Ahora, a hacer puñetas
¿Hará falta otro Garzón para que se investigue en serio el caso de los bebés robados?
Ahora que Garzón está en el banquillo. Ahora que tantos y tantos, y tan distintos, celebran que a Baltasar se le ha caído la estrella en el jardín. Ahora que le han hecho una muesca más al cinturón de la justicia, otro recorte, esta vez no anunciado. Ahora que solo toca hablar de política económica, perdón, quiero decir financiera. Ahora que hablamos de miles de millones de euros, de deudas, naturalmente, como quien habla de cientos de euros, necesitados, por supuesto. Ahora que no nos llega la camisa al cuello, que ni follamos por no quemar calorías, por lo que pueda venir y ahorrar en gimnasios, no porque sea pecado, como Dios manda. Ahora que ser feliz es delito, que no votar está entre el desencanto y la protesta, que hasta Rajoy reniega de sus decisiones (sin llorar, como la ministra italiana). Ahora que todo consiste en hablar sin decir nada, que la duda es la reina madre y no la más tetuda. Ahora que priva el escapismo y que no te puedes fiar ni de las prótesis mamarias porque están hechas de silicona industrial (la que da usted en el baño cuando tiene una fuga).
Voy al punto y aparte, pero no crean que voy a cambiar de registro. Lo hago por su bien, única y exclusivamente. Ahora que el PP se culturiza y piensa en Vargas Llosa para dirigir el Instituto Cervantes (no sé si Esperanzita habrá localizado al susodicho en su diccionario de ilustres). Ahora que parece que no hay un antes y un después, que Fraga es un ilustre demócrata y el mañana es una inversión que no cotiza en el Banco Mundial, falto de fondos.
Otro descansito nunca viene mal subiendo las ruinas de Machupichu. Ahora que hay tanto que hacer que no sabemos qué hacer, que lo de menos es ser ministro, consejero o secretario de Estado, que manda no se sabe quién, pero que todos sabemos que ese quién jamás pasará hambre. Ahora que toda esa enciclopedia se ha reducido a un manual de supervivencia, a una instrucción acelerada de cómo vivir peor sin que lo parezca. Ahora que Garzón, repito, está en el banquillo, y le esperan más banquillos y bien saben el cielo y la tierra que este rey Baltasar de la judicatura ha cautivado mi fe en la misma medida que la ha defraudado, lo cual es para mí, tratándose de justicia, un balance positivo y novedoso en este país.
Ahora que la justicia está más en entredicho que nunca; ahora, repito, pregunto: ¿De verdad alguien se va a ocupar en serio, a tope, como Dios manda y no de forma temporal, que diría la princesa Soraya, del caso de los bebés robados en las clínicas españolas? ¿Hará falta otro Garzón para que libere a no sé cuantas familias de ese doble castigo de haber tenido un niño muerto que quizás ahora sea el cuarentón o el treintañero que hace un par de días les arregló el televisor? ¿Habrá un Garzón o irá al banquillo acusado por los ladrones que robaban niños? Si es as,í hago como Cruyff: toco y me voy.
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