Santa Coloma: huelga en la ciudad del ‘si pudiera’
Parados, jubilados e inmigrantes se suman a las protestas contra la reforma laboral
Santa Coloma de Gramenet (Barcelonès) está prácticamente desierta el jueves al mediodía. Solo un supermercado de una cadena de limpieza desafía la huelga, y algún establecimiento con la persiana medio subida o medio bajada, depende del ánimo del comerciante. Marcelino, 38 años, pasea como un día cualquiera con su perro: “Si pudiera haría huelga, claro. Pero llevo cuatro años en paro”, explica. Como él, son 13.305 personas en paro, el 20,66% de la población. Muchos de ellos se reunen a la protesta contra la reforma laboral que serpentea las calles de la ciudad a mediodía. “Si pudiera, haría huelga, pero hace cuatro meses me quedé el paro”, comenta María Jesús, 44 años, óptica. “Estoy aquí por el porvenir de Joana”, dice, señalando a su hija pequeña. Son muchas las familias que han acudido a la manifestación, donde los más pequeños ya corean los primeros lemas contra la reforma laboral. Una pequeña golpea el suelo con una botella de plástico.
María Jesús se une a la manifestación en la plaza del ayuntamiento, la misma donde un corrillo comenta los ecos del caso Pretoria, de corrupción, que acabó con el anterior alcalde, Bartomeu Muñoz, durante unos meses entre rejas. “Si ese chorizo hubiera devuelto el dinero ahora no estaríamos así...”, comenta un asistente a la marcha.
Solo una farmacia abre sus puertas y con motivo. “Servicios mínimos. Dispensamos metadona”, se lee en la puerta
A pocos metros está la alcaldesa que sustituyó a Muñoz, Núria Parlón. Santa Coloma aparece toda cerrada, y los pocos bares que atienden clientela, prudentes, bajan persianas por la manifestación. En el recorrido, solo una farmacia abre sus puertas y con motivo. “Servicios mínimos. Dispensamos metadona”, se lee en la puerta. “Tenemos 60 pacientes, y la mayoría ya han pasado por aquí. Han venido pronto, pese a que son despistados”, comienta una de las farmacéuticas. Incluso los numerosos locales regentados por inmigrantes permanecen cerrados a cal y canto. “Hoy huelga, no trabajar”, apunta en un paupérrimo castellano Lwuanping, de China. “Estoy aquí para apoyar la lucha”, agrega Fazal Nawaz, paquistaní, ahora en paro. El piquete optó en esta huelga por hacer una acción previa entre los comercios regentados por extranjeros para avisarles del paro.
La manifestación llega a su punto de inicio, sin ningún tipo de incidente. Los parados volverán hoy a buscar trabajo, las familias a cuidar a los niños y los comerciantes a abrir las persianas. A la hora de comer la estampa es de domingo. Solo el churrero hace un tímido intento de abrir. Mira a un lado, a otro, y exclama: “Ya abriremos mañana”.
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