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CRÍTICA TEATRAL
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Misericordia’: los destellos de la memoria como materia teatral

En la nueva obra de Denise Despeyroux conviven escenas sobresalientes y otras que resultan largas y aburridas

Misericordia de Denise Despeyroux
Una escena de 'Misericordia', de Denise Despeyroux.Geraldine Leloutre (CDN)
Raquel Vidales

Hay una escena sobresaliente en este espectáculo. La protagonizan un hombre y una mujer en un rincón desnudo de escenografía. El hombre —encarnado por el dramaturgo y actor Pablo Messiez, aquí solo en su faceta de intérprete— se llama Darío y es un autor teatral que intenta escribir una obra de autoficción fundamentada en algo que le pasó cuando tenía cuatro años, pero no se acuerda de nada. Frente a él está la también dramaturga Denise Despeyroux, precisamente la autora y directora del montaje, que se interpreta a sí misma, a la que Darío ha pedido ayuda porque ella (la verdadera y el personaje) vivió también el episodio que quiere recordar: en 1983, el Gobierno español fletó un avión para que casi doscientos hijos de exiliados uruguayos viajaran a su país de origen para pasar la Nochevieja con los familiares que dejaron allí. Darío fue uno de los elegidos y pudo visitar a su padre en la cárcel. Eso es ficción, pues Messiez es argentino y no estuvo en aquel viaje, pero Despeyroux (la verdadera) sí fue y por eso aparece haciendo de sí misma: es su propia historia. Resumido así puede parecer un lío, pero en el contexto de la función se entiende perfectamente. Así es la vida: cada instante está lleno de capas y el buen teatro también. Ese es uno de los motivos por los que la escena resulta emocionante. El otro es lo que sucede. Despeyroux desgrana sus recuerdos del viaje y poco a poco, gracias a pequeños detalles, van brotando imágenes en la mente de Darío: el autobús que les transportó desde el aeropuerto, el recibimiento de sus compatriotas, la abuela. Esos fugaces destellos de la memoria que se resisten a ser atrapados, el cerebro recordando: un milagro. El diálogo se cierra con la proyección de un vídeo documental que recoge una entrevista que le hicieron a Despeyroux durante su estancia en Uruguay en la que cuenta ―conmovedora en su inocencia de niña― lo contenta que está por visitar a su familia. Puro teatro.

Es el momento cumbre de Misericordia, el nuevo trabajo de Despeyroux, que trata de muchas cosas pero sobre todo de las huellas que deja el exilio no solo en quienes lo viven en primera instancia, sino también en sus descendientes. Los protagonistas son el citado Darío y sus hermanas, Delmira y Dunia. Así como Darío trata de afrontar sus traumas con la escritura teatral, Delmira se aferra a sus orígenes judíos volcándose en el estudio de la Cábala y Dunia se evade diseñando videojuegos. Además está Dante, amigo de Darío y dramaturgo desencantado que ha renunciado al teatro para convertirse en un influencer de psiconeuroinmunología.

Despeyroux ha demostrado tener un don especial para el humor y la fantasía en obras anteriores. Lo ejercita también en Misericordia, pero esta vez no lo deja volar. Tal vez porque el tema le toca personalmente, porque se enreda en reflexiones metateatrales o porque pone en juego muchos elementos: aburridas parrafadas sobre la Cábala, teorías pseudocientíficas. El espectáculo se hace largo y no le vendría mal una poda. Aunque quizá sea simplemente una cuestión de tono: demasiado solemne. Comedia y drama no acaban de ensamblarse y los actores no están sueltos.

Aun así, Misericordia tiene grandes momentos teatrales. Aparte del mencionado destaca la escena final, donde todo confluye en una prodigiosa fantasía de videojuego: la realidad, la ficción, los sueños. Ahí emerge Despeyroux con toda su singularidad.

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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