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La fotonovela de Silicon Valley

Laura Morton lleva una década retratando la industria tecnológica en la bahía de San Francisco. Su trabajo se adentra en el día a día de los jóvenes que llegan a la ciudad con la esperanza de lanzar una ‘start up’ y convertirse en billonarios. La última edición de Visa pour l’Image, el festival fotoperiodístico de Perpiñán, muestra su obra

Silicon Valley
Un participante en un 'hackathón' organizado por la empresa Shirts.io duerme sobre su ordenador durante el evento celebrado en San Francisco. Este 'hackathón' duró 37 horas y muchos participantes aguantaron todo el tiempo, haciendo descansos para dormir donde y cuando podían. San Francisco, California, 16 de agosto, 2014.Laura Morton

En los últimos tiempos una moderna fiebre de oro se ha apoderado de la ciudad de San Francisco. Alimentada por la historia de las grandes fortunas nacidas de la tecnológica, la tercera industria más lucrativa para los ricos según la revista Forbes, atrae a jóvenes emprendedores que sueñan con lanzar una start up y convertirse en billonarios en esta tierra de promisión.

“Sus vidas están entrelazadas: viven unos con otros, trabajan en red, compiten entre ellos, pero también salen juntos de fiesta”, destaca Laura Morton (1984, Maryland, Estados Unidos). Tras conseguir financiación a través de la Magnum Foundation Emergency Fund, la fotógrafa lleva casi una década inmersa en el día a día de esta tribu o subcultura de soñadores cuya ambición últimamente está siendo alimentada por el auge de la inteligencia artificial. El resultado ha sido una serie fotográfica Wild West Tech, ganadora del premio 2022 Pierre & Alexandra Boulat, e incluida dentro la programación de la nueva edición de Visa pour l’Image. El principal festival internacional consagrado al fotoperiodismo abrirá el día 2 de septiembre su 35ª edición en la localidad francesa de Perpiñán.

La primera parte del proyecto tuvo lugar durante el boom económico al que dieron pie las innovaciones en la telefonía móvil y el auge de las redes sociales alimentando un ecosistema de empresas tecnológicas de nueva creación en la ciudad. “Llegaban jóvenes, de entre veinte y treinta años, procedentes de todo el mundo con ganas de participar de esta prosperidad. Dispuestos a crear empresas partiendo de un simple ordenador portátil”, explica Morton, a través de una videoconferencia. “Muchos no tenían dinero y se establecían en casas comunitarias, muy adecuadas para su tendencia a la soledad, donde rápidamente hacían amistades. A veces coincidían 40 personas bajo el mismo techo, compartiendo una sola cocina y dos baños. Se trataba de una comunidad muy unida, aislada en muchos aspectos del mundo que les rodeaba. Perseguían un sueño muy concreto en una ciudad acostumbrada a alimentarlos”.

En San Francisco los ricos no actúan igual que en otros sitios, pasan más inadvertidos con sus capuchas y vaqueros. Nueva York va de dinero; Washington D.C de poder; L.A de fama; y, San Francisco de construir o crear

Las empresas emergente fueron ganando terreno dentro de sectores como el de la realidad virtual, el de los drones, la robótica o el de las criptomonedas. Hasta que en noviembre de 2022, el desmoronamiento de una de las principales plataformas de criptodivisas, FTX, dejó en el aire los fondos de un millón de usuarios del universo de las monedas virtuales y a muchos inversores y jóvenes emprendedores a la deriva, sin saber dónde invertir su capital y su tiempo. Fue entonces cuando OpenAI lanzó ChatGPT, desatando una nueva moda que acaparó la conversación de las nuevas tecnologías. Desde los primeros meses del año las llamadas hacker houses, o espacios dedicados a la creatividad e innovación dirigidos a personas que ambicionan crear start ups, no cesan de proliferar, y los inversores ya han anunciado una inversión de 10, 7 millones de dólares en financiación para la IA generativa. Cada noche alguien organiza uno o varios eventos que compiten entre sí, centrados en la tecnología. “En cada uno de ellos se reúne el mismo grupo de personas, y muestran con entusiasmo su trabajo en un ambiente más comunitario que despiadado”, destaca la fotógrafa.

“La gente que fotografié al comenzar el proyecto es muy distinta a la gente a la que estoy fotografiando en la actualidad”, advierte Morton. “Los primeros eran los llamados millennials y ahora son la generación Z. En estos últimos se mezcla cada vez más el espíritu de la fiebre de oro con del llamado Verano del Amor [el festival hippie celebrado en 1967 en San Francisco, uno de los grandes hitos de la contracultura]. Al igual que los hippies, estos jóvenes están reinventando sus vidas pero quizás de una forma más inconsciente. De cualquier forma, en San Francisco parece como si la gente rica no actuase igual que en otros sitios, pasan más inadvertidos con sus capuchas y vaqueros. Nueva York va de dinero; Washington D.C de poder; L.A de fama; y, San Francisco de construir o crear. Creo que la gente que llega ahora a la ciudad está más atraída por la idea de hacer algo duradero, o importante, que tenga impacto en el mundo, que por la sola idea del dinero”, asegura la fotógrafa. “Persiguen sus propósitos sin tregua y desarrollan exitosas empresas pero al mismo tiempo lo hacen a través de un estilo de vida hippie, en casas comunales. Asisten sin parar a fiestas y al festival Burning Man. Dan la impresión de ser mucho más escrupulosos con sus productos. Algunos emprendedores se interesan por la IA porque quieren asegurarse que no son ciertas las alarmas que genera esta tecnología y los hay que están a favor de su regulación. Los avances ocurren de una forma tan rápida y sin precedentes que incluso la gente que trabaja en ellos está preocupada”. Parecería como si la cita de Mark Zuckerberg: “Muévete deprisa y rompe cosas. Si no rompes nada, no te estás moviendo demasiado rápido” estuviera dejando de encontrar eco. “Uber rompió el modelo de negocio de los taxis pero no rompió el mundo, y la IA sí podría hacerlo, algo que parece que los jóvenes han entendido y los hace más reflexivos”, afirma la fotógrafa.

“Fotografiar a esta comunidad no es exactamente algo muy visual”, dice la autora. “Pasan la mayor parte del día sentados enfrente un ordenador. Hay que esperar muchas horas para que ocurra lo que estás buscando. Acceder a sus lugares de reunión no es fácil. Sigue siendo una comunidad muy cerrada. Pero al mismo tiempo, creo que es un momento muy importante. Son muchos los expertos del sector los que consideran que estamos asistiendo a un cambio tecnológico histórico tan importante como el desarrollo de la informática personal o internet”. De aquellos días queda el testimonio gráfico de Doug Menuez quien fotografió los comienzos de Apple y se convirtió en el fotógrafo personal de Steve Jobs. “Uno siente que está formando parte de un momento único, de igual forma que ocurrió durante la fiebre de oro”, asegura Morton. “Muchos de sus protagonistas no consiguieron su propósito, pero en sus diarios y en su correspondencia dejaron constancia de que era el momento más emocionante de sus vidas” San Francisco era y es una ciudad salvaje donde, de un día para otro, la vida,- la de estos jóvenes y la de todos-, puede cambiar.

Wild West Tech’. Laura Morton. Maison de la catalanité. Perpiñán, Francia. Del 2 al 17 de septiembre.

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