Un pacto que situó al PP en el tablero de juego en Euskadi
La gestión del acuerdo fue de la mano con la creciente relevancia política y social de los populares
El pacto político que anteayer llegó a su fin tras poco más de 37 meses de existencia se incubó la misma noche de las elecciones autonómicas del 1 de marzo de 2009, cuando Antonio Basagoiti, quien en esos comicios se jugaba incluso su propia permanencia al frente del PP vasco, cargo en el que llevaba menos de un año, constató que su partido y los socialistas sumaban los 38 escaños que suponen la mayoría absoluta en el Parlamento de Vitoria. Esa misma noche, Mariano Rajoy daba luz verde a una negociación que terminaría llevando a Patxi López a Ajuria Enea. Llegaba el cambio a Euskadi.
De la mano de ese pacto, Basagoiti, quien estaba dispuesto a dimitir esa misma noche si su partido se hubiera estrellado en las urnas, ha llevado el PP de la “trinchera, las catacumbas” en que estaba encerrado —reconocen dirigentes del propio partido— a ser un actor normalizado en el escenario político, económico y social de Euskadi. “Sectores a los que nunca habíamos llegado, incluso del mundo nacionalista, como arrantzales, pymes o cooperativas, cuentan ahora con nosotros para echarles una mano, y es lo que buscábamos, ser un activo en la sociedad”, apunta un dirigente de primera fila del partido.
No es extraño ver a Basagoiti en su despacho o en la terraza de una cafetería próxima a la sede del PP en Bilbao atender, por ejemplo, a un industrial que le expone la difícil situación que atraviesa su empresa.
Para un partido que había limitado su discurso a la lucha contra ETA que uno de sus dirigentes negocie mano a mano con los presidentes de BBK, Mario Fernández, y del PNV, Iñigo Urkullu, la composición del consejo de Kutxabank o solemnizar en la sede de Euskaltzaindia su compromiso con el euskera simboliza ese cambio radical del papel que juega.
“Sectores a los
“Cuando una empresa cambia por ti el orden del día de una cita relevante está claro lo que significas”, recuerda un dirigente popular. Por ello, de la actitud socialista para el PP lo más irritante era lo que consideraba intención de su socio de volver a aislarles “en un rincón, y los últimos meses han vuelto a intentar sacarnos del centro del tablero”.
El pacto siempre tuvo una gestión compleja, pese a la buena relación personal que han mantenido quienes se encargaban de llevarlo a la práctica por ambas partes, sobre todo en la Cámara. “Leopoldo Barreda [anterior portavoz del PP en el Legislativo, hoy diputado] empastaba mucho las cosas”, apunta un parlamentario socialista.
Aunque la comisión de seguimiento del acuerdo hace más de un año que no se reúne públicamente, su núcleo duro ha seguido viéndose para tratar de su estado, la última vez en Bilbao en el primer trimestre de este año. Y la negociación en el Parlamento ha sido habitual, aunque con creciente distanciamiento, hasta la misma semana pasada. Pero la actitud socialista con respecto a la izquierda abertzale ejemplificada en varias ocasiones en las declaraciones del presidente del PSE, Jesús Eguiguren, o el cambio en Álava pusieron el acuerdo en ocasiones en serio riesgo.
Basagoiti tuvo que engrasar situaciones en que algunos de sus compañeros en el PP vasco le pedían, incluso en reuniones internas, una ruptura. Y, pese al apoyo de Rajoy y María Dolores de Cospedal, sectores del partido en Madrid y de la derecha mediática se han cebado durante meses contra el acuerdo, ejemplificado en los ataques e insultos que en programas televisivos, redes sociales o webs ha recibido el número dos del partido, Iñaki Oyarzábal. “Han querido pegar patadas a Rajoy en el culo del PP vasco”, apunta un parlamentario. La relación con el Gobierno, con Alfonso Alonso y Oyarzábal en la primera fila de la ejecutiva de Génova es muy superior a la que mantuvo el partido en el Gobierno de Aznar.
El PP se niega
El PP ha mantenido este tiempo negociaciones fluidas con algunas consejerías (Economía, Industria, Sanidad), mientras que con otras eran más difíciles (Empleo y Asuntos Sociales). En las últimas semanas, entre los populares ha causado especial malestar la actitud de la consejera de Educación, Isabel Celaá, quien “ha convertido en mítines actos institucionales”. El pasado jueves, el mismo día que empezaba a acelerarse la ruptura del pacto, representantes de la Diputación alavesa se marchaban de un acto en un instituto de Vitoria ante los ataques de Celaá al Gobierno central.
Al final, el acuerdo ha saltado incluso no por la economía y los recortes, “sino porque se ha perdido el espíritu de lo que fue”, indica un dirigente popular. Tras el cese de ETA —el principal motivo del pacto—, el escenario cambiaba radicalmente. “Antonio le podía decir a la gente: ‘Tranquilos, que lo que importa se acaba con ETA; tranquilos si han dicho lo que sea de Sortu’, pero alcanzada la normalidad no tiene sentido”, dice un miembro de la ejecutiva. “Puedes aguantar nueve meses más si la cosa es tranquila, pero no uno contra otro”, añade.
Basagoiti y el lehendakari, Patxi López, quienes no hablan personalmente desde el pasado jueves, aunque mantienen vías de interlocución, se han ido distanciando en los últimos meses, los mismos en los que ganaba agilidad y fluidez la relación del primero con Urkullu, el primer presidente del PNV que ha pisado para una reunión oficial la sede del PP vasco en Bilbao.
Basagoiti va a “obligar” a los suyos a que hagan, pese a sus sombras, un balance positivo del pacto. “No queremos establecer como objetivo de ataques al lehendakari”, apunta un miembro de la ejecutiva. El PP, en puertas del congreso de este fin de semana del que quiere salir armado para las autonómicas de 2013, no se marca como objetivo lograr de nuevo el sorpasso al PSE, sino confrontar su proyecto con el del nacionalismo.
El acuerdo
- Once folios forman Bases para el cambio democrático al servicio de la sociedad vasca, el acuerdo que PP y PSE firmaron el 1 de abril de 2009 al que los populares han puesto fin.
- Su clave era la lucha contra ETA, frente a la que el Gobierno iba a usar "todos los instrumentos del Estado de derecho", además de combatir cualquier espacio de impunidad. E Se preveía la revisión de los últimos presupuestos de Ibarretxe con criterios de austeridad y un plan de choque contra la crisis.
- Reconocimiento de la plena vigencia del Estatuto y acuerdo con el Gobierno central para su desarrollo.
- Medidas para garantizar el "ejercicio efectivo" del derecho de los padres a elegir la lengua en que serán educados sus hijos.
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