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CRÍTICA TEATRAL
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘En mitad de tanto fuego’: un monólogo a tumba abierta

La suma del autor Alberto Conejero, el director Xavier Albertí y el actor Rubén de Eguía da como resultado un espectáculo minimalista y exquisito

Críticas de teatro y danza de la semana
Rubén de Eguía, en una escena de 'En mitad de tanto fuego', de Alberto Conejero.David Ruano
Raquel Vidales

Este monólogo se sirve crudo. Sin adornos, sin música, sin decorado, sin proyecciones de vídeos. Nada que pretenda aligerarlo, envolverlo o entregarlo predigerido. Solo la palabra, el cuerpo del actor, apenas el gesto, luz y oscuridad. Hay que confiar mucho en la materia prima para ofrecer un espectáculo tan sobrio hoy día. El director Xavier Albertí lo hace en este caso. Se lanza a tumba abierta y nos invita a los espectadores a hacerlo también. Esa es una de las principales virtudes del montaje.

La palabra: En mitad de tanto fuego, de Alberto Conejero. Es un texto altamente literario, con referencias y citas de Safo, Pedro Lemebel, Anne Carson o Luis Cernuda, según refiere el propio dramaturgo. Y por supuesto, Homero: el autor toma como punto de partida el canto XVI de la Ilíada, que relata la muerte de Patroclo, “compañero amado” de Aquiles, en la guerra de Troya. Pero como ya hizo en obras anteriores —viene todo el rato a la memoria la célebre La piedra oscura, Conejero no se centra en la cara visible de la historia, esa que pasa a la posteridad, sino en lo que hay por debajo de la épica. Patroclo, secundario de la Ilíada, aquí protagonista. El amigo que murió en lugar del héroe a manos de Héctor. El que conocía no solo la cólera de Aquiles, sino también su deseo. “No estoy aquí para hablar del ‘más querido entre los soldados’, yo estoy aquí para reventar los eufemismos, para hablar del amante insaciable”, proclama Patroclo en su monólogo, subrayando orgulloso la naturaleza sexual de su relación y rechazando la condición de “compañero amado” que le atribuyen los rapsodas; recreándose en el recuerdo, conjurando los cuerpos, excitando la fantasía del público. Y también: “No estoy aquí para contar la guerra de Troya. / Esta es la historia de mi carne, / allí donde coincidieron la muerte y el amor”. Es además la historia de los que mueren en las guerras de manera anónima, un oratorio por las víctimas del honor y la gloria: “No hay monstruo más horrible que un héroe”.

El texto es espeso y nutritivo, pero que nadie se asuste: es también bello y fácil de degustar. Una prosa poética que bebe de Homero, pero en la que resuenan ecos de todas las épocas. Desertores de todos los tiempos, soldados de todas las guerras, amantes de toda condición.

El actor Rubén de Eguía realza el texto con una interpretación exquisita, sobria, al servicio de la palabra, pronunciándola con ritmo pero dejando tiempo para saborearla. Conteniendo la emoción y haciéndola vibrar solo en momentos escogidos a través de gestos mínimos pero rotundos, silabeos de efecto poderoso. No se puede imaginar otra manera de hacerlo.

La dirección de Xavier Albertí es minimalista. Pero que no haya condimentos no significa que la puesta en escena no esté cocinada al detalle. También por entero al servicio de la palabra y apostándolo todo a la interpretación del actor. Solo juega con la luz y con movimientos sutiles del personaje. Empieza con Patroclo en primer plano, muy cerca del público, hablando en tono íntimo: nos está contando su relación con Aquiles, cómo se amaban, cómo se deseaban. Después, cuando relate las guerras, irá al fondo del escenario. Más allá de la gloria, las personas como protagonistas de la historia.

En mitad de tanto fuego

Texto: Alberto Conejero. Dirección: Xavier Albertí. Interpretación: Rubén de Eguía. Madrid: Teatros del Canal, hasta el 4 de febrero. Próxima gira: Buenos Aires, Montevideo, Lima, Lloret de Mar, Sevilla. 

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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