No resiste ni el himno del Madrid
El intérprete canta “por qué”, pero en ese momento la letra proyectada en los marcadores del Bernabéu dice “porque”


El estadio Bernabéu alberga cada jornada a unos 80.000 espectadores, entre los que se hallarán algunas decenas de miles que habrán acabado el bachillerato, o como se llame ese tramo de la enseñanza cuando usted lea estas líneas. A ellos se suman millones de hispanohablantes que ven por televisión los prolegómenos del partido. Todos asisten una fecha tras otra a una notoria incongruencia ortográfica.
La diferencia entre porque y por qué se explica en el colegio. La conjunción átona se escribe en una sola palabra y sin acento (“porque”); es decir, cuando puede sustituirse por a causa de que: “Lo hago porque es necesario” (“a causa de que es necesario”). Y, por el contrario, usamos dos vocablos cuando se combinan la preposición por y el pronombre interrogativo qué, elementos que forman una locución tónica (pues se lleva la fuerza del acento de toda la oración); es decir, cuando transmite una carga interrogativa: “¿Por qué lo hizo?” (aunque no siempre figure entre interrogaciones: “No sé por qué lo hizo”).
Además –lo explicamos de paso para que nadie lo eche en falta– se escribe “porqué” todo junto y con acento cuando va precedido de artículo y equivale a “motivo” o “causa”: “Nadie sabe el porqué de su proceder”. Y, finalmente, se pone separado y sin tilde cuando la preposición por y la conjunción que tienen valores independientes, de modo que la formación resultante se puede sustituir con la locución “por eso”(y no “a causa de eso”). Véase la diferencia entre “se caracteriza por que es actor” y “se caracteriza porque es actor”; o “yo apuesto por que ganaré” frente a “yo apuesto porque ganaré”.
Pues bien, llevo diez años escuchando en mi asiento del Bernabéu el último himno madridista (el tercero por orden de creación), en el que la voz cantante, que en esta ocasión no es la de Florentino Pérez, interpreta a todo volumen los versos escritos por mi compañero Manuel Jabois; y dice en un momento dado: “Historia que tú hiciste, historia por hacer. / Por qué nadie resiste tus ganas de vencer”. Sin embargo, cuando se oye “por qué” el rótulo electrónico dice “porque”: “Porque nadie resiste tus ganas de vencer”.
¿Cuál de las dos opciones plasmó el autor? Recordé una famosa escena de Woody Allen en Annie Hall (1977). En esa película, Allen contradecía en la cola del cine a un petulante profesor a quien había estado oyendo pontificar en voz alta, justo detrás de él, sobre la obra del famoso teórico de la comunicación Marshall McLuhan. De repente, descubría que el ensayista canadiense se hallaba a unos metros de ambos y que por tanto podía sumarlo a la conversación para que desautorizase al docente pelmazo, como así ocurrió para gran satisfacción de los espectadores. Pues bien, yo le pregunté al mismísimo Jabois, que también me quedaba cerca, qué había escrito él exactamente, y me respondió que “porque nadie resiste” pero el intérprete del himno alteró la intensidad prosódica para acomodarla a la intensidad melódica. (Algo parecido ocurre en Porque te vas, obra de José Luis Perales que Jeanette convirtió ya para siempre en “Por qué te vas”).
El asunto es que llevamos diez años en el estadio escuchando una cosa y leyendo otra. Esta incongruencia me desconcentra en el comienzo de cada partido, y me quedo cinco minutos pensando en eso; cinco minutos en los que el equipo se pierde mi imprescindible aliento.
Así que tenemos un problema gordo: o Jabois cambia su letra, o se graba de nuevo el himno o se cambia la ortografía. Estando el Madrid de por medio, habrá quien se tema más bien esto último.
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