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La basura se instala en el aeropuerto de El Prat

Los empelados de limpieza de la Terminal 1 del aeropuerto, en huelga por segundo día consecutivo

La Terminal 1 del aeropuerto de El Prat este miércoles.
La Terminal 1 del aeropuerto de El Prat este miércoles.ANTHONY COYLE

“Somos trabajadores de la limpieza y nuestra forma de protestar es tirar basura”, dice sonriente una de las cuatro mujeres que, de forma rotatoria, ocupan la “comisión central”, como ellas la llaman: un pequeño perímetro de bolsas de basura repletas de diarios, aparcado junto a un coche de promoción en el corazón de la primera planta de la Terminal 1 durante la segunda jornada de huelga de los empleados de limpieza del aeropuerto de El Prat de Barcelona, que ha finalizado a las 18.00 horas del miércoles.

El estado de las papeleras evidencia la mañana de este miércoles las consecuencias del paro al margen de la suciedad provocada por los propios huelguistas. Aseguran que nadie les ha llamado la atención por tirar recortes de periódicos al suelo y que la mayoría de los viajeros les apoyan y se suman, por unos minutos, a las protestas. “Muchos hasta se ponen las pegatinas y nos animan a continuar”, comenta una de las mujeres mientras rasga y rasga diarios sin descanso, deteniéndose solo para mostrar las llagas que, asegura, le ha provocado la tarea. “Cada 15 minutos vienen y se llevan dos, tres o todas las bolsas que tengamos preparadas”, asegura, en referencia al centenar de empleados que desde ayer martes se pasean por toda la terminal con pancartas, pitos, bocinas y coreando consignas del tipo “Con este Gobierno vamos de culo”.

La mayoría de las papeleras de la T-1 están a rebosar de todo tipo de desperdicios salvo los orgánicos que, junto a los cuartos de baño, constituyen las excepciones de limpieza que tienen que cumplir los servicios mínimos, que son del 50% (30 empleados). Los trabajadores de las aerolíneas y el discurrir de los viajeros ha generado irregulares senderos libres de celulosa, si bien es cierto que el alfombrado de periódicos sigue siendo el elemento más llamativo actualmente en el aeropuerto de Barcelona para los sorprendidos viajeros que aterrizan. “Esperábamos otra cosa de Barcelona”, asegura una joven pareja canaria recién llegada.

Huelguistas recortado diarios para lanzarlos luego en la Terminal 1 del aeropuerto de EL Prat.
Huelguistas recortado diarios para lanzarlos luego en la Terminal 1 del aeropuerto de EL Prat.ANTHONY COYLE

En los cuartos de baño el ambiente no es de pulcritud, pero tampoco son un estercolero. A pesar de que pueden verse algunos papeles, en general los empleados están respetando los servicios mínimos. La única novedad son los guardias de seguridad que hay en cada uno de los servicios, vigilando que no se arme alboroto en su interior. También están limpios los accesos exteriores. Un empleado de Pilsa, la encargada de su limpieza, asegura haber tenido “mucha faena” esta mañana. Y se nota, ya que no hay punto de comparación con el aspecto que presentaba la acera exterior ayer cuando explotaron las protestas.

La huelga en el servicio de limpieza, los pasados jueves y viernes en la Terminal 2 y este martes y miércoles en la Terminal 1, se ha desencadenado tras varias negociaciones infructuosas que la empresa Mantres-Ingesan ha mantenido con los trabajadores y con la Generalitat. “Hemos intentado negociar”, asegura el director gerente de EFS, Marcos Gordaliza, quién además afirma que “no se ha anunciado ningún despido ni reducción de sueldo, solo que se trabajen menos festivos”.

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“Con la que está cayendo lo que les pedimos nos parece lógico”, dice Gordaliza. Las desavenencias entre plantilla y empresa se basan en la “pérdida económica y de condiciones sociales” que desencadenaría la firma del nuevo convenio laboral (el actual, que caducó en diciembre, está prorrogado). Los empleados estiman que dejarán de percibir unos 800 euros anuales en complementos salariales. Gordaliza admite que el nuevo acuerdo “se hará a la baja”, pero precisa: “Trabajan 35 horas semanales pero tienen un cuadrante de 40 gracias a lo cual disponen de un mes y medio más de vacaciones además de los 31 días que les corresponden”. Gordaliza aclara que la empresa “solo” pide que “trabajen menos”. Además de reducir la jornada laboral de ocho a siete horas, quieren reducir el número de suplencias en verano ampliando de dos a cuatro meses el periodo de rotación anual de vacaciones de verano.

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