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La punta de la lengua
Columna
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El “cierre del Gobierno” de EE UU. ¡Ojalá!

Con ese panorama, ¿podemos hablar de que se cerró el Gobierno de Estados Unidos? No. El Gobierno seguía tan campante

Álex Grijelmo

La locución “cierre del Gobierno” se puede entender de dos maneras: o el Gobierno cierra algo, o alguien ha cerrado al Gobierno; o quizás el Gobierno se ha cerrado a sí mismo. Pero comprender su sentido pertinente en español requeriría de más contexto. Sabemos lo que es cerrar un comercio. Sin embargo, ¿cómo se cierra un Gobierno? La expresión carece de una historia en nuestra lengua y en nuestros sistemas políticos que permita formarse una idea acerca de qué se comunica con tales palabras. Y así como descodificamos en qué consiste cerrar una empresa, ignoramos qué implicaría la extraña decisión de cerrar un Gobierno. ¿Se quedarían todos nuestros ministros atrapados durante días en La Moncloa, o en la Casa Rosada, o en el Palacio de la Moneda, sorprendidos durante una reunión?

Los medios en español han hablado en dos etapas sobre el “cierre del Gobierno” de EE UU: hace casi siete años y ahora. Se referían a la situación provocada por el desacuerdo en el Senado a la hora de pactar la financiación de todo el entramado administrativo. En aquel país —ellos sabrán por qué— el presupuesto del ejercicio anterior (que vence en octubre) no se prorroga automáticamente si no lo sustituye otro, y eso causa que se cierre el grifo del dinero público y todo se vaya al garete. Museos cerrados, controladores en su casa, pagos que no se abonan…

Ese bloqueo, ya se ve, no es ninguna broma, porque además pone a 42 millones de personas en riesgo de hambre; un segmento de la población que recibe subsidios y en el que Trump ve mayoritariamente a votantes demócratas, quienes parecen importarle menos. Pero también deja sin cobrar a todos los funcionarios federales, que a los pocos días del cierre empezaron a acudir a los bancos… de alimentos.

La situación en 2019 (también con Trump) duró 34 días; y ahora han sido 43. Los demócratas rechazaban los presupuestos hasta recibir garantías de que no se esfumarán las ayudas sanitarias ni otras medidas sociales. Los republicanos respondían que sus oponentes pretenden subvencionar a los indocumentados. Esto último es legalmente imposible, pero les da igual. Finalmente, unos tránsfugas demócratas disolvieron el bloqueo.

Con ese panorama, ¿podíamos hablar de que se cierra el Gobierno? No. El Gobierno siguió tan campante. Lo que se cierra es la Administración, el soporte del sistema público norteamericano (y solo parcialmente, pues quedan a salvo los servicios esenciales, cuyos trabajadores seguían en sus puestos… sin cobrar).

En EE UU se tiende a identificar al Gobierno con la Administración, conceptos que nosotros diferenciamos con claridad. Allá Administration adquiere a veces el valor de “Gobierno”; y a su vez Government toma el significado de “Administración”. Por eso hablan de la “Bush’s Administration” o de la “Obama’s Administration”, que aquí se maltradujeron durante años como “la Administración Bush” o “la Administración Obama” (sin la preposición de). En el caso que nos ocupa, la forma original para denominar la situación es “Government Shutdown”; y en efecto, equivale literalmente a “cierre del Gobierno”, pero entre nosotros se entendería mejor como “el cierre parcial de la Administración”. O, mejor aún, “el cierre de la caja”.

Los recientes titulares al respecto nos infundieron una ilusión que enseguida se frustraba al leer las crónicas. El Gobierno de EE UU no había cerrado realmente. ¡Ojalá! Ni siquiera su presidente había cerrado la boca. 43 días de tranquilidad que habríamos ganado.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades
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