Las capas del 'Guernica'

Picasso pintó el Guernica en apenas un mes (mayo de 1937) para responder al encargo realizado por el Gobierno de la II República española con destino a su pabellón en la Exposición Internacional de París. Dora Maar registró el proceso de creación del mural, de más de siete metros de largo, en una serie de fotografías. 75 años más tarde las imágenes de Dora Maar han sido el punto de arranque de un estudio realizado por el artista José Ramón Amondarain (San Sebastián, 1964) sobre la obra de Picasso. El resultado es la instalación Urgencia, ocho lienzos que reconstruyen la gestación del Guernica, en ocho pasos que llevan desde los primeros trazos sobre el lienzo en blanco hasta el cuadro final. Ayer el Artium inauguró la exposición Tiempo y urgencia (Guernica), con la que el museo vitoriano se suma a la conmemoración del 75º aniversario del bombardeo de Gernika y de la obra de Picasso inspirada por la destrucción de la villa vasca.

Amondarain ha trabajado más de cuatro meses en una nave industrial de Astigarraga, donde disponía de espacio suficiente para pintar lienzos de un formato tan grande. Hace año y medio el director de Artium, Daniel Castillejo, le propuso explicar el proceso que emprendió Picasso para pintar el Guernica y desnudar a la emblemática obra de los velos políticos e ideológicos que la han ido cubriendo. “He aprendido muchísimo. Ha sido un honor”, reconoce Amondarain. “Picasso siguió un sistema de trabajo muy lógico. Las cosas van sucediendo, no hay ruidos. Ha sido un proceso de asentimiento”, explica. Los ocho lienzos muestran la evolución de la pintura, capa por capa. “Todos los estadios que he pintado están en dentro del Guernica real”, concluye el pintor.

“Para el público es una experiencia física”, dice el comisario

El primer lienzo se muestra apoyado contra la pared de la sala, como se ve en las fotos del estudio de Picasso en París. Es un boceto preliminar, en el que se distingue el perfil de las figuras a carboncillo. En el segundo paso ya aparecen rasgos cubistas. La colocación de las pinturas impide verlas simultáneamente. La instalación propone un recorrido cronológico, que descubre los arrepentimientos y los tanteos de Picasso con el color y el collage, que finalmente no prosperaron. Siete cuadros llevan hasta el octavo Guernica, la obra como Picasso la dio por concluida.

Castillejo, comisario de la exposición,  no se cansa de repetir que no se trata de copias. “Es un estudio del Guernica, un ensayo pictórico de Amondarain”, dice. “Nos permite meternos en el proceso mental de Picasso. Verlo es una experiencia física, la sensación de sentirte pequeño ante la obra produce emoción”. La instalación ocupa 1.500 metros cuadrados, pero a pesar de sus dimensiones ya ha sido comprada por un coleccionista vasco, aunque quedará en depósito en Artium.