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JOSÉ VILAR | Mejor biofísico menor de 40 años de España

“Lo que menos me gusta de mi trabajo es tener que pedir dinero”

Vilar aplica la física a la biología para diagnosticar enfermedades

José Vilar posa en su despacho de la Unidad de Biofísica de la UPV, en Leioa.
José Vilar posa en su despacho de la Unidad de Biofísica de la UPV, en Leioa.TXETXU BERRUEZO

La impresión de persona seria que transmite en un primer momento se desbarata durante la entrevista. José Vilar (Barcelona 1972) ríe con frecuencia, casi en cada respuesta. El investigador de Ikerbasque ha sido considerado por la Sociedad de Biofísica de España (SBE) como el mejor biofísico nacional menor de 40 años. Recogerá el premio el próximo 5 de julio, en Barcelona.

Perfil

José Vilar (Barcelona, 1972) es doctor en Física por la Universidad de Barcelona. Tras presentar su tesis sobre fluidos magnéticos en 1998, realizó el postdoctorado en Biofísica en las universidades norteamericanas de Princeton y Rockefeller. Dirigió durante cuatro años un grupo de biología computacional en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York. Trabaja en la Unidad de Biofísica de Leioa, centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la UPV, desde el año 2008.

Pregunta. ¿Qué pensó cuando le comunicaron el premio?

Respuesta. Siempre gusta que otros reconozcan lo que has hecho. Sentí satisfacción, aunque tampoco me puse a tirar cohetes . Me gusta más la ciencia y los resultados que los premios.

P. ¿Qué está investigando?

R. Hacemos modelos computacionales de procesos biológicos. La idea es que si sabes cómo funcionan las cosas desde un punto de vista matemático, sabes cómo puedes manipular el sistema para cambiar su comportamiento. Por ejemplo, cómo se puede hacer para que las células se mueran, crezcan más… Estas cosas son importantes en enfermedades como el cáncer, donde las células crecen demasiado o no se mueren cuando se tienen que morir. El objetivo es desarrollar medicamentos que ataquen determinadas moléculas de la célula y así modificar comportamientos.

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P. ¿Se trata de aplicar la ingeniería y la física a la biología?

R. Sí. La célula tiene moléculas y estas tienen propiedades físicas: unas interaccionan, otras se pueden doblar... Metes todos estos datos en los modelos matemáticos para predecir qué es lo que va a pasar. Por ejemplo, en ingeniería hay lo que se llama teoría de control, cómo diseñar determinados aparatos para poder controlar. Los aviones tienen estos sistemas. Cuando hay viento, el ordenador determina el tipo de turbulencia y ajusta las alas para estabilizar el aparato. Queremos hacer algo parecido en biología. Por lo general, si la enfermedad es complicada y pones un medicamento en algún sitio, salta una alarma por otro lado y tienes que poner otro fármaco allí. Se trata de encontrar combinaciones.

P. Habla de predecir lo que va a pasar. ¿Trabaja también en la mejora del diagnóstico?

R. En el diagnóstico molecular. Coges células de pacientes, miras las moléculas que tienen y en función de eso haces tus análisis matemáticos y ves si esa persona está enferma.

P. ¿Siempre quiso dedicarse a la investigación?

R. Más o menos. Siempre me interesaron las cosas técnicas. Nunca quise ser biólogo, pero poco a poco me he ido acercando.

P. Antes de trabajar para Ikerbasque dirigía un grupo de biología computacional en Nueva York. ¿Por qué aceptó venir?

R. En algún momento quería volver y en 2008 parecía que todo iba bien aquí. Encontré lo de Ikerbasque en este centro [Unidad de Biofísica] y me vine.

P. ¿Tiene lo que necesita?

R. Sí. No necesito mucho. Una pantalla grande y algunos ordenadores. Me va mejor que allí.

P. ¿Cómo está la investigación en Euskadi?

R. Cada vez mejor. En Valencia han recortado mucho, también en Barcelona… Aquí, de momento, eso no está pasando.

“La ciencia es cuestión de tiempo y eso a veces no se entiende”

P. ¿Hay fuga de cerebros?

R. La fuga de cerebros es generalizada, no es solo en España. Alemania parece que se salva.

P. ¿La inversión en I+D es necesaria?

R. Sí, pero la ciencia es cuestión de tiempo y eso a veces no se entiende. Hacer un grupo cuesta unos cinco años; hacer un centro reuniendo varios grupos, diez. Desde que un grupo empieza a trabajar hasta que saca resultados suelen pasar cinco años. La gente que produce antes es porque lleva una trayectoria.

P. ¿Qué se le pasa por la cabeza cuando escucha hablar de recortes en investigación y de una generación perdida?

R. Sería mejor que no pasaran estas cosas. Sobre todo por la falta de confianza que genera. A los grupos de trabajo que han descubierto cosas buenas no les puedes apartar así. En mi caso, puedo coger el ordenador y llevármelo a otro lugar, pero ¿qué pasa con los que tienen laboratorios con productos biológicos o ratones en jaulas? Todo esto genera, además, una mala publicidad. Los chicos que estén pensando en ser científicos pierden esa ilusión.

P. ¿La ciencia debería mandar sobre la política?

R. Si fuera así, los científicos no pararíamos de pedir; sin límite [risas]. Se trata de tener lo básico para funcionar. Debemos ser razonables. Hay un punto en el que el dinero de más no te ayuda a mejorar.

P. ¿Cómo convencería a un ciudadano que no llega a fin de mes de que es necesario gastar más dinero en I+D?

R. Los puestos de trabajo que se generan cuando se investiga siempre son de mayor calidad. Si piensas en el futuro, investigar es bueno. En Euskadi, con la crisis de los 80, se invirtió en tecnología y ahora está mucho mejor que otros lugares.

P. ¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?

R. Ver que el resultado de la investigación funciona.

P. ¿Y lo que menos?

R. Pedir dinero para poder seguir investigando, justificar por qué necesitas una cantidad. Tienes que explicar el resultado y a veces aún no lo sabes.

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