‘Mientras dormías, cantabas’, de N. Pino Luna: Cumbia para adormecerte
La galardonada novela de corte cinematográfico de la escritora chilena narra con gran talento una triste catarsis sanadora del daño por una ausencia a través de recuerdos, canciones y secretos

“De todas las cumbias que canto/esta es la más preferida/porque un día la canté/para dejarte dormida/ Mientras dormías, cantaba/ cumbia para adormecerte”. Eso dice este clásico de la cumbia popularizada por Sonora Palacios. Es una de las cumbias favorita de uno de los protagonistas de esta novela de N. (Nayareth) Pino Luna (Santiago de Chile, 1990), y como muchas veces nos sucede, ese personaje recuerda un verso mal y ese error amplifica el sentido de las palabras hasta ensordecernos. Él recuerda que mientras tú dormías, cantabas. No era necesario que nadie te cantara. Tampoco que quieras adormecerte. Estás sola y dormida y cantas. Soledad, la dicha de saberse viva y triste y suena cumbia. Algo de todo eso está en este espléndido debut de Pino Luna.
Publicada originalmente en su país, Chile, en 2021, en la editorial Los libros de la mujer rota, consiguió aunar buenas críticas y la atención del público, así como la distinción de mejor Novela en los Premios Literarios del Ministerio de las Culturas (2022), el José Nuez Martín de novela de la PUC (2023) y el Atenea de narrativa de la Universidad de Concepción (2023). Llega a España de la mano de Gabriela Wiener, nueva editora 2025-2026 de Caballo de Troya, que ahora se convierte en Yegua de Troya.
La mirada de la novela es cinematográfica, sin cortes, pasando de personajes a habitaciones, en una Nochevieja de canciones, secretos y ausencias. Estamos en La Pintana, barrio de la periferia de Santiago. Fiesta familiar para despedir el año y recibir al siguiente. En el domicilio donde se celebra el ritual, está presente el fantasma de una hermana, una hija muerta. Sus allegados —abuelos que fueron padres, madre que fue hermana, hermana que se embozó de prima— buscan claves y maneras de entender, de saber quién era Leonor, esa hermana que hicieron pasar por prima a Marta, que de niña la dibujaba en forma de caracol, encima de la rama de un árbol, aquejada de una enfermedad que le deformaba la columna, sabedores todos que cuando cayera de la rama, moriría. Antes que todos, cualquier día.
También está Gabriel, amigo de Leonor, amor con libros, que trata de estar con Marta, de ayudarla y ayudarse a saber y entender, olvidar y bailar, amarla, intentarlo, fracasar lo más estrepitosamente que se pueda, pago de una deuda no se sabe muy bien con quién. Con un hábil manejo del tiempo narrativo echamos el tiempo hacia atrás para saber de dónde llegan esas ausencias que planean entre los personajes. De la madre de Gabriel que se fue sin más o la propia Leonor, valiente lectora y temerosa de lo que pudiera escribir si se dejaba llevar por hacerlo (y no lo hizo).
Todos los personajes son levantados con talento del papel al ritmo del baile, de los cuerpos que parecen a ratos movidos por el resorte de los recuerdos de cada canción, danzando desde una triste catarsis sanadora del daño, del vínculo de lo cotidiano y familiar, alegres por poder compartir, esclavizados por los mismos vínculos. La fecha elegida por Pino Luna no es cualquiera. Nochevieja, el umbral de empezar y dejar atrás. Y es, probablemente, cuando pase el tiempo y —como sucede en todas las novelas— nos olvidemos del argumento y personajes, recordaremos de Mientras dormías, cantabas, el último viaje en bus de Gabriel y Marta. La novela empieza y transcurre bien, pero la cumbia termina mejor.

Mientras dormías, cantabas
Yegua de Troya, 2025
192 páginas. 15,10 euros
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