Menú de cinco (con)tenedores
Cenas con desechos, mapas de recogida, carritos de alimentos cedidos El ‘freeganismo’ llega a Madrid Surgen dos plataformas de reciclaje de alimentos en Madrid Pretenden denunciar el consumo irresponsable de comida Se desecha una media de 179 kg de alimentos por persona al año en Europa
La función ha terminado en el Teatro Real. Los espectadores, vestidos de gala, abandonan el edificio. Es entonces cuando el personal del teatro saca los cubos de basura a la calle de Arrieta, ya desierta a medianoche. Un anciano espera pacientemente la llegada de los contenedores. Rebusca. Saca sándwiches y un par de trozos de bacalao. Todo es comestible. Excedentes que han sido desechados por normas de sanidad. Para el anciano, reciclador de comida, este contenedor es su secreto mejor guardado.
Este es solo un ejemplo del aumento de tránsito frente a los cubos de la basura de supermercados, restaurantes y otros establecimientos, como los teatros. Los necesitados han aumentado, pero ellos no son los únicos que acuden a los contenedores a hacer la compra. Una nueva especie se extiende en la ciudad: los freegans. Buscan alimentos comestibles que las superficies han desechado por tener algún tipo de defecto: están casi caducados , tienen alguna imperfección o se han deteriorado por accidente.
Los freegans se meten en la basura, se organizan y crean mapas localizando los mejores sitios de recogida. Pero hay que diferenciarlos, ellos no hurgan por necesidad, sino para denunciar un sistema consumista que desperdicia anualmente en Europa un 50% de alimentos comestibles, o lo que es lo mismo 179 kg por persona al año, según estimaciones de la Comisión Europea.
Las plataformas freegans —unión de freedom (libertad) y vegan (vegano)— van apareciendo en la capital. Así lo demuestra la creación hace unas semanas de Comida Basura, un grupo dedicado al freeganismo que ha organizado una cena con mermas alimenticias para el próximo 24 de mayo en Esto es una plaza, un solar habilitado en Lavapiés para actividades vecinales. Tendrán hasta una cocina móvil construida por el colectivo de arquitectos Todo por la Praxis con materiales 100% reciclados. Lo único que se necesita para el evento culinario son cubiertos, un vaso, un plato y, por supuesto, un tupper… por si sobra.
En la calle de Escuadra de Lavapiés está situado el centro cultural OffLimits donde el pasado mes de abril se celebró la primera reunión de la plataforma freegan. “Es una iniciativa necesaria y apropiada para estos tiempos en los que la población se está empobreciendo”, opina Luis, miembro del Invernadero de Lavapiés, de donde sale esta propuesta.
Las sillas están preparadas en semicírculo alrededor de un gran bloc de notas en blanco y una decena de personas aporta su granito de arena. ¿Dónde recoger la comida? ¿A qué hora? ¿Qué problemas encontraremos? Los moderadores resuelven las dudas: El Día situado en el Paseo de la Florida o el Carrefour y el Corte Inglés de Quevedo son perfectos para recoger restos. Surge entonces el Teatro Real. El secreto del anciano reciclador se hace público sin remedio.
Es entonces cuando comienza la estrategia: La recogida se establecerá a mediodía y a las nueve de la noche y los comandos harán rutas durante la semana previa a la gran cena colectiva. “Es una manera divertirse a costa del despilfarro consumista”, aseguró uno de los asistentes.
Los excedentes y el arte
El aumento de la preocupación por los desechos alimenticios y la expansión de reciclaje de comida han provocado, además, un salto de giro artístico.
En el Ranchito
Matadero Madrid acogió el proyecto de Excedentes/Excess y Todo por la Praxis en sus instalaciones. La nave 16 se convirtió en el Ranchito, un espacio de investigación en el que participaron 34 artistas o colectivos locales e internacionales.
José Luis Bongore también asiste a la creación de la plataforma. Los excedentes alimenticios se han convertido en los últimos meses en su especialidad con la puesta en marcha de un proyecto al que han llamado Excedentes/Excess y que cabalga entre Madrid y Nueva York. Cinco artistas provenientes de diferentes campos se han comprometido a dignificar el acto de recoger comida desechada. Pretenden cambiar realidades sociales a través del arte y promover la solidaridad, sin olvidar la reflexión en torno al autocontrol en el consumo. Su radio de acción, sin embargo, se centra solo en los mercados de barrio, “porque nuestra concepción del arte es extramuros”, explica Bongore.
Un carrito recorre el mercado San Fernando de Lavapiés. Es un artilugio cuadrado, como un cajón enjaulado, del que surge una mesa plegable donde se colocan los alimentos que los comerciantes les ceden. "En lugar de desecharlos se aprovechan", opina Pepe, que regenta una frutería. “El problema es que si alguien se intoxica, Sanidad nos puede cerrar el chiringuito”. Ese es el principal escollo que sortear.
El carrito funcionó durante dos fines de semana. La calle de Mesón de Paredes se convirtió en escenario de ensayo y el colectivo se encargó de pasar por los puestos para recolectar aquello que terminaría en el contenedor al cierre de la jornada. Los viandantes paraban, miraban y, sí, cogían.
Los vecinos del barrio ya no pueden disfrutar del carrito de mermas. Excedentes lo ha aparcado y se ha marcado un objetivo ambicioso: redactar una propuesta de ley que exima al dador de comida de responsabilidad legal. Una ley no basada en la caridad, sino en el control de excedentes y el libre ejercicio de la ciudadanía. Además, quieren evitar que se pongan multas que pueden llegar hasta los 700 euros por rebuscar en la basura debido a una ordenanza municipal aprobada en 2009. “La norma se modificó ese año para evitar el robo de papel, cartón y vidrio”, explica una portavoz del Ayuntamiento. “En ningún caso se lucha contra la gente que busca comida. Puedo confirmar que no se ha puesto una sola multa por ese motivo”, asegura por teléfono.
Javier Ollero, presidente de la Federación de Comercio Agrupado de la Comunidad (COCAM), opina que la propuesta de ley no es viable y asegura que aunque logren llevarla al Congreso, ya sea por iniciativa ciudadana (500.000 firmas) o mediante un grupo político, serán las autonomías las que tengan la potestad de aplicarla. Javier Espinosa, director del Banco de Alimentos de Madrid, también ve problemas. “¿Qué circuitos seguirán esos productos?”, se pregunta. “Quizás alguien los coja y los revenda creándose así un mercado negro respaldado por una buena acción”, declara dudando de la propuesta. Bongore responde explicando que también se puede hacer cogiéndolo directamente del contenedor.
Juanjo Díez, de EQUO, dice que su partido está interesado en la propuesta. Cree que es necesario debatir el tema de la caducidad, que ya se ha planteado en el Parlamento Europeo. También habla de la vergüenza social que supone rebuscar en la basura. Tanto el proyecto de Excedentes como el de Comida Basura pretenden acabar con ese sentimiento.
El abuelito reciclador siempre espera, busca y recoge. José Luis Bongore lo ve cada vez que pasa de camino a casa de un amigo. Se para y le pregunta por ese contenedor pero el anciano siempre le responde: “Vaya usted a los basureros del Día. Este es mío”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.