El sembrador de vientos
El modelo de salida de la crisis que quiere Urkullu para Euskadi es el de Rajoy y el de Artur Mas
Hace unos días, el presidente del principal partido de la oposición, Iñigo Urkullu, declaró en rueda de prensa, a preguntas de los periodistas que, en su opinión, Euskadi estaba en “riesgo inminente de quiebra”. Una afirmación que, por su contundencia, dejó perplejos a la ciudadanía vasca y los agentes sociales; y causó profunda preocupación en el Gobierno vasco y los partidos políticos de Euskadi, empezando por el PNV. Todos entendieron que lo dicho por el señor Urkullu dañaba la credibilidad de Euskadi, porque lanzaba una sombra de duda sobre la solidez de nuestra economía, nuestras instituciones y nuestro mercado laboral, a escala nacional e internacional.
De nada ha valido que el Gobierno vasco explicara de forma detallada, y con datos ante los medios de comunicación que la situación financiera de Euskadi es sólida, que este Gobierno paga mejor y más rapidamente a sus proveedores (como también reconocen los empresarios vascos), que nuestro nivel de endeudamiento es el más bajo del conjunto de las comunidades autónomas y que, lejos de estar al borde de la quiebra (como, igualmente, aseguran nuestros empresarios), estamos en vísperas de la recuperación económica. De nada ha valido todo eso, porque tanto Urkullu como otros dirigentes del PNV han vuelto a enrocarse en el peligroso juego de agitar peligros de catástrofe inexistentes.
Y no deja de sorprender que el mismo partido que, desde las Diputaciones, triplicó las solicitudes de aplazamiento de pagos al Gobierno vasco con respecto a las que se cursaron con los anteriores Gobiernos de Ibarretxe sea precisamente el que acuse al Ejecutivo de Patxi López de poner al país al borde de la quiebra. Algo que, por otra parte, casa muy mal con el hecho de que el mismo día en que se producían las desafortunadas declaraciones del señor Urkullu, el Gobierno vasco concedía a las Diputaciones forales un aplazamiento de pago por importe de 310 millones de euros, con cargo a la primera aportación del año.
Y es todavía más sangrante que quienes hostigan al Gobierno vasco por su “mala gestión” sean precisamente quienes, desde los entes forales, aplazaron el pasado año pagos de deudas a sus contribuyentes por valor de 550 millones de euros, más de la mitad de lo que en 2011 supuso la caida de la recaudación.
Es sangrante que quienes hostigan al Gobierno vasco sean quienes han aplazado deudas por 550 millones
Con esta forma de proceder, el PNV trata de crear la sensación de que, con el Gobierno socialista y con el lehendakari Patxi López, Euskadi se hunde. Pero la realidad, que es terca, desmiente al señor Urkullu y a los actuales dirigentes del PNV. Porque este país, con el liderazgo del actual Gobierno, está resistiendo la crisis de una manera ejemplar. Nuestro tejido productivo está avanzando en su apuesta por la internacionalización y las exportaciones crecen a dos dígitos; nuestro nivel de paro es similar al de Francia y la mitad que la media estatal y estamos desarrollando políticas activas de empleo de acuerdo con los agentes sociales; el año pasado tuvimos los mejores datos de turismo de la historia y somos la comunidad autónoma que presenta un mayor gasto por persona en educación, sanidad pública y ayudas sociales.
Y, además, lejos de cejar en su empeño por las constantes caídas en la recaudación de las Diputaciones forales y por las dificultades de la economía internacional, el Gobierno vasco está apostando por hacer más con menos. Por hacer que cada euro del presupuesto sirva para defender servicios públicos esenciales, ayudar a nuestro tejido productivo y poner un muro de contención a la destrucción del empleo. Por proteger a las personas más débiles. Por seguir mejorando Euskadi.
Y se equivoca también el PNV si cree que, con esta tormenta en un vaso de agua que ha desatado el Gobierno socialista de Euskadi y el partido que le sustenta nos vamos a olvidar de debates tan necesarios para el futuro de nuestro país como el de las políticas fiscales que hay que desarrollar en el futuro para sostener, con los recursos apropiados, las prestaciones sociales. O el de la mejora de nuestro entramado institucional para eliminar duplicidades e ineficiencias, cuyo único efecto es el de dilapìdar recursos públicos, como está ocurriendo actualmente.
No ha conseguido ninguno de estos objetivos, como la actualidad política de Euskadi se empeña en demostrar. Lo que sí ha conseguido el señor Urkullu con su política del “cuanto peor, mejor” es hacernos ver cuál es la política anticrisis que defiende para este país, y la que aplicaría si volviera a gobernar: encarecer las matrículas universitarias, las tasas académicas, los billetes de tren, metro y tranvía, Sanidad —¿mediante el copago?—, compra de vivienda… La política, ya conocida, de cargar exclusivamente sobre las espaldas de los trabajadores y las clases medias de Euskadi los gastos para sostener los servicios públicos y el bienestar de la ciudadanía.
Ésta es la alternativa que Iñigo Urkullu ofrece en su blog al acuerdo institucional sobre fiscalidad y combate al fraude fiscal que el lehendakari y su Gobierno vienen liderando para mantener las políticas sociales. Éste es, en definitiva, el modelo de salida de la crisis que quiere Iñigo Urkullu para Euskadi: el de Mariano Rajoy y el de Artur Mas al frente de sus respectivos Gobiernos. El que están aplicando de común acuerdo la derecha nacional del PP y la hermana ideológico del PNV, que es la derecha nacionalista de CiU. El que está basado en los recortes y el desmantelamiento del Estado de bienestar.
¡Menos mal que tenemos en Euskadi un lehendakari socialista al frente de un Gobierno de progreso que ha hecho de las políticas sociales una seña de identidad! ¡Y menos mal que la sociedad vasca es lo suficientemente madura como para saber que quien siembra vientos no recoge votos, sino tempestades! Creo que algo de esto le puede ocurrir a Iñigo Urkullu, que ha empezado muy mal su campaña electoral, cuando todavía no toca.
José Antonio Pastor es parlamentario y portavoz del PSE-EE.
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