_
_
_
_
_

A la búsqueda de objetos

El fotógrafo, que tras exponer en la galería Moriarty prepara un proyecto en París, cuenta su periplo en busca de piezas para sus imágenes; en medio, una cerveza o una larga sobremesa

Chema Madoz posa en la librería Panta Rhei.
Chema Madoz posa en la librería Panta Rhei.CLAUDIO ÁLVAREZ

1. Librería Panta Rhei. Acudo allí por puro placer y con ánimo de curiosear. Es una pequeña librería especializada en arte, fotografía, diseño o ilustración. La llevan dos hermanas bien simpáticas. Siempre me tropiezo con algo inesperado. Lo último que me compré fue un libro de ilustraciones de Botánica. (Hernán Cortes, 7)

2. Bodega La Ardosa. Mi amigo Fernando pasa allí media vida. Ya le he dicho que cuando salga de allí, cuelgue un letrero en la puerta que diga: “He salido a trabajar, vuelvo en cinco minutos”. Es inevitable tomarse un pincho de tortilla o su célebre salmorejo. Hay cerveza para elegir. (Colón, 13)

3. Restaurante Casa Salvador. Lugar de encuentro con amigos. Un clásico con aire de casa de comidas. Consiguen que te sientas como en casa. El camarero es para enmarcarlo. Siempre se sale satisfecho y las sobremesas son largas. (Barbieri, 12)

4. La Pecera. Cafetería del Círculo de Bellas Artes. Hace años me pidieron una foto que recogiera mi relación con el Círculo. Cogí una taza de café y le puse un sumidero en el fondo. He debido de tomarme allí cientos de cafés. Lugar de citas, con gente a la que tienes que encontrar y está de paso por la ciudad. Y mi primera exposición en Madrid fue en la sala Minerva en 1988.

5. Toni Martin. Arrastro con ellos una deuda de cariño. Hace muchos años era mi tienda de discos de referencia. Desde que salí de la ciudad voy mucho menos, pero siempre me gusta volver por allí de vez en cuando. (Martínez de los Heros, 18)

6. El Rastro. Inevitable. Siempre voy el domingo a primera hora, cuando están montando los puestos. Me suelo mover por dos o tres calles, las que aún conservan ese aire del rastro de siempre. Normalmente, voy a buscar algún objeto que pueda necesitar para una foto. Casi nunca lo encuentro, pero siempre vuelvo con otro. El otro día me fui con una balanza. A las diez y media se acaba mi visita.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Madrid y la sierra

Chema Madoz (Madrid, 1958) ha repartido su vida entre la capital y, desde hace 20 años, en la sierra próxima a Galapagar. Ha expuesto, entre otros, en el Reina Sofía (2000), en la sala de Telefónica (2005) y en Moriarty, su galería de referencia.

7. Plaza de los Cubos. Para ver alguna película. La oferta es amplia e interesante, con versiones originales y películas difíciles de encontrar.

8. Quinta de los Molinos. Hace muchos viví cerca y recuerdo que tenía un aire decadente. Estaba prácticamente abandonado y con todo era un lugar que me gustaba mucho. Ahora el parque es una verdadera delicia con almendros y un lugar en el que perderse unas horas.

9. Codemarka. Hace unos años una prostituta me entró en la calle y me dijo: “‘tengo una habitación donde los sueños se hacen realidad”. Pues bien, esa habitación la descubrí años después en una pequeña empresa de Carabanchel que se dedica en principio a realizar maquetas. La descubrí por pura casualidad y se ha convertido en un sitio mágico para mí. Si necesito trabajar algún objeto especialmente complicado ellos se encargan de solucionarlo. (Muguet, 6)

10. El Náutico de los Arroyos. Situado en la represa de Valmayor, antes de llegar al Escorial (calle Número 33), este restaurante dispone de unas de las vistas más encantadoras de la sierra de Madrid. Especializado en arroces, siempre se puede disfrutar de una buena comida. En caso de cena, recomiendo ir poco antes del atardecer porque tiene unas puestas de sol especiales.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_