal menor.
Aunque los colegios de farmacéuticos detectaron diversas incidencias con la aplicación del nuevo sistema, la Consellería de Sanidade aseguró que estos fallos se fueron resolviendo al momento, reduciéndolos a “algunas preguntas y requerimientos” de los clientes. Las dudas vienen sobre todo de aquellos usuarios que cambian su aportación del 40 al 50% del precio y que no contaban con ello. La presidenta del Colegio de Farmacéuticos de A Coruña, Rosa Lendoiro, especifica que un 75% de las incidencias registradas eran sobre la aportación que debía hacer cada usuario. Los fallos informáticos representaron tan sólo el 25% de los problemas.
La Federación de Farmacéuticos de Galicia, coincidiendo con la administración, señaló normalidad absoluta. Su presidente, José Luis Rodríguez Dacal, ve el copago farmacéutico como un mal necesario ante la mala situación del sistema sanitario, preferible a otro tipo de recortes. “Hay que quitar de aquí para mantener la inversión en asuntos más importantes, como los hospitales o las intervenciones quirúrgicas”.
La implantación del copago farmacéutico, con la que el Gobierno central busca ahorrar un total de 165 millones, obliga a los pensionistas, por primera vez en la historia del sistema de salud español, a pagar por la adquisición de fármacos con receta —salvo a aquellos que reciban una pensión mínima o no contributiva—. Con todo, Galicia es, junto con Andalucía, la única comunidad autónoma en la que los pensionistas solo pagarán hasta su cupo mensual que, según la renta, se moverá en un umbral que va desde los ocho a los 60 euros.
En las farmacias, la implantación del copago fue acogida con nerviosismo aunque sin grandes sobresaltos. “Hoy fue el primer lunes con la medida en vigor y no sabíamos qué iba a pasar”, ha explicado María, trabajadora de una farmacia de Santiago. “Por fortuna el sistema informático funcionó sin problemas, aunque mucha gente protestó por los precios”, ha explicado. Para ella, la aplicación del copago menguará la calidad del sistema sanitario. “Con esta crisis habrá gente que no compre medicamentos para ahorrar unos céntimos”.
Para José Ángel, propietario de una céntrica farmacia de la capital gallega, el día fue tranquilo ya que muchos de los clientes hicieron acopio de sus medicamentos la semana pasada. “Lo que sí que percibimos fue que los que vinieron estaban totalmente desinformados. Los boticarios hicimos de informadores de la reforma y de recaudadores para el Estado”, criticó. Con todo, si en algo coinciden los propietarios farmacéuticos es en que el nuevo sistema se implantó tarde, mal y a rastro. “Muchos tuvimos que esperar al sábado para que nos instalaran el programa informático y todavía hoy estamos leyendo el manual que se nos dio”, ha explicado José Ángel.
Entre los clientes, resignación y quejas. María José —nombre ficticio de una santiaguesa que no quiso revelar su identidad— tiene 73 años y percibe una pensión de jubilación de 2.000 euros, por lo que tendrá que abonar un máximo mensual de 18 euros por el pago de sus medicamentos. Para ella, el nuevo sistema solo traerá inconvenientes. “Atacan a los de siempre. Los pensionistas que cobren poco, con los problemas de salud de esas edades, no sé qué van a hacer”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.