El Hormiguero eléctrico
Escolares de 60 centros aprenden ciencia con electricidad estática
¿Cómo se puede encender un tubo fluorescente sin corriente ni enchufe? Los alumnos de Tecnología de 2º de la ESO del IES de Canido lo saben después de una clase poco corriente y con muchos calambres. 300 escolares de seis centros públicos y concertados de Ferrol, Narón, Neda y San Sadurniño cambiaron ayer las aulas del instituto por la vieja capilla del centro cultural Torrente Ballester de Ferrol reconvertida en un pequeño teatro.
Sin pizarra ni apuntes y con las luces prácticamente apagadas, David Ballesteros y David Rodríguez, los fueron guiando por la historia de la electricidad a través de anécdotas, juegos y experimentos prácticos para traducir las leyes de la física en hechos concretos a través de objetos cotidianos y, de paso, desmontar tópicos y muchas mentiras de cine.
“Nikola Tesla fue el genio que inventó la radio y la corriente alterna y Edison, el empresario que lo estafó”, les aclara uno de los profesores. "Y esto de Matrix es una salvajada”, continúa, “los humanos no somos una fuente de energía eficiente para que nos esclavicen las máquinas”.
Los chicos quedan asombrados con lo que puede hacer la electricidad estática
Sobre la mesa, una bobina de Tesla, una botella de Leyden con agua y sal, una jaula de Faraday junto a un pequeño generador eléctrico que dio para mucho en una hora. A Tomás, que salió voluntario, un experimento le dejó un peinado a lo afro que le valió de excusa para reclamarle a su maestra un 'positivo' de regalo para el expediente.
“Nos educan con pizarra y tiza. Mucha teoría y poca práctica”
Los dos David son profesores de ciencia vocacionales y devotos que ayer, sobre el escenario de una antigua iglesia, emularon los revoltijos seudocientíficos de Flipy en el El Hormiguero televisivo para deleite de un montón de chavales boquiabiertos que fliparon con lo que se puede hacer con un poco de electricidad estática conducida a capricho a través de un tablón de madera hacia un tubo fluorescente que se enciende solo.
“A nosotros se nos entiende mejor que a los de El Hormiguero”, bromea David Ballesteros, profesor en un colegio ourensano. Explica que siempre emplean electricidad estática para no correr ningún riesgo innecesario y se esfuerzan en que los chavales se impliquen en unos experimentos que pretenden ser didácticos y amenos.
En 1997, junto a su tocayo y Mónica Moure, fundó Ceo Aberto, para “explicar la ciencia de una forma diferente”. La empresa peregrina por los municipios gallegos para espolear la curiosidad natural de los alumnos y enseñarles a conectar el aprendizaje teórico con la vida cotidiana. “Nos educan con pizarra y tiza: mucho principio teórico y poca práctica”, reflexiona Ballesteros.
A esta chispeante clase experimental la han denominado Raios e Centellas y forma parte de las actividades que el Parque Tecnolóxico de Galicia (Tecnópole) y la Fundación Barrié han puesto en marcha para acercar la ciencia a 8.000 escolares de 65 centros de toda Galicia con el respaldo económico de la Consellería de Economía e Industria, explica Isabel Soto, coordinadora de Tecnópole.
La actividad arrancó en febrero y en lo que va de marzo, David y David, los dos Flipy del Hormiguero eléctrico gallego han llevado sus generador Van der Graaf por varios centros de Ourense, Lugo, Santiago y Ferrol.
“Los días de tormenta que a nadie se le ocurra quedarse de pie con un dedo apuntando al cielo. Lo más probable es que te caiga un rayo”, les advierte bromeando David Rodríguez. La explicación física se llama efecto punta y se relaciona con el reparto de las cargas eléctricas que buscan un cuerpo conductor para tocar tierra. El mismo ejemplo lleva al profesor a contarles a los chavales de 14 a 17 años porque un rayo puede caer sobre un avión o un coche sin que los ocupantes sufran daños. “Funcionan como jaulas de Faraday: la carga se queda fuera y no entra pero si sacáis la mano y tocaseis la carrocería, entonces sí que os electrocutáis”. Dos carritos del Carrefour superpuestos e invertidos también hacen una jaula casera.
La clase también tiene su parte teórico-anecdótica y retrocede hasta el siglo XVIII para relatar que electricidad que exprimimos a diario empezó por ser un juego con el que los científicos divertían a los reyes de turno para lograr que aflojaran unas monedas para financiar sus inventos.
Cuenta Rodríguez que Jean Antoine Nollet, monje y físico francés, le pidió prestados 150 soldados a Luis XV para hacer un circuito eléctrico humano. Los militares formaron un corro cogidos de la mano y Nollet les aplicó una descarga que pulverizó el círculo y los mandó a todos al suelo un pelín chamuscados.
Ayer, un centenar de chavales repitieron el experimento con un calambrazo colectivo de baja intensidad que les provocó un ataque de risa. Los experimentos de Raios e Centellas recalarán la semana próxima en Vigo. En abril, Tecnópole reanudará la actividad con Forzas enerxéticas, y reserva para mayo las sorpresas de la Maxia química.
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