Rescatados por los piratas
"De lo que se trata ahora, entre tantas otras cosas, es de que alguien controle el reparto de tan sustanciosa operación"
Ahora que al parecer estamos rescatados, es de esperar que los rescatadores no nos exijan lo poco que nos queda para pagar el rescate. De momento, Mariano Rajoy (escoltado por Jorge Moragas, claro: ¿habrá por ahí alguna instantánea en que caballero y escudero no aparezcan juntitos?) dio el trabajo por cumplido y se largó a Polonia para vociferar como un hooligan cualquiera el misérrimo gol de España frente a Italia en la Eurocopa, que bien mirado es prácticamente lo único que queda en pie del sueño europeo. Se dirá que no es poca cosa, y es cierto, ya que el fútbol español, más bien los clubes que mangonean el fútbol español, no parecen haber sido todavía objeto de rescate, no se sabe bien por qué bula de interés nacional. Lo cierto es que los analistas de la cosa financiera andan echando cuentas del tipo de adónde vamos, de dónde venimos, cuánto nos costará el viaje a ninguna parte. Eso sin olvidar que basta con ver (y escuchar, que viene a ser peor) el entusiasmo con que los comentaristas retransmiten los merecidos triunfos de Rafa Nadal sobre la pista de tierra para persuadirse de que la neutralidad deportiva no es precisamente su fuerte, en un derroche de nacionalismo que aspira sin duda a resultar contagioso. Lástima que no dispongamos en este momento de un boxeador a lo Uzcudun de origen madrileño capaz de darle a un fornido contrincante alemán lo que se merece hasta tumbarlo sobre la lona; eso sería ya el delirio colectivo.
Así que, rescatados al fin, pese a las numerosas afirmaciones en contrario de abrigar esa pretensión, y al que Europa se lo de, la Banca se lo bendiga. De lo que se trata ahora, entre tantas otras cosas, es de que alguien controle el reparto de tan sustanciosa operación, no vaya a ser que ocurra como con Rafael Blasco y su irrefrenable propensión a la solidaridad por cuenta ajena. Y de paso no estaría de más controlar de algún modo el estipendio de consejeros bancarios, supervisores, consejeros y cuñados en general, aunque solo sea para evitar la vergüenza de ver sus sueldos y sobresueldos en negro sobre blanco en un listado de periódico. No es por nada, pero cien mil millones del ala no son cosa de poca monta, y parece conveniente que con su administración y reparto no suceda lo que pasa casi siempre con las ayudas humanitarias a países en situación catastrófica, ya sea debido a desastres naturales o a la autofilantropía de sus dirigentes. Y si es cierto que Rajoy remitió a Luis de Guindos un SMS diciéndole más o menos que no se preocupara, que esto no es Uganda, pues entonces peor todavía, ya que si en el sugerente imaginario de los gobernantes figura Uganda como posibilidad, aunque sea para descartarla, es porque merodea en sus entendederas un fantasma de pesadilla que sin duda conocen perfectamente, tanto por acción como por omisión.
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