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Giacometti y Sugimoto, vida y muerte en un escenario

Una exposición establece un fructífero diálogo entre la obra del escultor suizo y el fotógrafo japonés mediante una puesta en escena que rinde homenaje al teatro noh

Vista de la exposición 'Giacometti / Sugimoto. En scène', en el Instituto Giacometti.
Vista de la exposición 'Giacometti / Sugimoto. En scène', en el Instituto Giacometti.© Institut Giacometti

En 2013, Hiroshi Sugimoto (Tokio, 1948) recibió el encargo de fotografiar el Jardín de Esculturas del MoMA en Nueva York. Rediseñado por el arquitecto Philip Johnson, en 1953, alberga varias obras maestras de la escultura moderna, Una de ellas llamaría especialmente la atención del fotógrafo. Se trataba de Mujer grande III (1960) de Alberto Giacometti (1901, Grigioni, Suiza-1966, París), que parecía encerrar todo aquello que el artista japonés se había propuesto alcanzar a través del medio fotográfico. Aquella forma alargada, de un metro noventa, depauperada y desprovista de toda carne, pero al mismo tiempo fuerte, expresaba la esencia del alma, “la condición de ser in extremis”, tal y como lo expresa el autor asiático. Haciendo uso de una cámara de gran formato de 8x10, la fotografió dos veces; una a la luz del día y otra en el crepúsculo del atardecer. Durante aquel proceso, el autor tuvo la sensación de estar observando una representación de dos personajes del teatro noh japonés, donde las almas vuelven a la vida y se hacen visibles, y el pasado renace como el presente. Las imágenes pasarían a formar parte de una serie llamada Past Presence.

De estas dos imágenes, así como de otras seis que el fotógrafo realizaría entre 2013 y 2016 a otras esculturas de Giacometti, parte Giacometti/ Sugimoto. En scène; un exquisito y evocador vis a vis entre las figuras espectrales del fotógrafo asiático y las del escultor suizo. Comisariada por Françoise Cohen, directora artística del Instituto Giacometti, en colaboración con el artista japonés, la exposición forma parte de la programación que la Fundación Giacometti de París viene organizando desde su reapertura en 2018, dentro del fabuloso espacio que dispone en un emblemático edificio construido entre 2012 y 2014 —una mezcla entre Art Nouveau y Art Déco— donde tuvo su estudio y residencia el decorador Paul Follot. La fundación cuenta con una instalación permanente que reproduce a escala el minúsculo estudio del artista, situado originalmente en la 46 rue Hippolyte Maindron, al cual el dramaturgo Jean Genet, amigo del artista, se referiría como un verdadero “otro yo”.

Las fotografías tienen un efeto borroso, una manera de distanciar al espectador de la idea de la reproducción de una escultura, o algo físico, y acercarle a los dos tipos de caracteres que nos encontramos en el teatro noh: los vivos y los muertos

El planteamiento de Sugimoto a la hora de abordar su fotografía es conceptual, de manera que con cada nueva serie introduce una serie de parámetros que aplicará a todas las imágenes. En Past Presence se impuso una técnica en particular que el mismo denomina “enfoque doble infinito”, donde obliga a su cámara a enfocarse en un punto imaginario de “doble infinito” y obtendrá como resultado un efecto borroso. Una manera de distanciar al espectador de la idea de la reproducción de una escultura, o algo físico, y acercarle a los dos tipos de caracteres que nos encontramos en el teatro noh: los vivos y los muertos.

'Past Presence 070. Figura alta III, Alberto Giacometti' (2006). De Hiroshi Sugimoto.
'Past Presence 070. Figura alta III, Alberto Giacometti' (2006). De Hiroshi Sugimoto.© Hiroshi Sugimoto; obra de arte representada © Estate of Alberto Giacometti Adagp 2024

Una serie de retratos realizados por Sugimoto —entre los que se incluye un autorretrato, el arquitecto Peter Zumthor, el actor Takeshi Kitano y su primera galerista, Illeana Sonnabend, todos ellos mostrados por primera vez— será la encargada de adentrar al visitante en una atmosfera cargada de enigma e irrealidad. Las imágenes parten de negativos Polaroid, que el autor habrá expuesto a la luz con el fin de conseguir nuevas y sutiles gradaciones de color, así como efectos que huyen de una representación real en busca de acercarse lo más posible a la esencia de lo representado. La serie se muestra por primera vez en Europa y se presenta en contraposición a una colección de dibujos de los años cuarenta y cincuenta realizados a bolígrafo por el artista suizo de forma espontanea en los manteles de los cafés, en las servilletas, en tarjetas de presentación o trozos de periódicos. “Sea escultura o pintura, lo único que cuenta es el dibujo”, diría.

La primera vez que Sugimoto vio una escultura de Giacometti sintió que algo muy fuerte y espiritual emanaba de ella. Algo que le remitía a su japoneidad y, que con el tiempo, llegó a conectar con el teatro noh. En su libro L’atelier d’Alberto Giacometti, Jean Genet, apuntaba a la capacidad del escultor para mostrar un mundo al margen de la vida. Un universo donde la muerte estaba tan presente como la vida.

Destaca en un rincón el busto de Isaku Yanaihara, quien, en 1956, a petición de Giacometti, posó para él. Faltaban entonces solo unos días para el viaje de vuelta al Japón del filósofo japonés, un regreso que tuvo que demorar durante las semanas que hubo de permanecer inmóvil durante horas para complacer al escultor. Desde 1957 hasta 1961, con la llegada del verano, Giacometti le enviaría puntualmente un billete de avión, con el fin de dar fin a una batalla que el autor creía perder una y otra vez: justo en el momento que creía que la imagen que buscaba estaba a punto de visualizarse, esta volvía a desaparecer. “Quizás la obra de Giacometti no era más que una lucha con la muerte”, escribiría el filósofo japonés al enterarse de la repentina muerte del artista en 1966. “Las incontables líneas finas que dibujaba y borraba, dios sabe cuántos días […] no eran más que un intento de eliminar la muerte del objeto físico del cuerpo, es decir, de un cadáver”. Trabajador infatigable, “Giacometti dormía de las 5 de la mañana al mediodía, salía a tomar un café, comía dos huevos y regresaba al estudio donde a veces alguien posaba para él”, destaca la comisaria. “Descansaba un rato y luego seguiría trabajando de memoria. Trabajaba por series, tratando de superarse en cada pieza. Lloraba a menudo, cuando creía no haber alcanzado las metas que se proponía”.

Vista de la exposición 'Giacometti/Sugimoto. En scène' en el Instituto Giacometti.
Vista de la exposición 'Giacometti/Sugimoto. En scène' en el Instituto Giacometti.© Institut Giacometti

Mujer grande IV (1960-61), realizada en bronce, se erige frente a una de los enigmáticos paisajes marinos realizados por Sugimoto en el Mar Báltico. Pertenece a la serie Seascapes, en la cual el fotógrafo explora el concepto del tiempo y la memoria. Se trata de una imagen meticulosamente compuesta, donde el movimiento se ha detenido y el cielo y el mar alcanzan idénticas proporciones. Una imagen que podría haber existido en el comienzo de los tiempos y ofrece una reflexión sobre la consciencia de la existencia, del ser. Cerca, unas máscaras del teatro Noh, realizadas en el los siglos XIII y XIV y pertenecientes a la colección del fotógrafo, nos recuerdan que un determinado gesto en un rostro no deja de ser más que una sola máscara de la mente.

El espacio central del recorrido lo ocupa la recreación de un teatro Noh, propuesta por Sugimoto, donde, siguiendo las reglas del género, una cortina que representa a un pino con sus ramas extendidas, sirve de fondo a un escenario. Frente al público cuatros esculturas de Giacometti interpretan a unos músicos arrodillados. A la izquierda el Caminante de bronce I (1960), a la derecha un escayola pintada, Mujer grande (1958). “Los actores del noh bailan a una velocidad extremadamente lenta en el escenario y mientras cruzan el puente conocido como Hashigakari, parecen deslizarse del mundo de los muertos al mundo de los vivos”, escribe Sugimoto en el catálogo que acompaña a la muestra. “Obviamente, las esculturas de bronce del escenario noh no mueven ni un músculo. Pero, sin embargo, cuando cierro los ojos, es cuando las esculturas de Giacometti comienzan a bailar con un gracia bastante sorprendente”.

Giacometti/ Sugimoto. En scène. Fundación Giacometti. París. Hasta el 23 de junio

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