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Salvados por la música

Una tesis defiende que el 99% de los alumnos que reciben educación musical obtiene un rendimiento académico positivo

Un grupo de niños durante una clase de música en L'Escola Gavina
Un grupo de niños durante una clase de música en L'Escola GavinaMÒNICA TORRES

Van a clase como quien juega al fútbol o practica karate, pero en lugar de un quimono o un balón, preparan un estuche con un instrumento musical. Violines, clarinetes, fagots… Y luego, en la escuela, aprueban con la gorra. Es la conclusión a la que ha llegado M.ª Carmen Reyes, profesora de música, en una tesis que sostiene que el 99% de los alumnos que reciben algún tipo de educación musical sortean de sobra el fracaso escolar.

“Empecé el estudio de forma muy empírica”, afirma la maestra, “porque notaba que los niños que estudiaban música eran más atentos y utilizaban más recursos”. En total participaron 4.300 alumnos de 18 colegios de toda la Comunidad y los resultados fueron mejores de lo esperado: un 37% sacaba sobresaliente, un 42%, notable, el 11% superaba las pruebas con un bien y el 9% con suficiente. Calculando, solo un 1% suspendía.

La maestra notaba que los niños prestaban más atención en las clases

Un ejemplo es Irene Soto. A ella, como a casi cualquier chica de 16 años, le gusta Amaral. Pero se fija más “en lo que tocan” que “en lo que cantan”. Alterna a este dúo con la electrónica de Boy in Static o el violín del israelí Itzhak Perlman, instrumento con el que “seguramente” se gane la vida. Considera que “debido al horario” necesita “estudiar más rápido”. La música le enseña a coordinar deberes igual que se acompasa a sus compañeros cuando toca en una orquesta. Irene alcanza una conclusión poco acorde con lo que suelen promulgar los docentes: “Se aprende más mirando a los demás que prestando atención a la pizarra”.

La autora de la tesis cree que “la música debe ocupar un papel destacado en el sistema educativo, por sus beneficios en otras asignaturas”. Según la Federación de Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana, esta autonomía es la segunda con mayor fracaso escolar, después de Baleares. Sin embargo, las sociedades musicales son su principal agente cultural. La Comunidad Valenciana supera en más de cinco puntos al resto del país, con una media del 36,9% de fracaso escolar frente a un 31,2%.

Este tipo de formación ofrece valores como el respeto o el esfuerzo

Enrique Barrachina, director del Taller de Música Jove de Valencia, lo corrobora: “La música desarrolla la intuición, pero la intuición sin conocimiento no es más que analfabetismo”. Por eso cree que, respetando siempre el ritmo individual de desarrollo,este aprendizaje puede transmitir valores como “mostrar educación, respetar turnos, ser puntual y cuidadoso, alcanzar una conciencia colectiva y ser constante para buscar la perfección”.

Numerosos estudios norteamericanos van más allá: “La importancia de la música en nuestra economía es masiva”, concluye un informe de la estadounidense National Association for Music Education, que también señala que “los estudiantes de educación secundaria que participan en una banda u orquesta registran los índices menores de consumo de sustancias como alcohol, tabaco o drogas ilegales”.

Quejas, por lo menos no hay. “Es una maravilla de niña”, responde la madre de Irene Ribes. “No tiene problemas con nadie, se relaciona con todo el mundo, tiene un visión más global de las cosas y, encima, no baja de notable”, remata orgullosa. Algo en lo que coincide Inmaculada Ligero, madre Iker Gonzalo Ligero, un niño superdotado de 11 años que toca el fagot. “Le han adelantado cursos. Él lo hace como quien aprende a leer. Además, se interesa por todo y siempre quiere destacar”, comenta, “y es buenísimo socialmente: siempre felicita a los demás”.

Esta publicación, según MºCarmen Reyes, no desentraña claves para reestructurar la educación formal, pero exige más orden y prioridad para estos estudios: “no es una cuestión de horas ni ratio de alumnos, sino de una mejor ordenación según los cursos”. La profesora asegura que “no hay nadie que no disfrute con la música, porque está en todas partes: en las calles, en el entorno…”. “No solo se adquiere ritmo y compás”, anota Enrique Barrachina, “es que, definitivamente, la música te hace mejor persona”.

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