Botella empieza con Chamartín a privatizar polideportivos municipales
El Ayuntamiento saca un concurso para gestionar el centro durante 15 años
El polideportivo municipal de Chamartín tenía una de las mejores piscinas públicas de la capital. El enorme edificio, de más de 5.000 metros cuadrados, en la avenida de Pío XII, acusaba los más de 30 años que habían pasado desde su construcción, pero los usuarios agradecían contar con una de las escasas piscinas abiertas en domingo en Madrid. El Ayuntamiento la cerró en julio de 2010 para hacer obras de rehabilitación. Iban a durar apenas medio año, pero los técnicos detectaron problemas estructurales y emprendieron una reforma en profundidad. Hoy sigue cerrado, pero al menos ya hay una fecha de reapertura: será antes del 30 de junio. Cuando lleguen los usuarios se encontrarán con que la gestión se ha privatizado. El Ayuntamiento ha sacado un concurso para que una empresa se haga cargo de la instalación durante 15 años, prorrogables a 25.
El de Chamartín es el primer polideportivo municipal ya existente que pasa a la gestión privada —o indirecta, como la llama el Consistorio—. Su cierre, y la sospecha de que acabaría siendo privatizado, motivó un encierro de trabajadores y una huelga en diciembre de 2010. Temen que sea el primero de una larga lista de centros deportivos que pasen a manos privadas. El Ayuntamiento lleva algunos años confiando la gestión a empresas, pero hasta ahora solo lo hacía con los de nueva construcción (ocho). Con Chamartín el criterio cambia: todos los polideportivos antiguos que sufran una reforma integral pasarán al modelo de gestión indirecta. Los usuarios, sin embargo, apenas lo notarán. El Ayuntamiento seguirá fijando los precios, iguales para todos los polideportivos municipales, los gestione quien los gestione.
Es la primera instalación deportiva que pasa a gestión privada
Las empresas interesadas tienen hasta mañana para presentar su oferta. El Ayuntamiento exige un canon mínimo de 30.000 euros anuales. El proyecto de explotación del centro deportivo y los pliegos del concurso, consultados por EL PAÍS, establecen las condiciones. Deberá abrir 362 días al año, lo que incluye todos los domingos (por la mañana). Los usuarios pagarán los precios públicos, excepto en actividades o servicios extra. La empresa podrá obtener ingresos de la venta en máquinas expendedoras de bebida, comida, material deportivo, productos de aseo... El programa de actividades también está fijado: clases para niños, jóvenes, adultos y mayores, uso libre de la piscina, etcétera. Se indica incluso el personal mínimo con el que debe contar el centro.
La mayor parte de los 57 trabajadores del polideportivo fueron recolocados en otros centros que necesitaban cubrir bajas o puestos vacantes cuando cerró por obras. Los sindicatos que convocaron la huelga de 2010 (CC OO, UGT y CGT) se aferraban al acuerdo que firmaron con el Ayuntamiento en 2004, tras la extinción del Instituto Municipal de Deportes y la integración de sus trabajadores (unos 3.000) en el Consistorio. En aquel texto se decía que la gestión de los polideportivos “pasa a ser desarrollada de manera directa por el Ayuntamiento de Madrid”. Esa frase prueba, según los sindicatos, que el Ayuntamiento incumplió su palabra. “No estamos de acuerdo con la privatización de Chamartín”, asegura Juan Carlos Rodríguez, secretario general de Deportes de UGT. “Estamos estudiando qué medidas tomar porque no nos vamos a quedar quietos”, avanza.
La reforma de Chamartín ha costado cerca de 4,3 millones de euros. La primera fase (660.000 euros del Fondo Estatal de Inversión Local) consistió en rehabilitar las fachadas principal y posterior y sustituir los falsos techos interiores y el alumbrado. Las inspecciones detectaron “patologías” en elementos estructurales, y una segunda intervención (1,2 millones, a cargo del Ayuntamiento) reforzó pilares, vigas, forjados y demolió el graderío. La tercera fase (2,4 millones, pagados por el Consistorio) ha sido de reforma de aseos y vestuarios, gimnasio, pabellón deportivo y cafetería. El último detalle es la impermeabilización del vaso de la piscina, que recibirá a los usuarios en junio.
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