Abrir una tienda en mitad del temporal
La crisis aporta malos datos para el comercio minorista, pero siempre hay quien arriesga para salir a flote haciendo de la originalidad su tabla de salvación
La crisis es un animal hambriento que arrasa con todo aquello que encuentra a su paso. Cataluña acabó 2011 con una subida del paro del 9,1% y, según un informe elaborado por el Observatorio del Comercio y de los Servicios de la Generalitat, el número de establecimientos comerciales a 1 de enero de 2011 era de 98.442, un 1,1% menos de los existentes en la misma fecha de 2010. En el sector minorista, el número total de empresas con locales descendió un 1,9%, situando la cifra en 78.938. Este dato refleja una caída del 3,4% con respecto a las 81.622 empresas existentes en 2008, año de inicio de la crisis.
Barcelona es la provincia con mayor empresas del sector, un 72,4%, frente al 10,7% de Girona, el 10,5% de Tarragona y el 6,4% de Lleida. En el área metropolitana de la capital catalana, principal núcleo de comercio, las ventas bajaron en 2010 un 5,8%, según el Observatorio de Barcelona. Del mismo modo, la ocupación en el sector bajó un 2,5% y la inversión en el mismo se mantuvo estancada con un leve crecimiento del 0,2%.
Son datos que reflejan que no es un buen momento para el comercio detallista; y así lo asegura Anna Cabestany, de la Asociación de Empresarios y Comerciantes de la Rambla de Cataluña, que asegura que "a pesar de ser la Rambla una de las zonas más turísticas, las ventas han bajado considerablemente desde 2008”. Además, explica, "cada vez más los empresarios se mudan a locales más pequeños, pues los alquileres son muy elevados”. Según Cabestany, “los intentos de montar un negocio se ven frustrados porque los gastos se comen las intenciones”. Pero en medio del temporal, siempre hay gente que arriesga para salir a flote: empresarios minoristas que hacen de la originalidad su escudo ante las dificultades.
Los comercios minoristas en 2011 eran un 3,4% menos que al inicio de la crisis
Andrea Bijarra es una arquitecta que da nombre a una marca de calzado y complementos. Su tienda (Rosselló, 277), ofrece desde hace 10 meses “diseños propios y cómodos, a un precio proporcionado”. La joven, propietaria junto al ingeniero Álex Santana, cree que en crisis “solo se puede arriesgar con lo diferente, y la paciencia hace el resto”. El atractivo de su exclusiva oferta se prolonga hasta el local: “No puedes descuidar nada, todo cuenta para que el cliente se haga fijo”. La innovación constante es fundamental, por eso ultima la venta online y outlet de su calzado de semilujo.
En el carrer de València, 121, Clara Viñas optó hace un año por la decoración para emprender un nuevo camino. Les Mil i Una es un local donde se encuentran “cosas diarias útiles, originales y baratas”, dice la dueña. Un año después de la apertura, Viñas es consciente de que ahora se compra “por necesidad y no por impulso”, pero en plena crisis decidió invertir todos sus ahorros, “sin ayudas, pues a los que arriesgamos no nos las dan”. En Les Mil i Una la fórmula para plantar cara a la crisis es “hacer real el derecho a regalar algo por dos euros. Cuando estás de cara al público, descubres que hay muchos problemas”, reflexiona. Además, en las próximas semanas ofrecerá cursos de feng shui (o cómo mejorar la energía del hogar) y del lenguaje de los colores.
También en Somriure (Carrer de la Indústria, 48), la clave es combinar venta y cursos. La tienda es el proyecto que Sandra Torrades, junto a Antoine Willard y Sandra Martínez, iniciaron hace poco más de un año apostando por “el momento especial que es la maternidad, dando apoyo desde el embarazo hasta la crianza infantil”, comenta Torrades. Con un local adaptado a su público (cambiador para bebés y zona de lactancia), en Somriure los productos estrella son los pañales de tela y el equipamiento para porteo.
“Arriesgué capitalizando el paro de ocho años de trabajo”, cuenta la propietaria de Somriure
Torrades decidió capitalizar el paro resultante de su trabajo durante ocho años en la industria farmacéutica, y junto a sus socios, montaron un concepto diferente de tienda infantil. Sus productos, ecológicos y educativos, se complementan con talleres de preparación al parto, con masajes o grupos de crianza infantil. “Los lunes y jueves varias madres comentan sus preocupaciones y las orientamos” dice la propietaria. Y añade que “la filosofía de Somriure es la cercanía, apoyar a mujeres preparadas en la vida pero no para esta situación”. El próximo objetivo: implicar más a los padres.
A Carrer del Torrent d’Olla, 46, la apuesta llegó hace cinco meses a través del sabor. En ShabbyChic Cakes puedes comprar cupcakes de una variedad infinita, que Oana Elena S., su propietaria, destaca por lo artesanal: “Ofrecer el sabor del pastel casero es la manera de que vuelvan. Pienso en qué querrán encontrar”, cuenta Oana. El colorido de su escaparate, y del interior de la tienda, combina con el cuidado en la elaboración. El cupcake, que está de moda en España, es una forma de entender la pastelería en pequeñas porciones en la que el gusto comparte protagonismo con el diseño siempre “pensando en la innovación”; por ello, hay opción de elegir de qué y cómo debe ser el pastel para eventos especiales.
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