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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Estamos preocupados, los niños no han vuelto de la manifestación

"Es indispensable un cambio legislativo, dando fluidez al derecho de manifestación, es necesaria la contención policial, pero también es urgente un cambio de mentalidad política"

Que la palabra manifestación sustituya a botellón en el vocabulario de los padres valencianos no es una buena noticia. Que un responsable policial califique a los estudiantes valencianos de “enemigo” y que parezcan existir directrices para reprimir duramente las manifestaciones de descontento social de raíz constituye un síntoma preocupante. Mientras esperamos los brotes verdes, desgraciadamente agostados en lo económico, apostamos por asegurar la conversión de la protesta de los jóvenes valencianos en el desierto. ¿Cuántos padres habrán despedido hoy a sus hijos camino del colegio con un preocupado “hijo, por favor, no vayas a la manifestación”?

Las fuerzas y cuerpos de seguridad conforme a su marco regulador tienen como deberes primarios ejercer su función con absoluto respeto a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico, observar en todo momento un trato correcto y esmerado en sus relaciones con los ciudadanos y únicamente actuar con la decisión necesaria, sin demora cuando de ello dependa evitar un daño grave, inmediato e irreparable. Por tanto, la actuación policial se orienta prioritariamente a salvaguardar los derechos fundamentales y, cabe recordar que la legislación sectorial garantiza la primacía del interés superior del menor.

Por otra parte, la Ley Orgánica 4/1999 ofrece la posibilidad de utilizar videocámaras móviles y registrar, por ejemplo manifestaciones violentas, cuando se den situaciones excepcionales de urgencia máxima dando cuenta, en el plazo de setenta y dos horas, mediante un informe motivado, al máximo responsable provincial de las fuerzas y cuerpos de seguridad y a la comisión de garantías de videovigilancia. Por lo tanto, la ley ofrece alternativas técnicas mucho más selectivas que el palo y tentetieso.

Por otra parte, la Ley Orgánica 9/1983, de 15 de julio, reguladora del Derecho de Reunión ya no sirve en el urgente mundo de Whatsapp y las redes sociales. La movilidad social no admite plazos de 10 días naturales. Y si en la Primavera Árabe, los ciudadanos se han manifestado donde, cómo y cuando han querido a golpe de llamado en una red social, ¿por qué iba a ser diferente en un país con medios tecnológicos cuando el protagonista es un nativo digital? Y, en el mundo de la tan cacareada Administración electrónica deberíamos ser capaces de autorizar una reunión en lugares de tránsito público en un plazo de 48 a 72 horas.

Por otra parte, quienes quieran manifestar su crítica, deben recuperar la imaginación. Cortar una calle lesionando los derechos de los viandantes, poniendo en riesgo a una ambulancia que por allí circule, o destruyendo un contenedor, no merece nuestro respeto. Padres y educadores tenemos una responsabilidad vital, en estos momentos debemos enseñar a recuperar la protesta pacífica, hay que revisitar a Gandhi.

La sociedad democrática necesita jóvenes comprometidos, que defiendan sus ideas, incluso cuando puedan estar equivocadas

La sociedad democrática necesita jóvenes comprometidos, que defiendan sus ideas, incluso cuando puedan estar equivocadas. No podemos apostar por el miedo como técnica de ordenación social, no es propio del Estado democrático que consagra nuestra Constitución. Por otra parte, ahora que con la candidatura olímpica Madrid presume de esos simpaticotes superdemócratas del 15-M, las imágenes de enfrentamientos y niños y niñas apaleadas dando la vuelta al mundo y #primaveravalenciana cono trending topic mundial son lujos que nuestra primera industria no se puede permitir.

Es indispensable un cambio legislativo, dando fluidez al derecho de manifestación, es necesaria la contención policial, pero también es urgente un cambio de mentalidad política. Probablemente desde el Gobierno, y por tal me refiero a todos los gobiernos que han sido y serán, habitualmente se crea que estas manifestaciones en tiempos de crisis son desestabilizadoras, antisociales e incluso interesadamente dirigidas. Pero créanlo, el método de la porra no las parará, al contrario, iniciará un espiral de la que algún Gobierno se arrepentirá cuando a alguien se le vaya la mano y recibamos el primer muerto. Podría ser su hijo.

Ricard Martínez es profesor ayudante y doctor del departamento de Derecho Constitucional y Ciencia Política y de la Administración de la Universitat de València.

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