El desmarque que (casi) todos querían
Con tan abrupto pronunciamiento, Antonio Basagoiti ha resituado a Patxi López en el argumentario político donde la inmensa mayoría de los socialistas vascos pretendían desde que ETA acabó con su violencia. Al enfadarse hasta el divorcio por las críticas sistemáticas a los recortes de Rajoy, el PP oxigena, de hecho, la vena autonomista del lehendakari y, sobre todo, libera al PSE-EE del pesado yugo ideológico que representa confundir los principios de izquierda y de derecha por medio de un compromiso que les dio el poder. Pero, a cambio, la ruptura del acuerdo deja tambaleando al actual Gobierno vasco, muy por encima de la defensa de su legitimidad democrática, a la que se acogerá para prolongar su mandato, alegando posiblemente que dispone de unos Presupuestos en vigor y del aval que el Parlamento le ha concedido para defender, incluso ante el Tribunal Constitucional, el autogobierno de Euskadi.
El sonoro sopapo político de Basagoiti, a quien no le queda más opción que acatar la defensa del Gobierno Rajoy, coincide con un momento de especial incertidumbre económica que también atrapa al País Vasco. Todo adelanto electoral, allá donde se produzca, es sinónimo de inestabilidad. Precisamente por este riesgo, Patxi López se sentirá obligado a regatear la foto de situación que presumiblemente desnuda su soledad parlamentaria, y quizá por esta debilidad el PNV ha preferido reclamar al lehendakari que se someta a una cuestión de confianza antes de repetir su conocida reivindicación del adelanto electoral, precisamente cuando aún no dispone de candidato.
Basagoiti ha empañado intencionadamente el tercer aniversario de López al frente del Gobierno, como ya lo hizo la semana pasada al vetar la presencia de la exetarra Carmen Gisasola en el Congreso de la Memoria. Sin embargo, con este alineamiento deja un reguero de razones que, paradójicamente, van a servir de revulsivo al lehendakari para consolidar su discurso. No es baladí que el PP vasco se quede a partir de ahora como el único partido en Euskadi que no critica los recortes sociales, que tampoco se suma a la defensa del autogobierno y que rehúye a los verificadores cuando hasta Interior ha dado el primer paso para tomar la temperatura a los presos de ETA. Así las cosas, y mientras pretende coger el aire suficiente para alargar al máximo tan agobiante legislatura, López siempre podrá recurrir al alegato de que se ha quedado sin el apoyo de su socio porque defiende el Estado de bienestar. Y esta bandera, en los tiempos que corren, aquí y en Madrid, suena bien. Un consuelo.
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