‘La colección’: Juan Mayorga y el legado indefinido
La nueva obra del dramaturgo encastra un diálogo filosófico en el armazón de una comedia de intriga defendida con uñas y dientes por un elenco encabezado por José Sacristán y Ana Marzoa
Coleccionar es una manera de ordenar el conocimiento, pero también puede ser un signo de codicia. Los Pereira, protagonistas de la última obra de Juan Mayorga, navegan entre dos aguas. La pareja, ya entrada en años, ha reunido a lo largo de su vida una panoplia de obras artísticas para la que no tiene herederos. Mientras la gente corriente cría niños o cuida gatos, ellos disfrutan disputando tesoros en Sotheby’s. La colección es lo más parecido a una comedia de intriga que haya estrenado Mayorga, porque El Golem se adentraba en el terreno de lo fantástico, como la película muda homónima. Nadie sabe con exactitud qué guardan Héctor y Berna en el caserón donde se desarrolla la obra.
La colección es también un diálogo filosófico que, como El banquete, de Platón, podría celebrarse con sus interlocutores sentados, poniendo todo el peso en el texto. José Sacristán lo hace llegar de maravilla. Tiene una voz privilegiada y ese peso específico que dan la edad cronológica y los años de oficio. La naturalidad con la que se desenvuelve la Berna de Ana Marzoa y ese zigzagueo interior suyo tan vitalista contrastan vigorosamente con la sobriedad del Héctor de Sacristán. Forman una pareja plausible, que parece jugar al gato y al roedor con Susana, la joven candidata a heredar su colección. Interpretada por Zaira Montes, Susana tiene muy buena planta y un pico de oro: no le arredra el despliegue de enunciados contradictorios con el que le reciben sus excéntricos anfitriones.
El texto, que mantiene a lo largo de toda la función una aureola de misterio, aúna calidad literaria y un cierto espesor
Carlos (Ignacio Jiménez), empleado fidelísimo del matrimonio opulento, es el equivalente mayorguiano del mayordomo arquetípico de este género de comedias. El texto aúna calidad literaria y un cierto espesor, que a veces es lastre. Su autor mantiene de cabo a rabo de la función la aureola de misterio que rodea a sus cuatro personajes: sin perder el hilo, enhebra diálogos ingeniosos, preñados de paradojas y de cierto sentido del humor. La atmósfera es pinteriana: el propio título parece un guiño, puesto que La colección es una de las comedias más célebres del autor de El montaplatos.
En medio de la indeterminación con la que avanza la peripecia (¿Susana quiere quedarse con lo que se le ofrece o prefiere seguir su propio camino? ¿Hay otros aspirantes o es candidata única…?), Mayorga da un golpe de efecto rotundo: Berna emplaza a su invitada a resolver un problema práctico y esta, en un momento arrebatado, demuestra saber qué piezas componen la enigmática colección, puesto que indica cuáles pueden ser vendidas para adquirir otras más valiosas con el rédito obtenido. Y sin embargo, un par de escenas más adelante, resulta que no las conoce, sin que esta ida y vuelta argumental quede justificada.
Escuchando al público, parece que a buena parte le pasó inadvertido ese barrido rápido de linterna con el que el autor muestra al final la clave de bóveda del opaco conflicto planteado, quizá porque durante ese instante postrero Mayorga nos pasa demasiada información comprimida, en un intento de anudar los muchos cabos que andaban sueltos. En la función hay tiempo para preguntarse como quedaría con una escenografía a la alemana, con muros muy altos acotando la acción y un techo en el que se abriera el agujero que describe el autor en sus didascalias. Pero cabe preguntarse sobre todo por la concreción que el texto podría alcanzar en manos de un director de escena con conocimiento profundo de su oficio y del oficio del actor. Es harto difícil estar en dos lugares cruciales a la vez y mantener ambas perspectivas: las colecciones se redondean cuando el coleccionista trabaja codo con codo con un igual.
‘La colección’. Texto y dirección: Juan Mayorga. Teatro de La Abadía, Madrid. Hasta el 21 de abril.
Puedes seguir a Babelia en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.