Euskadi se asoma a la recesión, tras crecer apenas un 0,6% el año pasado

En materia económica las buenas noticias escasean. Las previsiones no se cumplen y todos los parámetros se descuelgan en una senda descendente. La recaudación de impuestos, el Índice de Producción Industrial (IPI), el crecimiento de la economía, el empleo, los salarios, y el consumo, siguen anclados a una crisis que sólo los más optimistas ven amainar a final de 2012.

Para redondear el panorama, el consejero de Economía y Hacienda, Carlos Aguirre, reconoció ayer que Euskadi “se encamina a una posible recesión” después de cerrar el último trimestre de 2011 con un 0,2% negativo del PIB y ante la posibilidad de que el primero de 2012 siga la misma senda. Dos trimestres seguidos en negativo se considera técnicamente recesión.

La caída es más significativa porque sucede a un periodo de incertidumbre pero de siete trimestres de crecimientos positivo y uno más, el tercero de 2011 de estancamiento, pero en guarismos positivos.

De confirmarse que el primer trimestre de 2012 el PIB es negativo, y que la recaudación fiscal no se estabiliza ni después de la minireforma que ha restaurado el Impuesto de Patrimonio y algunos ajustes de las rentas altas, el Gobierno empezaría a pensar en un nuevo plan de ajustes del sector público.

A la espera de que las administraciones central y vasca fijen el PIB de 2011 tras incorporar en torno a mil millones de deuda de varias sociedades públicas como el BEC, el Consorcio de Transportes y Alokabide que le exige el Sistema Europeo de Contabilidad (SEC), el Gobierno trabaja con el escenario de déficit del 1,3% también para 2012, en torno a 800 millones.

Si al final no puede, debido a que las previsiones europeas —el PIB de la UE a 27 y a 15 cayó hasta un 0,3% negativo y el de Alemania un 0,2% negativo el último trimestre de 2011— y la senda de recaudación impiden cuadrar el presupuesto para 2012 en ese 1,3%, el Gobierno vasco pasará de los planes a los hechos y tendrá que recortar.

El obligado plan de reequilibrio económico y financiero no da más margen. En esta ocasión los capítulos afectados serían el gasto corriente y las inversiones. El consejero descartó nuevos recortes de costes laborales o de empleo, y el Gobierno confirmó después que tampoco disminuirá el presupuesto de Empleo y Asuntos Sociales tras el ya aplicado del 7% a las partidas destinadas a las ayudas sociales.

Según los datos del Eustat, el PIB creció el pasado año un 0,6% pese al último trimestre que se desplomó un 0,2% negativo, arrastrado por el mal comportamiento del sector exterior.

El deterioro de las exportaciones se ha traducido en un menor impulso del sector industrial que terminó el año con unas tasas interanuales negativas (-0,2%) tras un periodo ininterrumpido de seis trimestres con crecimientos positivos. El empleó cayó en un 0,6% el año pasado.

El consejero aprovechó la comparecencia ante la prensa para lamentar el tiempo perdido desde 2006 para haber afrontado una reforma seria del sistema tributario que hubiera permitido mantener el porcentaje de ingresos tributarios en el entorno del 21% del PIB, cuando ahora está en el entorno del 17,5%. “Esto supone unos 2.000 millones de euros”, indicó, “habría que haber afrontado la reflexión sobre el ingreso mucho antes”, declaró Aguirre. De todas formas, recordó que la situación de la economía mundial, y de la vasca, “muy dependiente de la exterior es extraordinariamente cambiante”, por lo que el Ejecutivo está a la espera de las estimaciones de crecimiento que publicará la UE a finales de febrero para conocer el escenario que se abre en el conjunto de la unión.

En su opinión, es el momento ya de abandonar las políticas “restrictivas”, y hay que empezar a aplicar medidas “de apoyo público” al sector productivo. En Euskadi el consumo de las familias creció un 0,5% en el último trimestre, pero el público se desplomó un 3,6%.