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MUSEOS

Una Micronesia de la memoria

Un centenar de museos se reparten por Euskadi de forma desequilibrada y sin coordinación Hoy celebran su Día Internacional con actividades y jornadas de puertas abiertas

El mapa de los museos del País Vasco muestra una orografía accidentada y un reparto desequilibrado. En las tres provincias existen más de un centenar de museos que abarcan desde el Guggenheim, con más de 24 millones de euros de presupuesto y proyección internacional, al Museo de la Miel, de Murgia, que sólo abre dos horas a la semana durante la mitad del año. Son los extremos de una larga nómina de museos en la que están, entre muchos otros, el Artium, en Vitoria, el de Bellas Artes de Bilbao, el dedicado al modisto Cristobal Balenciaga, en Getaria, los arqueológicos de Álava y Bizkaia, el Aquarium de San Sebastián, el de la Ertzaintza, en la academia de la policía de Arkaute, la fábrica de boinas La Encartada, en Balmaseda, o el de la sokatira, en Nuarbe.

Hoy muchos de ellos se unen a la celebración del Día Internacional de los Museos, que desde 1977 promueve el Consejo Internacional de Museos (ICOM), con actividades conmemorativas, jornadas de puertas abiertas y visitas guiadas. El objetivo es “acercarse al público y a la sociedad”, este año bajo el lema Museos en un mundo cambiante. Nuevos retos, nuevas inspiraciones.

El centenar de museos vascos, la mayoría instituciones abiertas después de 1975, cumplen con su misión de forma prácticamente aislada. Forman una “Micronesia de andar por casa”, en palabras del profesor de Historia del Arte de la Universidad del País Vasco, Iñaki Díaz Balerdi. Experto en museología y autor del libro Archipiélagos imaginarios. Museos de la Comunidad Autónoma del País Vasco, Díaz Balerdi considera que el número es, en términos cuantitativos, excesivo para las dimensiones territoriales y la población del País Vasco. “Son muchos, pero no supone una excepción en Europa. La proliferación de los museos es una realidad que no se ha estudiado en profundidad”, señala.

Una obra de la exposición 'Plágaro' en el Artium.
Una obra de la exposición 'Plágaro' en el Artium.L. RICO

Díaz Balerdi encuentra una explicación citando al profesor alemán Andreas Huyssen: “la proliferación de los lugares de la memoria responde de alguna manera a unos procesos de amnesia”. Las sociedades olvidan y desde las élites se promueven museos para fijar la memoria a través de objetos, explica el profesor. Así los museos etnográficos se repiten en distintas localidades mientras los niños que los visitan no reconocen, por ejemplo, los instrumentos de labranza que se exhiben en las vitrinas, a pesar de que han estado en uso hasta hace pocos años. “Es paradójico”, reflexiona Díaz Balerdi, “Parece que gracias a los museos recordamos la historia, pero habría que plantearse si cumplen realmente esa función o son un barniz para ocultar la amnesia”.

Los museos se reparten de forma desordenada por el territorio. A pesar de los recortes sufridos por la crisis económica, la capacidad económica marca una primera división, con el Guggenheim, a la cabeza, el Museo de Bellas Artes de Bilbao y el Artium. “Hay museos de segunda, tercera y hasta quinta categoría, y no solo por el presupuesto que manejan sino por las mecánicas de funcionamiento y por su incidencia social”, añade Díaz Balerdi. El entramado jurídico-administrativo que los sostiene es complicado. La Diputación de Bizkaia unió una decena de museos de su competencia en la red Bizkaikoa, que coordina su funcionamiento y actividades, pero el resto, de titularidad foral, municipal o compartida entre varias Administraciones, navega en solitario. Ni la Ley de Patrimonio ni la de Museos contribuyeron a cambiar la situación para promover un funcionamiento en red contra el que empuja la atomización.

“No hay coordinación entre museos o instituciones ni siquiera cuando están en manos del mismo color político”, lamenta el experto. “Los museos son armas para el rifirrafe político. Solo interesa la inauguración y la foto que sale en los medios. Hemos inaugurado muchos museos pero no se ha planteado un debate serio sobre museos y patrimonio fuera de la lucha política”.

El Artium vuelve al ‘Guernica’

El Artium conmemora hoy el Día Internacional de los Museos con la inauguración de sus exposiciones temporales. Tiempos de urgencias reúne obra de Pilar Albarracín (Sevilla, 1968), Daniel García Andújar (Almoradí, Alicante, 1966), Cristina Lucas (Jaén 1973) y Pepo Salazar (Vitoria, 1972) en una continuación de la exposición Tiempo y urgencia (Guernica), la lectura de la creación del Guernica de Picasso que José Ramón Amondarain ha llevado a una serie de lienzos. La muestra Plágaro, por otra parte, está dedicada a la obra reciente del artista Alfredo Álvarez Plágaro (Vitoria-Gasteiz, 1960).

Los cuatro artistas invitados por el Artium se han puesto en el lugar de Picasso al recibir el encargo de pintar el célebre cuadro, pero bajo la inspiración de hechos actuales. Si Picasso recibió aquel encargo del gobierno de la República en tiempos de guerra con crueles consecuencias para la población civil, Pilar Albarracín, Daniel García Andújar, Cristina Lucas y Pepo Salazar lo reciben en un momento de crisis económica, social e institucional, tiempos de urgencias que también traen duras consecuencias para muchos segmentos de la sociedad. Ellos realizan un análisis alejado de lo pictórico del icono  Guernica.

Plágaro ha llevado a la muestra que lleva su nombre una serie de cuadros en la que se repite el mismo motivo pictórico. El artista utiliza la arquitectura y la alternancia del vacío y la densidad para atrapar visualmente al espectador. Jugando con la disposición espacial de la sala, repite módulos, utiliza diferentes formatos y coloniza con su obra superficies no habituales para la exposición, como los techos y las paredes curvas.

Las pinturas de Álvarez Plágaro están cargadas de ironía y humor. Al dar más importancia a la repetición que a la pintura, cuestiona la sacralización del arte y al saltarse los formatos y la exposición tradicionales rompe con el concepto convencional de cuadro.

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