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“La sociedad tiene que movilizarse en estos momentos tan críticos”

El ensayista y profesor de la Universitat de València Josep Vicent Boira desgrana en esta entrevista los principales puntos del manifiesto 'Mas sociedad civil'

Miquel Alberola
El geógrafo Josep Vicent Boira en su despacho durante la entrevista
El geógrafo Josep Vicent Boira en su despacho durante la entrevistaJOSÉ JORDÁN

Pregunta. ¿Quién impulsa Más sociedad civil?

Respuesta. Un grupo de profesionales, empresarios, profesores de Universidad… Gente que se reunía previamente para debatir algunos problemas. Me invitaron para hablar de la sociedad valenciana y de allí salió la idea de poner lo que había dicho por escrito. Después lo discutimos y, finalmente, le dimos forma de manifiesto.

P. ¿Cuál es su objetivo?

R. Detectamos un retroceso de la sociedad ante los mecanismos internos de la política, que son de polarización y enfrentamiento. En contra de eso surge esta reacción para hacer un llamamiento a esa sociedad civil que no está encuadrada en el debate de los partidos para recuperar espacios. Es un doble llamamiento: a los diferentes Gobiernos que ha tenido la Comunidad Valenciana para que dejen respirar a la sociedad civil y a la sociedad para que se movilice en estos momentos tan críticos.

P. ¿El retroceso se ha producido por convicción o por presión de los partidos?

R. Después de conseguir una política propia a través del Estatut d’Autonomia la sociedad deja mucho espacio a los partidos. Ha habido esa presión de los partidos, pero la sociedad también se ha acostumbrado a ello.

P. Pero la sociedad civil es incómoda para los partidos.

“La valenciana es una

R. Los partidos han entendido siempre la sociedad como una especie de súbdito. Con el manifiesto pretendemos cambiar los mecanismos de funcionamiento de esa sociedad civil. No podemos reproducir los mismos esquemas que los partidos políticos, como la polarización, el enfrentamiento, los nuestros y los otros, el escaso debate real sobre los problemas del país... Hemos tenido un exceso de política y de lo que se trataría es no solo recuperar espacios por parte de la sociedad civil sino darle la vuelta absolutamente a los mecanismos que hemos copiado directamente de los partidos.

P. ¿Esta necesidad es más perentoria que hace unos años?

R. Sí. En este momento se detecta un descrédito de la política que creo que irá a más. Además, se produce un retroceso de la acción gubernamental, que tendrá menos dinero para intervenir. Entonces, se están produciendo una serie de vacíos que es muy peligroso dejar libres porque podemos llegar a tener problemas sociales, de cohesión territorial… La energía social, si no se canaliza, muestra episodios negativos o problemáticos, como estamos viendo. En este momento es más oportuno que nunca hacer esta reflexión, a diferencia de hace unos años en los que todavía la política y los presupuestos de la Administración daban cobertura a la sociedad.

“Pedimos una segunda

P. ¿Qué podemos perder?

R. Ya hemos perdido algunas cosas. En el manifiesto pedimos una segunda transición. Una transición es un momento en el que tú piensas las cosas de nuevo y estableces las bases para un futuro. Nos jugamos muchas cosas. Por una parte, el prestigio de la sociedad. En estos momentos la valenciana es una sociedad sin prestigio. No es simpática, no es querida ni reconocida. Es una sociedad secuestrada por una mala imagen. Con bases reales para ello, es innegable.

P. No es culpa de la sociedad.

R. No, pero lo está pagando. Esta es la gran paradoja. No todos los valencianos somos iguales. Hay grupos que están dedicando muchos esfuerzos para sacar a este país del agujero, y es injusta la descalificación general. Hay determinados programas de televisión que están dando la visión de que este país ha vivido una juerga permanente, y, en realidad, los que han pagado los platos rotos son los propios valencianos.

P. También ha habido un gran silencio de estamentos representativos de la sociedad mientras sucedía lo que nos desacredita.

R. Efectivamente. Es una autocrítica que hay que hacer. Hemos tenido un problema de falta de articulación. Algunas voces sí que se levantaron sobre problemas particulares, como el corredor mediterráneo o la necesidad de mejorar las relaciones con otras comunidades, pero lo que falta es una plataforma y una reflexión general. Y quizás eso no se podía dar hasta que no tocáramos fondo. Esta comunidad ha tocado fondo en estos momentos y lo que toca es plantear nuevas formas de pensamiento para el futuro.

“Espero poco de los

P. ¿Sin exigir responsabilidades a quien no ha deteriorado la imagen?

R. Todos queremos que la justicia se imponga y que quien haya cometido delitos o errores que lo pague. Es una idea innata de las personas, pero no sé si así se pueden construir demasiadas cosas en el futuro. Los valencianos somos una sociedad muy particular, que ante la perplejidad o complejidad del presente, así como otras sociedades miran al pasado, miramos al futuro. Sin negar la necesidad de hacer una reflexión crítica sobre lo que ha ocurrido, lo que queremos con el manifiesto es crear las bases para una nueva visión del futuro.

P. ¿Tuvimos sociedad civil o personalidades que con su actitud crearon la sensación de que la había?

R. La historia valenciana es una historia de grandes personalidades, que si no han pasado desapercibidas en un determinado momento han jugado un papel determinante. En el mismo manifiesto hablamos de algunas de las que han creado algún revulsivo en la sociedad. Es cierto que faltan algunos nombres…

P. Llama mucho la atención la ausencia de Joan Fuster.

“Sin un esfuerzo de

R. No está Joan Fuster, aunque podría estar perfectamente. Tampoco hay otros nombres, pero más que fijarnos en los nombres lo que queremos es recordar la consistencia de algunas respuestas en la sociedad. Es indudable que todavía hoy, cincuenta años después de Nosaltres els valencians, Joan Fuster continúa siendo una figura…

P. ¿Proscrita?

R. Más que proscrita, discutida por una parte de la sociedad. Lo que hemos hecho es un esfuerzo de intentar generar una ilusión nueva. Y eso pasaba por un esfuerzo de generosidad, de dejar parte de lo que nos hubiera gustado a cada uno. A mí me hubiesen gustado otras cosas, pero es imposible que los valencianos lleguemos a ningún acuerdo si cada uno continúa con una mentalidad del cien por cien. Entiendo determinados recelos, pero tenemos que acostumbrarnos a compartir el sesenta o el setenta por cien de las cosas. Si queremos ir al cien por cien, terminaremos en la lógica de los partidos políticos, que obligan a los afiliados a estar de acuerdo con el cien por cien de las decisiones. Si las personas que firman un manifiesto están de acuerdo en un sesenta por cien de las cosas, eso tiene un valor mucho más rico que un cien por cien en un partido político.

P. ¿Basta con que la sociedad quiera dar este paso o partidos tienen que estar por la labor?

R. Espero poco de los partidos políticos. A diferencia de otros momentos de la historia reciente, los partidos no son instrumentos de cambio. Tienen una lógica interna no demasiado positiva para la sociedad. La sociedad tiene que rencontrar su capacidad a través de sus núcleos, como sociedades musicales, ateneos, centros de estudios comarcales, grupos de amigos, clubs de debate….

P. O sea hay que hacerlo contra los partidos.

R. No contra los partidos pero sí al margen de los partidos. Desgraciadamente, la lógica política ha conducido a un callejón sin salida. Defienden una cosa cuando están en la oposición y defienden la otra cuando llegan al Gobierno. El problema es que la sociedad civil se ha habituado a esa lógica de enfrentamiento, de cierto sectarismo. Y eso es lo que debemos romper.

P. El manifiesto lo firma gente muy diversa. ¿Significa que la decepción es ahora más amplia?

R. Exactamente. Este país había entrado en una fase de previsibilidad muy elevada. Por primera vez empezamos a desmontar los tópicos. El manifiesto está suscrito por gente que podemos estar en las antípodas y eso se refleja en el propio texto. Es un instrumento para llegar a las determinadas cuestiones que apunta. Todos estamos de acuerdo en que tenemos que hacer algo.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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