El PP respalda a Fabra con un 81% de los votos pero se rompe en Valencia

Alberto Fabra abrió ayer una nueva etapa en el PP valenciano. El presidente de los populares valencianos consiguió el respaldo del 81,3% de los compromisarios del 13º congreso regional, que se celebra en Alicante, pero la elección del consejero de Gobernación, Serafín Castellano, como nuevo secretario general ha generado una grave crisis en la provincia de Valencia. La lista encabezada por Fabra cosechó un 18,7% de votos en blanco, fundamentalmente de los seguidores del presidente provincial de Valencia, Alfonso Rus, y, en menor medida, de alguna comarca alicantina. Desde la etapa de Eduardo Zaplana los presidentes del PP valenciano han sido elegidos con porcentajes superiores al 98% de voto. La excepción fue el congreso de 2004, cuando Francisco Camps pagó su choque con Zaplana y solo obtuvo el 78%.

Fabra presentó una propuesta de dirección de la que quedan fuera los seguidores de Rus. El presidente regional aparta de la cúpula del PP a todos los cargos imputados en casos de corrupción, sobre todo a los que tendrán que declarar en el juzgado por financiación irregular del partido. Y también se deshace de los elementos más reconocibles del campismo, como el grupo que lidera el presidente de las Cortes, Juan Cotino, a la vez que incorpora buen número de exzaplanistas. Fabra no hizo en la primera jornada del congreso ni una sola mención a su antecesor Francisco Camps, ausente en el cónclave.

El líder de los populares valencianos lo dejó claro en su alocución ante los 995 compromisarios —finalmente solo votaron 953— reunidos en el Auditorio de la Diputación de Alicante. “Quiero impulsar una renovación en el partido para poner el contador a cero”, afirmó Fabra. “La herramienta es el Gobierno, la fuerza es el partido”.

El presidente del PP de la Comunidad Valenciana dedicó las horas previas a la presentación de su candidatura a mitigar buena parte del malestar generado en las provincias de Valencia y Alicante por la designación del consejero de Gobernación, Serafín Castellano, como nuevo secretario general en sustitución de Antonio Clemente.

Un nombramiento que es visto como una declaración de guerra por parte de Alfonso Rus, cuyo entorno cree que la designación de Castellano es el primer peldaño de una estrategia destinada a desalojarlo de la presidencia provincial del PP de Valencia.

Para reducir el voto de castigo, Fabra optó por ampliar la dirección regional todo lo necesario para integrar a la práctica a todos los sectores, con la excepción de los seguidores de Rus.

Fabra: “Tenemos que

La nueva dirección elegida ayer la integran 69 personas. Las áreas ejecutivas pasan de 33, tal y como figura en el anterior organigrama del PP regional, a un total de 48.

En la cúpula del partido, el presidente de la Generalitat coloca contrapesos internos a su número dos, Serafín Castellano, y se garantiza el control de las áreas de Organización y Tesorería. La primera la ocupará Marisol Linares, actual secretaria provincial del PP de Castellón, y la segunda el alcalde de Segorbe, Rafael Calvo.

Fabra se mostró plenamente consciente del daño que le van a hacer al PP las causas por corrupción (caso Gürtel, financiación irregular del PPCV, caso Brugal, caso Urdangarin y el caso de los fondos de cooperación). Por eso, proclamó a los compromisarios: “Tenemos que construir un nuevo partido, adaptado a los nuevos tiempos. Quiero que seamos un modelo de conducta. Somos honrados y es imprescindible que los ciudadanos lo sepan”. Fabra barre de la dirección a cargos como David Serra, hasta ayer responsable de Organización, o a la tesorera Yolanda García, imputados en la financiación irregular.

En su intervención, el presidente de la Generalitat y líder de los populares advirtió a quienes amenazaban con votar en blanco su candidatura, fundamentalmente por la inclusión de Serafín Castellano como número dos, que no iba a tolerar que le plantasen cara dentro del partido.

Priroridad: gestionar la crisis económica

La prioridad para Fabra es gestionar una crisis económica sin precedentes que amenaza con desgastar a un PP que gobierna en 356 municipios valencianos, tres diputaciones, la Generalitat y el Gobierno de España. “Aquí solo hay una batalla, la de la crisis económica y quien no arrime el hombro, no ha entendido el mensaje”, sentenció. “No podemos perdernos en debates estériles, ni por el quién, ni por el nombre, porque todos somos PP. La sociedad necesita que la ayudemos a salir de la crisis”.

La apelación solo surtió parte del efecto deseado, porque el respaldo a Fabra no alcanzó el 90% de los votos, como quería el equipo del presidente. Aunque los votos en blanco de castigo son de los que esperaban los críticos, que confiaban en alcanzar un 30%. La situación augura una intensa batalla por el control del PP provincial de Valencia. Alfonso Rus tiene previsto convocar mañana el congreso provincial para el 7 de julio y está dispuesto a medirse con cualquiera.

El presidente del PP

Las presiones a los partidarios de Rus para que se integrasen en la candidatura y abandonasen a su jefe de filas tuvieron un resultado desigual. Fabra incorpora a Máximo Caturla, del equipo de gobierno de Rus en la Diputación de Valencia, y al alcalde de Paiporta, Vicente Ibor.

En la nueva dirección, Fabra integra a la práctica totalidad de tribus de la provincia de Alicante, fabristas, campistas, exzaplanistas, y ripollistas, pese a lo cual no pudo evitar evitar un pequeño castigo de descontento. El vicepresidente del Consell, José Ciscar, logró colocar de número tres del PP regional al alcalde de Calp, César Sánchez, en un organigrama en el que Miguel Ortiz, presidente provincial de Alicante, asume la vicesecretaría de Política Territorial.

El alcalde de Crevillent, César Augusto Asencio, logra la vicesecretaria de Política Social. El comité electoral lo presidirá la consejera de Educación, María José Catalá, y salva al anterior número dos, Antonio Clemente, como coordinador de Política Autonómica.

La vicesecretaría de Comunicación recae sobre el concejal de Valencia, Jorge Bellver, que hizo un discurso extremadamente elogioso de Rita Barberá para vencer los recelos que despierta su promoción.