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CRÍTICA LITERARIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Conciencia o colapso’, de Jordi Pigem: ¿La basura cognitiva es reciclable o hay que cargar con ella?

El saber ocupa lugar. El exceso de información es un estorbo y tiene un coste energético. Ante la inflación de datos y la invasión algorítmica, el ensayo de Jordi Pigem propugna un ascetismo mental

Jordi Pigem
Retrato promocional de Jordi Pigem, realizado en 2021.Inês Castel-Branco (FRAGMENTA EDITORIAL)
Juan Arnau

No hay que verlo todo. Hay un episodio de la Bhagavadgītā en el que el dios Krishna muestra a Arjuna todo. El héroe queda horrorizado. De hecho, la idea de una sensibilidad total es contraria a la vida. La vida es precisamente una sensibilidad reducida, un filtro particular, un modo específico de ignorancia. Hay peces ciegos. El mineral y los gusanos simplemente tocan. La planta siente, pero no se desplaza. El mono salta, el caballo galopa. Nosotros vemos, oímos, tocamos, gustamos y olemos, y la mente elige.

No hay que saberlo todo. No hace falta. Nos dificulta la vida. Saberlo todo nos impediría vivir, como lo haría recordarlo todo. Cuando la información es excesiva deja de ser útil y se convierte en un estorbo. El saber ocupa lugar. Hay que cargar con él y tiene un coste energético. No está en la nube, eufemismo para edificios de acero que consumen ingentes cantidades de energía. Hay ciertas cosas que es mejor no saber. No quiero saber el tiempo en Letonia si no viajo allí. Sin embargo, alguien me lo cuenta. Reclama mi atención, quiere que lo sepa. Ese es nuestro mundo de hoy. Ante tanta basura cognitiva urge un ascetismo cognitivo. No saber. Las personas más libres y creativas que conozco nunca están al día. Chesterton decía del periodismo: “Consiste en decir lord Jones ha muerto a personas que nunca han oído hablar de lord Jones”. Lo mismo con la IA, que Jordi Pigem sugiere traducir como “Invasión Algorítmica”.

No hay que tenerlo todo. Tenerlo todo es un trabajo inmenso. La vida sencilla es la mejor. Las cosas no te dejan respirar. Desde Walter Benjamin sabemos que el tecnocapitalismo es la nueva religión. Responde a las mismas inquietudes, tormentos y obsesiones que las religiones tradicionales. En el centro del nuevo culto, la deuda y la culpa. Un culto que no es expiatorio sino culpabilizante. Tiene también su promesa: el crecimiento ilimitado. Crecer a costa del aumento de la deuda y la culpa (la misma palabra en alemán, también en arameo, la lengua de Jesús). El becerro de oro ha vuelto. Las multinacionales tecnológicas son los nuevos señores feudales, fomentan la desigualdad y la opresión. Impulsado por la mente algorítmica, aboca a la cosificación, la alienación y un control ficticio. La obsesión por el control produce catástrofes.

La naturaleza habla innumerables lenguajes. Responderá en aquel que le preguntemos. Puede hacerlo matemáticamente, pero también filosófica o poéticamente

Un silogismo puede ser formalmente perfecto, estar correctamente ejecutado, y ofrecer una conclusión falsa. Todo dependerá de las premisas. Y nuestra premisa de lo que es la naturaleza me temo que es falsa. La estableció Galileo en El ensayador: “La naturaleza habla el lenguaje de las matemáticas”. Descartes convenció luego a los modernos de que para hacer ciencia había que matematizar. Y eso hicieron la psicología o la antropología (que llegó a ser “estructural”). Niels Bohr corrigió el desaguisado, pero nadie le hizo mucho caso a pesar del éxito de la teoría cuántica. La naturaleza habla innumerables lenguajes. Responderá en aquel que le preguntemos. Puede hacerlo matemáticamente, pero también filosófica o poéticamente. Ella es así de atenta. Bohr llamó a este principio, tan oriental, principio de complementariedad. Mientras, el tecnocapitalismo reduce la naturaleza al lenguaje del algoritmo. Y así, la cercena, y, al hacerlo, nos cercena a nosotros, nos aliena. Ese es el riesgo de las inteligencias mecánicas. Hace falta una nueva insurgencia. Otra ilustración. El lector podrá encontrar aquí diferentes alternativas, Goethe, Humboldt, Leibniz, Minkowski, McGilchrist. Otros modos de acercarse a la naturaleza.

El libro recoge las monumentales teorías de Iain McGilchrist sobre los dos hemisferios. Si el cerebro produjera la mente, si fuera su causa, no sería posible cambiar el cerebro mediante la mente, que es lo que llevan haciendo las sabidurías orientales durante milenios, buscando una experiencia pura, libre del velo de la representación. Recientemente, la ciencia ha confirmado la plasticidad neuronal. Lo que hacemos con la mente (meditar, imaginar) puede cambiar la configuración del cerebro. Ya lo decían las upanishad, uno se convierte en aquello que piensa.

Los datos son producto de la imaginación humana. El dato, como cualquier tipo de representación que nos hagamos de la realidad, es nieto de la imaginación

Desde hace un tiempo, ante la avalancha de datos que amenaza con anegarnos, ante la erótica y la ceguera del dato que produce la IA (sumo sacerdote del dato), vengo defendiendo que los datos no son algo que está ahí fuera, como representantes de lo real. Los datos son producto de la imaginación humana. El razonamiento es sencillo. Para obtener un dato necesitamos un instrumento de medida. Un barómetro, por ejemplo, nos dará la presión. Para construirlo necesitamos una teoría termodinámica o de mecánica de fluidos. Esa teoría nace de la imaginación humana, que baraja o inventa conceptos de la física. Es decir, que el dato, como cualquier tipo de representación que nos hagamos de la realidad, es nieto de la imaginación.

Pigem escribe un libro breve, sintético e inspirador. Utiliza fuentes diversas y heterodoxas que sabe sintetizar y exponer de modo elegante. La vida no es programable, sino espontánea. La más alta bondad es como el agua, dice el Tao te ching. Muy recomendable.

Portada de 'Conciencia o colapso', de Jordi Pigem. FRAGMENTA EDITORIAL

Conciencia o colapso 

Jordi Pigem 
Fragmenta, 2024
192 páginas, 19,50 euros
Portada de 'Conciencia o colapso', de Jordi Pigem. FRAGMENTA EDITORIAL

Consciència o col·lapse 

Jordi Pigem 
Fragmenta, 2024 (en catalán)
192 páginas, 19,50 euros

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